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La Voz de Gran Canaria

Plan Integral de Desarrollo para La Aldea

Plan Integral de Desarrollo para La Aldea

JUAN LUIS MORALES AGUILAR

En relación a la alternativa ciudadana “Tamadaba Sostenible. Otra vía es posible”, es oportuno recordar lo que muchos pensamos al respecto del medio ambiente en general y de la problemática de La Aldea de San Nicolás de Tolentino en particular. Es importante no caer en extremismos, la alternativa a la depredación del territorio no puede ser el integrismo medioambiental unilateral que padecen algunos influyentes técnicos del medio ambiente. Afortunadamente, solo algunos.

No debería ser necesario recordar que el ser humano, a pesar de todos los cambios habidos en nuestra relación con la naturaleza, sigue formando parte de ella y depende de ella. Por ello, también es medio ambiente, como el territorio y las especies vegetales y animales, y está tan necesitado de cuidados como ellas. Es preciso atender a su salud física, psíquica y espiritual como un factor, el mas importante, a tener en cuenta en relación al desarrollo sostenible. Si esta simple afirmación se tuviera en cuenta, y no es tan simple, ya que afecta al todo el modelo de desarrollo capitalista, con seguridad no estaría el futuro del planeta tan amenazado como lo está. No es posible concebir la conservación de la naturaleza y el desarrollo sostenible sin una vinculación sana y estrecha del ser humano con su territorio, nunca al margen y/o en contra de los individuos y pueblos, y de sus intereses económicos, creando reservorios naturales para uso exclusivo de determinadas especies y de sus teóricos defensores de forma gratuita.

Esa separación artificial y forzada se ha demostrado perjudicial en numerosos casos. Por ejemplo, legislar desde los despachos, sin sensibilidad, en contra de los intereses locales, sin conocimiento de problemáticas específicas, ha provocado muchas veces situaciones disparatadas y un rechazo justificado que ha alejado a esos ciudadanos de los problemas del medio ambiente. Finalmente, cuando han surgido oportunidades de desarrollo agresivas para algunos espacios naturales no se ha podido contar con esa población maltratada para buscar alternativas mas benévolas. El integrismo medioambiental unilateral tropieza siempre en la misma piedra, encontrando lo contrario de lo que teóricamente persigue. Se cosecha lo que se siembra. Siempre. No se puede esperar que la población local y la ciudadanía en general se movilice para proteger espacios naturales de los que se les ha alejado intencionadamente. Solo se protege lo que se conoce y se ama. Mientras tanto, en otros lugares e islas se promociona activamente el disfrute de sus mejores espacios naturales.

Otro ejemplo: en los casos en los que, en el pasado, existió una larga interacción entre individuo y determinados territorios, el abandono o la prohibición ha provocado la disminución o la desaparición de especies; y no son raros los casos, no sólo en Canarias, en los que la existencia de especies, como aves, depende del mantenimiento de determinadas actividades tradicionales como la agricultura.

El medio ambiente es un asunto de todos, y la democracia real consiste en la participación. Desgraciadamente, en éste y en otros temas, existe un autoritarismo supuestamente ilustrado cercano en el fondo a una dictadura. No se quiere rectificar a pesar de las numerosas evidencias y de la oposición ciudadana, estando algunos más interesados en defender sus intereses personales que el interés general.

En el caso del trazado previsto para la carretera que afectará a Tamadaba, nos enfrentamos a dos problemas antagónicos que afectan al mismo territorio, ambos perjudiciales. Por un lado, prohibiciones anacrónicas y arbitrarias; por otro lado, un afán depredador de irreversibles consecuencias para el futuro de la isla. Se limita o se prohíbe abusiva y discrecionalmente el tránsito libre por senderos y, de haberlas, no se perciben actuaciones eficaces contra plagas e introducción de especies foráneas agresivas como el rabo de gato, la tórtola turca, cotorras, etc. Esta situación esquizofrénica afecta también al conjunto de la isla, y no son raros los casos en los que los ciudadanos nos alegramos de que, afortunadamente, la propia administración prohibicionista carezca de medios y/o de interés para hacer efectivas determinadas medidas restrictivas. Por eso Gran Canaria necesita, hoy más que nunca, un enfoque global de desarrollo.

Y luego se pretende, sin ningún pudor, engañar a la ciudadanía con la declaración de Gran Canaria como Reserva de la Biosfera.

Se puede estar de acuerdo con esa declaración, siempre y cuando no suponga la exclusión del ciudadano de la naturaleza, pero para ello sería imprescindible, en primer lugar, paralizar ese gigantesco y costoso proyecto de carretera por Tamadaba, una C-80 con todo lo que supone, que solo beneficiará a corto plazo a constructores y especuladores diversos, para terminar de destrozar el único pedazo de costa relativamente bien conservada que nos queda en Gran Canaria. En definitiva, más de lo mismo, alquitrán, cemento, turismo clásico y golf. Las alternativas existentes, impulsadas desde “Tamadaba Sostenible. Otra vía es posible”, alumbran un futuro más humano para el conjunto de la isla, solucionaría los problemas de comunicación de los aldeanos con un coste económico mucho menor, y afectaría menos a Tamadaba.

No se olvide nunca que Gran Canaria es de todos y el bienestar y el futuro de la Aldea nos afecta y nos interesa a todos, no solo a los aldeanos.

Los que solo buscan el beneficio a corto plazo se frotan las manos, prestos a especular con uno de los pocos espacios naturales que quedan bien conservados y el único municipio costero que todavía no ha sido totalmente destruido por la especulación. De no ser por las modificaciones ya realizadas en el pasado sobre el proyecto original, gracias a las presiones de ciudadanos responsables, el daño habría sido espantoso, pero se puede hacer todavía mucho más por Gran Canaria.

Sorprendentemente, en este tipo de problemáticas, se observa una increíble e irresponsable carencia de propuestas alternativas en la oposición política, probablemente ocupada en presentar batalla en cuestiones mas rentables desde el punto de vista electoral.

Algunos pensamos que la costa de Gran Canaria, desde Veneguera hasta Guayedra, merece un destino mejor, un futuro diferenciado respecto del resto de la costa. Para ello, el Cabildo de la isla y el Gobierno de Canarias tienen ahora en sus manos quizás la última oportunidad de afrontar el futuro de Gran Canaria desde una perspectiva nueva, mas inteligente y más creativa. Más sostenible. Ese futuro pasaría, a mi entender, inexcusablemente, por apoyar a la población costera, desde la participación y el encuentro, fomentando su integración con el medio natural, impulsando y aprobando un muy bien dotado económicamente Plan Integral de Desarrollo que convierta, fundamentalmente a La Aldea, aunque también al resto de esa costa, en lo que de hecho ya es, un enclave único y diferenciado totalmente rodeado de los mejores espacios naturales de la isla.

No creo que se deba excluir ni tan siquiera el turismo tradicional, aunque de forma moderada, planificándolo desde una perspectiva nueva (¡no mas nichos ni mamotretos!) y respetuosa con el paisaje. Se trataría de convertir ciertas desventajas, como la lejanía, en un motor de desarrollo imaginativo acorde con el entorno. Y aquí cabe la rehabilitación de casas al estilo canario; el fomento de todo tipo de actividades lúdicas y deportivas en la naturaleza, desde un enfoque medioambiental, aprovechando todos los espacios naturales sin limitaciones absurdas, arbitrarias y mezquinas, pero con una gestión y vigilancia adecuada; parques temáticos; el fomento, de forma respetuosa con el medio ambiente, de actividades tradicionales de todo tipo, desde una perspectiva ecológica, como la implantación de una agricultura y ganadería ecológica, como contraposición al envenenamiento del territorio por el uso masivo que se ha hecho de pesticidas, con efectos ya denunciados en la salud de los aldeanos; el fomento de una gastronomía diferenciada; la introducción de nuevas actividades económicas; etc.

Estoy seguro que los canarios apoyaríamos un proyecto ilusionante como éste, respetuoso con el medio ambiente, ¡un oasis para Gran Canaria!, que, además, a la larga, sería sin duda beneficioso para el futuro turístico y económico de la isla. Los turistas quieren algo mas que cemento y alquitrán. También buscan cultura, gastronomía, tradiciones, belleza natural, tranquilidad, disfrute de la naturaleza, respeto al medio ambiente y desarrollo sostenible.

Pero a nadie se le puede negar el progreso a cambio de nada, como habitualmente se ha estado proponiendo o imponiendo desde determinados sectores ecologistas retardatarios, tanto institucionales como ciudadanos

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