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La Voz de Gran Canaria

El sueño canario de Néstor

El sueño canario de Néstor

RAÚL GIL

En 1934, los guiris, tal como los conocemos ahora, eran inexistentes. Sin embargo, muchos de sus abuelos se paseaban ya por esas tempraneras fechas por las calles y hoteles de la capital grancanaria. Su condición de escala casi obligada en la travesías del Atlántico, convertía a la ciudad en un atractivo turístico. Sin embargo, aquellos primitivos guiris apenas tenían algo que ver en la capital insular, salvo Vegueta y la playa de Las Canteras.

Despistados y pedilones. Así se encontró Néstor Martín Fernández de la Torre a muchos de esos extranjeros cuando, en 1934, decidió meter sus pinceles en un baúl y volverse a su tierra. A pesar de que sus inquietudes iban por la pintura, no era ajeno Néstor a las necesidades de su ciudad y su isla, y, como si de un visionario fuera, se le ocurrió que había que fomentar el turismo en la capital. Lo que ahora parece de perogrullo, a mediados de los años 30 no era visto más que como una majadería de intelectuales en la que también se embarcó el hermano arquitecto del pintor, Miguel.

Tras varias reuniones con los munícipes de la época, Néstor y Miguel logran arrancar el compromiso del Ayuntamiento de crear el Pueblo Canario pocos meses antes de la muerte del pintor, ocurrida en 1938. Como un homenaje póstumo, el alcalde de Las Palmas de Gran Canaria en dicha fecha, puso la primera piedra del complejo soñado por Néstor, dirigiendo las obras su hermano Miguel.

"Néstor se adelantó 70 años a la promoción del turismo de calidad en nuestra ciudad", asegura Daniel Montesdeoca, director del Museo Néstor, "él pretendía fomentar el folclore y las tradiciones de la Isla al tiempo que se respetaba el ecosistema". Según cuenta Montesdeoca, Néstor conocía al promotor del Pueblo Español de Barcelona, y pensó que en Gran Canaria podía hacerse algo parecido.

El pintor no desaprovechó la ocasión, e incluyó dentro del proyecto del Pueblo Canario un museo para su obra. "Al principio quiso que el museo fuese la ermita de Santa Catalina, que estaba abandonada, pero cuando se terminaba el proyecto, en los años 50, Pildáin lo prohibió", aclara Montesdeoca. Al ver que con la Iglesia se había topado, Miguel Martín Fernández de la Torre tuvo que alterar el diseño inicial de su hermano y crear un edificio para albergar su obra que es el actual museo.

Al final, tras varios parones por falta de presupuesto y dar mucho la lata Miguel, las autoridades decidieron retomar el proyecto en los años 50, construyendo el actual Pueblo Canario. "Aunque el proyecto de Miguel seguía los bocetos de su hermano, el arquitecto tuvo que cambiar cosas e incluir otras, como el museo, además, lo hecho no es ni el 20% de lo proyectado". Según Montesdeoca, la idea original de Néstor incluía canchas de tenis, un zoológico, jardín botánico y hasta un casino.

Al final, su sueño se hizo realidad, aunque fuera a medias, el 18 de julio de 1956, y desde entonces, el Pueblo Canario ha seguido ofreciendo, con algunos altibajos, tipismo, tradición y la obra de Néstor.

Recogido de: La Provincia, 23-7-2006

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