Blogia
La Voz de Gran Canaria

La marea que no cesa

La marea que no cesa ÁNGEL TRISTÁN PIMIENTA

Tenerife, alejada de la primera línea de las pateras, pero tan cerca de la ruta de los barcos negreros, ha vuelto a conmocionarse por la llegada de un buque con un centenar de inmigrantes subsaharianos a bordo. La embarcación fue localizada por una patrullera norteamericana que se encontraba en la zona - vamos a ver si algún grupo pacifista vegetariano no hace de esto la noticia principal y pronostica un desembarco en Normandía- que, de inmediato, avisó a las autoridades españolas. Entre tanto, una barquilla a la deriva había sido avistada en alta mar, al sur de Maspalomas. En verano el desembarco se acrecienta. No hace tanto frío por la noche, y el tiempo suele ayudar, está, nuevo neologismo, ´apaterado´.

El arribo del buque negrero prueba varias cosas: una de ellas, que pese a los acuerdos de colaboración con algunos de los países emisores de ´sin papeles´ siempre hay agujeros en el colador africano. La hambruna está siendo tremenda en el Sahel, los precios internacionales del cacao, que se han desplomado, han dejado sin recursos a países que como Niger, Mali, Burkina Faso, tenían en esta producción su principal fuente de ingresos. El éxodo ha aumentado, y es imparable. Que haya políticos que hoy día ignoren todas estas circunstancias y reduzcan la cuestión a una simple labor de policía de fronteras no es sólo una tontería, es un engaño. El Gobierno del PP, que genéticamente era partidario de la línea dura, como demostró hasta la saciedad, no pudo evitar que el problema le estallara entre sus manos y que los irregulares se multiplicaran por ciento.

La vigilancia es fundamental, ello es evidente, y las repatriaciones son obligadas, porque ninguna sociedad puede absorber en corto plazo una inmigración masiva que desborda las posibilidades de absorción. Pero hay que tener claro que la llegada de personas que escapan del hambre extrema y de la desesperanza total es inevitable, y que hay que extremar los medios de localización y acogimiento. Los convenios de deportación con países africanos, la mejora de las embarcaciones de interceptación y salvamento, la potenciación de los sistemas de alerta temprana, la creación de centros de retención con personal especializado... todo esto es importante, son acciones que deben ser complementarias y ejercerse en paralelo.

Pero el gran desafío es político y de largo alcance. La miseria africana trae muchas más consecuencias que el deseo de escapar y buscar un mundo mejor. Trae el fundamentalismo religioso en las áreas de implantación del Islam, trae inestabilidades que siempre suelen aprovechar los pescadores en río revuelto, y que pocas veces desembocan en regímenes de progreso y libertades.

El compromiso occidental, o en sentido más amplio, de las naciones desarrolladas, tiene que ser acorde con las circunstancias. La contribución humanitaria tiene que seguir jugando un papel destacado, pero también los impulsos exteriores a las economías regionales. Si el precio del cacao se hunde por el juego de las multinacionales, las organizaciones supranacionales han de conseguir que vuelva a ser negocio, si fuera necesario con compras masivas o interviniendo en el mercado de otras diversas maneras. El plátano puede servir
de modelo. Estados Unidos, que representa a los productores bananeros de Centroamérica, negocia con la Unión Europea un sistema de aranceles que permita romper el trato preferencial a las producciones de las RUP, es decir, de Canarias y las demás regiones ultraperiféricas de la UE que deben beneficiarse de la política agrícola lo mismo que los cultivadores de pimientos de Valencia o de trigo de Alemania. Si el cacao es básico para la subsistencia de grandes zonas africanas, el cacao debe ser uno de los pilares estratégicos para la lucha contra el hambre en el continente negro.

Las soluciones son complejas y no consisten en alternativas simplonas. Poco a poco la gravedad de la situación ha ido calando en la mentalidad europea. Todos los líderes - los líderes, no los aprovechados con imagen- coinciden en la misma diagnosis y en la misma solución: grandes foros de encuentro, como la Conferencia del Mediterráneo, auspiciada por Madrid y Bruselas, y grandes acuerdos bilaterales y multilaterales. La idea de una Alianza de Civilizaciones lanzada por José Luis Rodríguez Zapatero, aunque enfocada inicialmente a evitar la confrontación que está iniciándose en la actualidad y que tiene una de las puntas del iceberg en el fundamentalismo islámico, puede igualmente ser de utilidad para el fenómeno de las nuevas y grandes migraciones si ataca el mal en origen: la pobreza, como gran explosión multiplicadora de desgracias. Pero, por ahora, es inevitable en el corto plazo acentuar la estrategia de control del caos y aumentar la dotación de radares y patrulleras. Tras la última regularización de extranjeros hay que hacer lo posible por impermeabilizar el territorio y que sólo entren los cupos. Corresponde ex aequo el turno de oficio a la cooperación para el desarrollo.
..................................................................................................

0 comentarios