¿Ruindad o premeditación?
ÁNGEL TRISTÁN PIMIENTA
Es la canción del verano. De todos los veranos. La Consejería de Turismo del Gobierno regional declara que es necesario aprovechar las sinergias y la economía de escala y los grandes expresos europeos y que las campañas en el exterior han de hacerse de forma conjunta, coordinada, para que el impacto sea más fuerte y duradero. Bien. Todos los años el Cabildo de Tenerife va a su aire, independiente, como los de Cariño (pueblo de Coruña
segregado de Ortigueira), aunque promete que vamos a ver, que en la próxima ocasión el asunto se estudiará con interés. Para mejorar la coordinación y hacer posible este empeño la viceconsejera Pilar Parejo asegura que desmontó la empresa pública Saturno - con sede en Gran Canaria- para sustituirla por otra, Promotur, con la misma finalidad, pero más ´representativa´. Durante los últimos meses, pasada la polémica por lo de Saturno y lo de Hecansa he aquí que nada se ha arreglado. Como denuncia Juan José Cardona, presidente del Patronato de Turismo de Gran Canaria, Tenerife sigue con su estrategia de ir por su lado, y aprovechar lo de los demás. Nada nuevo. Es la catequesis de los predicadores de ATI que domingo tras domingo dan forma a la doctrina: huir del nombre Canarias, porque beneficia a Gran Canaria, y apostar por Tenerife como marca diferenciada. Eso es lo que hay, y cada semana se ratifica el criterio.
Todas las declaraciones de buenas intenciones son, para algunos expertos de Las Palmas, puro teatro destinado a ganar tiempo. La opinión gubernamental trasladada por Pilar Parejo de que "estas ruindades entre los cabildos" son habituales no es la mejor manera de tranquilizar a los desconfiados, que lo son no por impulso ´pleitista´ sino por puro empirismo científico. En primer lugar ¿son habituales estas ´ruindades´? ¿Quiénes son los que las cometen? Porque desde tiempos realmente inmemoriales lo que está datado es que el Cabildo tinerfeño es el que, siempre, termina rompiendo la baraja yendo a las promociones aparte. Es la queja eterna: "nos toman el pelo otra vez", se decía hace unos meses. La pregunta es si acaso queda más pelo que tomar.
Tienen razón, empero, algunos portavoces áticos cuando afirman que el Patronato de Turismo de Gran Canaria se tiene que poner a trabajar. Lo está haciendo, por supuesto, está trabajando, pero tiene que ponerse a trabajar en la dirección que aconseja la estrategia de una isla que ha elegido el papel de competidora y que mantiene un doble lenguaje en esta cuestión (y en otras también). El problema dejará de serlo cuando Gran Canaria (sus instituciones y, atentos, sus empresarios) decidan aplicar la sabia máxima "del enemigo, el consejo". Carl von Clausevitz, quizás el mejor teórico de la guerra, dejó establecido que las batallas se ganan, entre otras razones, cuando uno se adelanta a las previsiones del contrario y toma nota de sus tácticas. Si no hay manera de construir una promoción regional desde la lealtad interinsular, las distintas partes interesadas habrán
de explorar nuevas vías y nuevos comportamientos.
Este episodio, que no se puede frivolizar con declaraciones simpáticas y de ´buen rollo´, parece probar que la arquitectura autonómica está en crisis en cuanto se pasa de los planos y los tiralíneas al cemento y a los bloques. En cuanto se pasa a la realidad cotidiana no hay nada, o casi, que funcione correctamente y sin que se suscite la desconfianza y la duda acerca de las rectas intenciones autonómicas. ¿Para qué ha servido toda la reestructuración de Hecansa, Saturno, Socaem, etc.? El presidente regional, Adán Martín, le asegura a los empresarios que él quiere gobernar para todos, desde un verdadero equilibrio, pero...¿es eso posible? No se trata de que conscientemente desde la Administración de la Comunidad Autónoma se diseñen trampas y zancadillas para beneficiar a unos en detrimento de los otros, sino que parecen prevalecer unos comportamientos genéticos que sí tienen mucho que ver con el domicilio. ATI es lo que es. Se fundó como organización que encuadraba el ´chicharrerismo´ y lo hacía operativo, una vez que un sector ´pata nefra´ del empresariado tinerfeño decidió
desde el Club Oliver que ya estaba bien de ensimismamiento y de dejar sin controlar el pastel de los Presupuestos canarios.
Ese fue el punto de arranque de la operación mediante la cual ATI inició un proceso que le llevaría al monopolio del poder político regional a lo largo de sucesivas legislaturas. ¿Es esta ATI distinta a aquella ATI?, ¿ya acaso no piensa en la clave original de Tenerife es lo primero, lo segundo y lo tercero?, ¿ha superado la etapa del pleito universitario?, ¿y la opinión de que el crecimiento del puerto de La Luz constituye un agravio al que hay que reequilibrar´? El infierno está empedrado de buenas intenciones. Lo que cuenta son los hechos. Y éstos son tozudos, jarros de agua fría para las almas cándidas y para los flacos de memoria. El consejero y la viceconsejera de Turismo pueden hacer algo para modificar esta opinión: penalizar con la retirada de subvenciones al Cabildo que haga ´ruindades´.
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Es la canción del verano. De todos los veranos. La Consejería de Turismo del Gobierno regional declara que es necesario aprovechar las sinergias y la economía de escala y los grandes expresos europeos y que las campañas en el exterior han de hacerse de forma conjunta, coordinada, para que el impacto sea más fuerte y duradero. Bien. Todos los años el Cabildo de Tenerife va a su aire, independiente, como los de Cariño (pueblo de Coruña
segregado de Ortigueira), aunque promete que vamos a ver, que en la próxima ocasión el asunto se estudiará con interés. Para mejorar la coordinación y hacer posible este empeño la viceconsejera Pilar Parejo asegura que desmontó la empresa pública Saturno - con sede en Gran Canaria- para sustituirla por otra, Promotur, con la misma finalidad, pero más ´representativa´. Durante los últimos meses, pasada la polémica por lo de Saturno y lo de Hecansa he aquí que nada se ha arreglado. Como denuncia Juan José Cardona, presidente del Patronato de Turismo de Gran Canaria, Tenerife sigue con su estrategia de ir por su lado, y aprovechar lo de los demás. Nada nuevo. Es la catequesis de los predicadores de ATI que domingo tras domingo dan forma a la doctrina: huir del nombre Canarias, porque beneficia a Gran Canaria, y apostar por Tenerife como marca diferenciada. Eso es lo que hay, y cada semana se ratifica el criterio.
Todas las declaraciones de buenas intenciones son, para algunos expertos de Las Palmas, puro teatro destinado a ganar tiempo. La opinión gubernamental trasladada por Pilar Parejo de que "estas ruindades entre los cabildos" son habituales no es la mejor manera de tranquilizar a los desconfiados, que lo son no por impulso ´pleitista´ sino por puro empirismo científico. En primer lugar ¿son habituales estas ´ruindades´? ¿Quiénes son los que las cometen? Porque desde tiempos realmente inmemoriales lo que está datado es que el Cabildo tinerfeño es el que, siempre, termina rompiendo la baraja yendo a las promociones aparte. Es la queja eterna: "nos toman el pelo otra vez", se decía hace unos meses. La pregunta es si acaso queda más pelo que tomar.
Tienen razón, empero, algunos portavoces áticos cuando afirman que el Patronato de Turismo de Gran Canaria se tiene que poner a trabajar. Lo está haciendo, por supuesto, está trabajando, pero tiene que ponerse a trabajar en la dirección que aconseja la estrategia de una isla que ha elegido el papel de competidora y que mantiene un doble lenguaje en esta cuestión (y en otras también). El problema dejará de serlo cuando Gran Canaria (sus instituciones y, atentos, sus empresarios) decidan aplicar la sabia máxima "del enemigo, el consejo". Carl von Clausevitz, quizás el mejor teórico de la guerra, dejó establecido que las batallas se ganan, entre otras razones, cuando uno se adelanta a las previsiones del contrario y toma nota de sus tácticas. Si no hay manera de construir una promoción regional desde la lealtad interinsular, las distintas partes interesadas habrán
de explorar nuevas vías y nuevos comportamientos.
Este episodio, que no se puede frivolizar con declaraciones simpáticas y de ´buen rollo´, parece probar que la arquitectura autonómica está en crisis en cuanto se pasa de los planos y los tiralíneas al cemento y a los bloques. En cuanto se pasa a la realidad cotidiana no hay nada, o casi, que funcione correctamente y sin que se suscite la desconfianza y la duda acerca de las rectas intenciones autonómicas. ¿Para qué ha servido toda la reestructuración de Hecansa, Saturno, Socaem, etc.? El presidente regional, Adán Martín, le asegura a los empresarios que él quiere gobernar para todos, desde un verdadero equilibrio, pero...¿es eso posible? No se trata de que conscientemente desde la Administración de la Comunidad Autónoma se diseñen trampas y zancadillas para beneficiar a unos en detrimento de los otros, sino que parecen prevalecer unos comportamientos genéticos que sí tienen mucho que ver con el domicilio. ATI es lo que es. Se fundó como organización que encuadraba el ´chicharrerismo´ y lo hacía operativo, una vez que un sector ´pata nefra´ del empresariado tinerfeño decidió
desde el Club Oliver que ya estaba bien de ensimismamiento y de dejar sin controlar el pastel de los Presupuestos canarios.
Ese fue el punto de arranque de la operación mediante la cual ATI inició un proceso que le llevaría al monopolio del poder político regional a lo largo de sucesivas legislaturas. ¿Es esta ATI distinta a aquella ATI?, ¿ya acaso no piensa en la clave original de Tenerife es lo primero, lo segundo y lo tercero?, ¿ha superado la etapa del pleito universitario?, ¿y la opinión de que el crecimiento del puerto de La Luz constituye un agravio al que hay que reequilibrar´? El infierno está empedrado de buenas intenciones. Lo que cuenta son los hechos. Y éstos son tozudos, jarros de agua fría para las almas cándidas y para los flacos de memoria. El consejero y la viceconsejera de Turismo pueden hacer algo para modificar esta opinión: penalizar con la retirada de subvenciones al Cabildo que haga ´ruindades´.
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