CC, como siempre
ÁNGEL TRISTÁN PIMIENTA
Uno de los máximos empeños del presidente Adán Martín en la comida de Navidad con los medios de comunicación, celebrada en un hotelito rural en Agaete, fue convencer a sus contertulios de que ATI ya no existía: "A ATI la hemos liquidado" decía mirando fijamente a uno de los directores de periódico sentados a su mesa, que había mantenido en sus artículos la tesis de que el ´poder ático´ era quien mandaba en el Ejecutivo. "ATI ya no existe", insistía. "Ahora sólo existe Coalición Canaria". Y como no hay peor cuña que la de la misma madera, su antecesor y antiguo jefe en el Gobierno, Román Rodríguez, le plantea una enmienda a la totalidad. En una entrevista, distingue claramente entre una cosa y la otra: "Descarto de forma absoluta cualquier posibilidad de entendimiento con ATI y CC". Más adelante añadía: "Para sanear la política canaria hay que mandar a ATI a la oposición".
Este pronunciamiento se producía a las pocas horas de que José Carlos Mauricio provocara un auténtico terremoto en el interior de Coalición Canaria, y del Gabinete, al afirmar que el nuevo Decreto de Comercio se había hecho "pensando en Tenerife y no en Gran Canaria". Si se tiene en cuenta que las vísperas el propio Adán Martín se había reunido con representante de las pymes, para arropar la enésima normativa, la andanada del Consejero de Hacienda, directa a la línea de flotación, tiene una especial gravedad. No fue producto de una momentánea ´calentura de boca´, ni de una ingenua improvisación: fue un severo toque de atención que ATI, sea cual sea su forma de vida, ha entendido perfectamente.
Mientras las encuestas siguen detectando el hundimiento nacionalista en Gran Canaria, la realidad ofrece un diagnóstico político casi terminal. La organización del nacionalismo moderado y posibilista en la provincia de Las Palmas, aunque cada Isla sea un microcosmos con vida propia, está en fase de ´big bang´.
La solución no es negar la mayor y esconder la cabeza, como las avestruces, en un agujero. Los problemas de ahora son consecuencia del cierre en falso en el plano interno de la crisis con el Partido Popular. Cuando la cohabitación llegó a un punto de no retorno algunos analistas estimaron que el mayor obstáculo para que el PSOE se sentara en la mesa del Consejo no era su negativa, sino que Coalición Canaria necesitaba aumentar su presencia en la isla de Gran Canaria, donde más se había deteriorado. Si ese era el panorama - la escisión de Nueva Canarias estaba muy fresca, así como el paisaje de víctimas tras la batalla por la nominación a la presidencia- la solución que se arbitró fue dar más poder a los sectores afines a ATI. Eso fue evidente, y pronto se aceptó como algo ´natural´. Prueba de que los intereses de la organización en Gran Canaria no habían sido atendidos fue la aparición de cada vez más frecuentes toques de atención por parte de Mauricio.
Si a esto se le suma la descarada ayuda al tranvía Santa Cruz- La Laguna, la ´joya de la corona de Ricardo Melchior, que, se mire como se mire, se detrae de las subvenciones al transporte público regional; el malestar interno en la Escuela de Servicios Sociales y Sanitarios, cuyos trabajadores denuncian "un desmantelamiento a la zorruna" en Las Palmas, parecido procedimiento a otros anteriores ... la verdad es que el panorama no es nada tranquilizador. Las encuestas son pertinaces, y recogen, la generalidad de las que se van conociendo, un mecanismo de tendencias similar: baja importante de CC; baja, pero menor, del PP, y subida del PSC.
Aunque según Adán Martín en Tenerife haya desaparecido ATI, la hayan matado, se haya suicidado, o esté escondida con su ´mejor disfraz´, es obvio que el tinerfeñismo es la fuerza motriz de este fructífero invento macaronésico. Pero ¿y en Gran Canaria? Sin la pata grancanaria, si bien es posible conquistar algún Cabildo, es más difícil acceder al poder regional. Y esa pata grancanaria es la que está quebrada, sin que aún aparezca en el horizonte algo que pueda servir de salvavidas.
Lorenzo Olarte fue el primero en tocar la campana de aviso; Román Rodríguez, el segundo; ahora quien la toca es José Carlos Mauricio. Todos, adversarios entre sí. Pero no se sabe bien si es porque se ha detectado un iceberg, o porque estamos en pleno naufragio.
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