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La Voz de Gran Canaria

La Guancha de Gáldar y las instituciones

La Guancha de Gáldar y las instituciones

NICOLÁS GUERRA AGUIAR

Aunque no llega a alcanzar la cuarta parte del presupuesto asignado en el Cabildo grancanario para "representación, protocolo y propaganda", su consejería de Cultura y Patrimonio Histórico va a invertir -a lo largo de este año electoral- ciento cuarenta y tres mil euros en arreglo, vallado, accesos, señalización y limpieza del conjunto arqueológico de La Guancha-El Agujero de Gáldar que, desde 1949, ostenta el honor de haber sido el primer Monumento Histórico-Artístico declarado en Gran Canaria, año -si no me falla la memoria- en que figuraba don Sebastián Jiménez Sánchez como director provincial de Arqueología y a quien le debemos los segundos estudios.

Este amplísimo espacio costero también fue poblado por los aborígenes (aparte de las construcciones en el casco del pueblo), puesto que se conservan estructuras de viviendas distribuidas en distintos grupos y posibles vías ordenadas de acceso a las mismas. Junto a ellas, armazones considerados como túmulos funerarios -de ahí la denominación de Necrópolis- que demuestran la ordenación jerárquica de nuestros antepasados, pues desde el punto central (reservado al guanarteme) se localizan enterramientos que se van alejando de él según el rango social de quienes los ocupan y a la manera de anillos concéntricos.

Para los arqueólogos no existe la menor duda de que bajo la tierra permanecen ocultas otras construcciones que aparecerían a poco que se comiencen prospecciones y limpiezas. Sin embargo, su estado de abandono es lamentable. Hace pocos meses que estuve por aquellas lomas con don Antonio Gil -presidente del Casino- y la impresión no pudo ser más triste y apenada, pues el contraste con la primera visita que realicé es notabilísimo. Mirando atrás en el tiempo, tuve la gran oportunidad de caminar desde los once o doce años por aquellos espacios, sacros para mí, pues mi doble condición de canario y galdense me hace experimentar una multiplicada sensación cuando recorro -en el silencio de los atardeceres o en los despertares mañaneros- lugares de sentimientos y civilizaciones prehistóricas mientras Italia, por la misma época, florecía con la belleza de los edificios renacentistas.

Y por allí anduve con don José Miguel Alzola y don José (Pepito) Naranjo, impresionante personaje éste que no había pisado las aulas universitarias (tenía alguna relación laboral con el Museo Canario) pero cuyos comentarios eran respetados y muy tenidos en cuenta por la extraordinaria preparación práctica -obtenida a pie de investigación- que tenía sobre la Necrópolis y todo lo relacionado con la cultura canaria anterior a la conquista. No sé qué podrá hacerse con los ciento cuarenta y tres mil euros; no sé qué se entiende por "arreglo"; pero es indiscutible que la recuperación, mantenimiento y posterior investigación de los casi cien mil metros cuadrados no se consiguen -ni por asomo- con tan exigua cantidad: en una primera acción no sólo se tratará de renovar el vallado, limpiar, restaurar algunas estructuras sino que, y sobre todo, es urgente un servicio de vigilancia para que no comiencen a extenderse perímetros urbanizables y ocupen los históricos espacios legados por quienes allí vivieron y allí -tal vez- permanecen, aunque sin palabras.

Meritoria, sin duda, es la labor realizada por la consejería cabildicia que dirige el señor Rosales Pedrero en trabajos relacionados con la conservación del Patrimonio. Claros ejemplos -y es para mí una gran satisfacción reconocerlos como galdense y canario- son el arreglo del órgano de la iglesia de Santiago o la finalización e inauguración de la Cueva Pintada de Gáldar, conseguidas éstas al paso de varios decenios de trabajos -a veces improcedentes- iniciados en la época del señor Saavedra Acevedo, allá por los años ochenta, y continuados en los mandatos de otros presidentes. Pero es bien cierto también que una labor de la trascendencia que representa la investigación arqueológica exige más presupuesto (a lo mejor se podría retrotraer de algún capítulo económico excesivamente cargado, ejem).

Desconozco, por otra parte, las intenciones -si las hubiera o hubiese- de la viceconsejera de Cultura del Gobierno de Canarias, afincados y solidificados (ella y el organismo) en la isla tinerfeña. Supongo -he de suponer- que la señora Xerach Pérez, doña Dulce, sabe, conoce, es consciente, está al día de la existencia de La Guancha (añadamos "-El Agujero", por si la igualdad toponímica la hace pensar en el municipio norteño de Tenerife, entre Los Realejos e Icod de los Vinos). Ignoro si alguna vez (en su trayectoria político-cultural) ha sabido de su importancia, de que es parte muy valiosa y sustancial de aquello que se llama patrimonio, conjunto de bienes culturales que están en Gáldar porque Gadar, Agaldar, Aregaldan, Aregaldar, fue capital prehispánica. Pero sí sé -porque escrito está- que dentro de sus funciones como tal viceconsejera figuran, de una parte, el control de las competencias en materia de patrimonio histórico y cultural en coordinación con los Cabildos. Y, de otra, ejercer las facultades de la Comunidad en aquel tema e incoar expedientes de declaración de Bien de Interés Cultural.

En este segundo apartado lo más sencillo está hecho desde 1949, es decir, la consideración oficial de Monumento Histórico. Lo que queda es complejo: ejercer como viceconsejera porque, claro, el verbo significa hacer uso de una virtud (que, en este caso, ha de ser aplicada en Gran Canaria). Y eso, quién lo duda, exige coherencia, rigor, desapasionamiento y visión universal, cualidades no al alcance de todos los seres vivos.

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