El injusto sistema electoral canario
JOSÉ M. BALBUENA CASTELLANOZ
Entre las flagrantes aberraciones que se destacan en la Autonomía de Canarias, que mantiene disgustados y yo diría que irritados, a miles de ciudadanos con racionalidad y sentido común, figura el del sistema electoral imperante en Canarias.
En un formidable artículo que publica Antonio Castellano Auyanet se hace un análisis de la futura reforma de la Ley electoral, en la que estamos viendo, desgraciadamente, que no existe consenso y los clásicos dimes y diretes, muy propios de la atomización política que padecemos, por el habitual cainismo que nos distingue y, me temo, por la falta de experiencia democrática de nuestros dirigentes en estas Islas, que aún se hace más patente por la cerrazón insular y el aislamiento.
Castellano Auyanet asegura que la Transitoria Primera del Estatuto, promulgada en 1992, demuestra la aberración de las paridades que fija en 70 el número de diputados del Parlamento Canario, conforme a la siguiente distribución: 15 por cada una de las islas de Gran Canaria y Tenerife, ocho por La Palma; 8 por Lanzarote; 4 por La Gomera y 3 por El Hierro, lo que suma un total de 60. Afirma que existe obsesión por el equilibrio y la puntillosa igualdad, pero que, no sólo no es inocente sino que, al contrario, encierra la desigualdad más injusta y la más torticera discriminación.
A su juicio esta distribución está dirigida a sostener la prepotencia tinerfeña sobre toda la región y el guante blanco que apuñala la convivencia pacífica como demuestra, desde el inicio la crónica de Bananaria con su falsa y traicionera autonomía. Castellano subraya que el sistema prima el territorio y la circunscripción insular, o mejor insularista al gusto de ATI-CC, con devaluación del sujeto, la persona, el ciudadano, igual en todo.
Para el que no lo sepa, conviene aclarar que CC lleva gobernando en este Archipiélago durante más de veinte años y que se creen imprescindibles en el Gobierno de Canarias. Su intención es perpetuarse en el poder y por lo tanto no mueve ninguna ficha que pueda perjudicar su futuro. El desgaste que ha tenido en este tiempo coincide con el irregular y mediocre gobierno de la última legislatura, su ruptura con el PP (su aliado natural), su división interna (CC se ha escindido y aparece Nueva Canarias), ya que existen muchas tendencias y partidos (algunos de ellos insularistas y caciquiles) que sostienen esta coalición, a lo que se añade la tendencia hegemónica de ATI, la Agrupación Tinerfeña Independiente (bastante conservadora y de rabioso tinte insularista) que es la que realmente gobierna en este último tramo de la legislatura.
La CC que se vendió a los canarios como un partido nacionalista, que excluye el independentismo, ha defraudado a muchos de sus votantes, especialmente por la patente connivencia entre determinados dirigentes políticos de esta coalición con grupos empresariales. Mientras, se han descuidado aspectos relacionados con el bienestar de los isleños, con la prestación de servicios y su calidad de vida, y manifestaciones que demuestran un cierto grado de hipocresía que la gente estima intolerables.
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