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La Voz de Gran Canaria

Infeliz Día de Canarias

Infeliz Día de Canarias

LORENZO OLARTE CULLEN

En los últimos años se ha producido cierto trasiego con el Día de Canarias. Si uno que yo conozco llegase a la cumbre del máximo poder autonómico, que es su actual ambición (ya que "su" ansiado Madrid está muy lejos con esa política de oposición que vienen haciendo los Zaplana, Acebes, Rajoys y otros clónicos, no sólo en la capital del Reino sino en la periferia) nos sumiría a todos, especialmente a los grancanarios, en una infelicidad aún mayor que la que sufrimos hoy, Día de Canarias, en el que muchos han sustituido por una mueca la sonrisa de antaño.

Últimamente han cambiado muchas cosas. A nuestros entrañables Cabildos se les ha despojado de su histórico calificativo: ya no son Cabildos Insulares, como se les denominaba desde su glorioso nacimiento. Con la supresión del adjetivo que tanto les distinguía se ha propinado una inaudible pero sonora bofetada a su misma historia. Si al Obispo de la Diócesis ( quien, por cierto, según los mismísimos curas contestatarios que -como yo- querían un Prelado canario, ha resultado ser un Obispo "de ley", gracias a Dios); si Monseñor Cases propusiera y lograra la exclusión del calificativo "catedralicio" en la denominación del Cabildo eclesial , no íbamos a saber, por ejemplo, a qué colectivo, de clérigos o laicos, pertenecerían los dos Carmelos que primero pasaron por el Seminario y después por Bravo Murillo.

En definitiva, a los cabildos se les ha quitado la denominación sustituyéndola por otra. Al igual que a Saturno sus competencias para llevárselas a Tenerife, merced a esa Promotur donde las instituciones cabildicias ya no participan con su criterio en los concursos multimillonarios que en ocasiones se sustituyen por ilegales adjudicaciones digitales a los amigotes de la amiga. Al igual que ha acontecido con otras cosas -incluso institucionales- transportadas de aquí para allá cuyo recuerdo solo serviría para seguir echando leña al fuego del pleito insular.

Igual ha ocurrido con el día 30 de Mayo que pese a su cierta historia ha sido transmutado también llevándolo de aquí para allá ( aunque, excepcionalmente, no se ha ido para enfrente ) por lo que atañe a su contenido y significación conmemorativa. Porque antes, hace unos años, en pleno franquismo, si no recuerdo mal, ya que nunca pertenecí al colectivo azul, me parece que se celebraba en tal fecha San Fernando, el día de las Juventudes falangistas. Más tarde se conmemoró el "Día del orgullo gay" ( que más tarde, creo, se ha trasladado a no sé que fechas de Junio o Julio) de suerte que posteriormente coincidiría con la celebración la del Día de Canarias , conmemoración que, por cierto, no se contiene ni en el primer Estatuto ni en su reforma, por lo que sería bueno que a la tercera fuese la vencida para legitimarlo definitivamente.

El actual Presidente de nuestra Comunidad Autónoma por un año más, Don Adán Martín, parece no haberse enterado aún de que su fijación no obedece a lo que cree, pese a que él mismo fue Consejero de Industria de la Junta de Canarias ( órgano preautonómico). De otra forma no se comprendería su, más que imprecisión, error, trasladándolo hace unos días a unos colegiales que le preguntaron sobre la razón de ser de la celebración del Día de Canarias en 30 de mayo, a quienes el Presidente Martín contestó explicándoles (sic) que "es porque ese día tuvimos nuestro primer Parlamento y por lo tanto el primer Estatuto canario", lo cual es absolutamente inexacto por cuanto la celebración indicada se debe a la fecha de la constitución del primer y único Parlamento "provisional" y no al primer Estatuto -como dijo con desafortunada docencia- , que nada tiene que ver una decisión producida con anterioridad al mismo Estatuto, sin que hasta la fecha haya sido formalizada estatutariamente ni en el primero, ni tampoco en su primera y raquítica reforma.

A lo largo de los años, cada Presidente de nuestra Comunidad Autónoma ha elegido un slogan concreto y expresivo para solemnizar el 30 de Mayo. Siempre, de una u otra forma, se ha aludido a la identidad y necesaria unidad de Canarias. Salvo este año ?

En mi opinión -y soy de los que ve siempre el vaso casi lleno y no medio vacío, aunque este medio vacío- venimos atravesando el peor año dentro de la peor Legislatura de nuestra joven historia autonómica, que cada día es menos joven en tanto en cuanto hay canarios, ya mayores de edad, que no recuerdan haber vivido no ya en la Dictadura, ni saben nada de la Transición, sino que nacieron avanzada ya la etapa estatutaria.

Ha sido éste, sólo en lo que va de año, sin contar con los precedentes, nada buenos, un "annus "horribilis" como dijera la Reina británica en cierta ocasión con lapidaria y gráfica expresión, llamativa sobre todo por constituir un latinajo en boca anglosajona. No hay más que recordar aquel esperpéntico espectáculo que propició el Presidente del Gobierno de Canarias con el portazo que le dio la cúpula empresarial grancanaria , al igual que los actos posteriores, sin que hasta la fecha el señor Martín haya sabido estar a la altura de las circunstancias incapaz de reconducir la patente y nada edificante división de Gran Canaria, ejerciendo sus responsabilidades no como Presidente de un Gobierno partidista, sino como Presidente de la Comunidad Autónoma de Canarias, que es otra cosa, que, por cierto, él jamás sabe distinguir. A buena hora se resignaría ante semejantes espectáculos y situaciones, como los aquí producidos, de haber tenido lugar en el seno de la familia empresarial tinerfeña, acaso por pertenecer él mismo a ella. Porque todo hay que decirlo.

Al igual que tampoco le preocupó, ni puso orden en el gallinero con motivo de la insolidaridad explicitada por sus "subordinados" áticos, cuando, a su vista, ciencia y paciencia y sin inmutarse, sin decir esta boca es mía, se negaron tajantemente a que en los Centros tinerfeños se diera alojamiento a los inmigrantes que no cabían ya en los de Lanzarote, Fuerteventura o Gran Canaria.

Mas he aquí que, ahora, cuando los cayucos cambian el rumbo y ponen proa a Tenerife, se despierta el adormecido Don Adán, quien en definitiva sigue ejerciendo como Presidente que fue del gobierno insular de Tenerife. Clama nada menos que públicamente y a S.M. El Rey -él, el Presidente canario, quien encarna constitucional y estatutariamente nada menos que la representación ordinaria del Estado en Canarias- para que solucione el grave problema que, aun siendo de los llamados "de Estado", la Corona carece de la menor competencia para solucionar. De ahí que S.M. el Rey, con esa sensibilidad que tiene para con nosotros los canarios, le da una lección real con su respuesta telefónica, despojándose del carácter institucional para transmitir una enorme carga humana a su personal contestación: "Mi familia y yo estamos muy sensibilizados con el problema canario y nos solidarizamos con ustedes, haciendo votos para que ésto se solucione". ¿En qué higuera está o en qué otra galaxia vive Don Adán? Por supuesto que si del árbol se trata no será en la llamada "Higuera Canaria" donde el Presidente tinerfeño se encuentre?

El sonado fracaso de una reforma estatutaria especialmente imputable al Presidente Martín, por último, dadas sus evidentes carencias personales para procurar tan importante iniciativa partiendo de un consenso previo, imprescindible en "temas de estado" ( y los Estatutos de Autonomía lo son), constituye un importante botón de muestra que, con otros, nos conduce a la desilusión. Para muchos la desilusión se ha convertido en desesperanza.

Y yo afirmo, para terminar, que de contenerse tal posibilidad en el Estatuto, el requerimiento de disolución de la Cámara Regional canaria con elecciones anticipadas habría sido un clamor.

Pero ni los socialistas ni los populares han sido capaces de ponerse de acuerdo para posibilitar un Gobierno "de salvación", independiente de los sectarismos ideológicos, de suerte que se prolongará en el tiempo una agonía, al fin y al cabo de Canarias, que siendo posible evitar, quienes pueden hacerlo no la evitan. Ni se les ha ocurrido a los populares, que tanto gustan de ejercer de "salvapatrias", ni a los socialistas, tan dados a poner calificativos a los gobiernos de coalición.

Acaso porque para los primeros lo de la "patria" refiriéndose a Canarias es una blasfemia y porque para los segundos, hoy por hoy, no hay más "coalición" que Coalición Canaria, es decir, ATI.

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