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La Voz de Gran Canaria

Respuestas indirectas

Respuestas indirectas ÁNGEL TRISTÁN PIMIENTA

La llegada de un barco negrero a unos centenares de metros de la costa de Tenerife - ahí le duele a ATI, tan callada cuando el problema afecta a otros - y la posterior fuga en una zodiac de los dos capitanes, blancos, prueba una vez más que las aguas del Archipiélago no están suficientemente controladas. Es una evidencia palmaria, contra la que no cabe recurso de reposición. Por eso las opiniones al respecto del presidente regional, Adán Martín, son inobjetables: es cierto que no existe una seguridad proporcionada a las necesidades objetivas. Pero esto tampoco se trata de una novedad.

Claro que, aun siendo la vigilancia del mar territorial una responsabilidad del Estado, el Gobierno canario ha tenido una ´cuota parte´ de culpa por su condición de leal socio del Partido Popular durante los ocho años de la presidencia de José María Aznar: justo en los que había que desarrollar los planes para la adecuación de las Fuerzas Armadas. Pero tanto la ruptura del consenso parlamentario de 1993 y el establecimiento electorero, abrupto y sin condiciones del ejército profesional al cien por cien, como las paralelas restricciones presupuestarias derivadas del cumplimiento estricto del ´déficit cero´ y la bajada de impuestos impidieron que, en concreto, la Armada pudiera acometer sus misiones de protección y vigilancia con eficiencia. Las carencias actuales en esta materia , que son importantes y graves, no llegan por generación espontánea, hale hop, de la noche a la mañana. Se han ido incubando durante años, sin que valgan para solucionar estos problemas declaraciones parlamentarias o periodísticas que no vayan acompañadas de medidas concretas. También es obvio que el naufragio del ´Prestige´ en aguas gallegas puso de manifiesto el desastre del salvamento marítimo y la indisponibilidad de recursos para la lucha contra la contaminación. La raíz era la misma. Los planes en marcha, algunos propuestos incluso por el mismo PP cuando estaba en la oposición, se frenaron en seco por una mezcla de falsas confianzas: confianza en la suerte y confianza en que la iniciativa privada podría actuar en situaciones de emergencia.

En ese mismo período, y a pesar de que en algunas ocasiones llegara a plantearse en el Congreso o en otros foros la creación de un Servicio Nacional de Guardacostas, no se hizo nada por salir de un cómodo limbo. No hay que olvidar que estamos hablando de los años en que la inmigración en pateras dejó de ser noticia episódica y puntual ... para convertirse en las Islas en un problema de enorme magnitud. En todo ese periodo pudo constatarse que España no disponía de unos instrumentos adecuados, mientras las autoridades se enredaban en una tela de araña. Las patrulleras y corbetas de la Flota, se decía, no podían intervenir, aunque solo fuera como elementos de disuasión y para utilizar el potencial
de sus radares; pero tampoco se adquirían unidades ´en mostrador´ para la Guardia Civil, para lo que no era imprescindible esperar a un plan de construcciones que difería la entrega más de lo conveniente. Las penurias eran tales que mandos de la Benemérita en Fuerteventura tuvieron que acudir al trueque y cambiar motores decomisados como pago por chapuzas para mantener activas sus lanchas.

Todo esto es imposible cambiarlo en unas pocas semanas o meses. El mando de la Flota ha reconocido recientemente, en el ABC, que la falta de marinería hace que muchos buques no puedan navegar. Y esta circunstancia tiene un origen concreto: la precipitación, imprudencia y falta de tino en un cambio que exigía mayores dosis de responsabilidad.
¿Cuáles son las propuestas del Ejecutivo regional, aparte de algunos discursos oportunistas que se caen por su propio peso? La alternativa a la penuria que se ha ido forjando trabajosamente en los últimos tiempos no puede ser otra que un cambio de rumbo estratégico que tiene uno de sus pilares básicos en la política económica; y también en el ejercicio de las propias obligaciones. Quizás, a este respecto, convenga tomar nota del pasado, cuando los Cabildos no tenían competencias en Sanidad, y hacían hospitales; ni las tenían en Educación, y se levantaba el CULP; ni las tenían en recursos hidráulicos, y construían presas; ni las tenían en carreteras, y convertían los caminos vecinales en anchas vías con arcenes y quitamiedos. Hoy el Gobierno regional tiene "moito pico pero pouca pala", como decía un gallego acerca de un desastre de alcalde con mucho palabrerío pero inepto total. Y encima, el Gabinete bipolar interinsular olvida sus actos contradictorios apoyando en Madrid a una derecha que sí, cumplía más o menos con las obras públicas, más o menos, más menos que más, porque hubo mucho engaño virtual, pero que dejó casi todo lo demás bajo mínimos.

Lo que llama la atención es que CC ignore lo que se está haciendo que antes no se hacía, aunque no se haga aun todo lo que habría que hacer. La clave es sencilla: el PSC parece que se ha resignado a no cogobernar y se ha ido de la zona de deslumbramiento. La respuesta de Adán Martín es un ´toque de atención´ ante los nuevos bríos de la oposición.
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