La rentabilidad de la cultura

OSCAR PLAZA BOLAÑOS

Que estemos en el vagón de cola del tren de las instituciones culturales en nuestro país, que la cantidad irrisoria de museos sea uno de los datos que saltan a la vista, que nuestros estudiantes no tengan lugares decentes donde estudiar y nuestra población en general carezca de sitios de esparcimiento cultural, parece que depende del saldo positivo que ello genere en las cuentas municipales para poder afrontar estos problemas y darles las soluciones necesarias. Y es que ahora, según parece, no se puede colocar una biblioteca en el Woermann porque, como dicen, su establecimiento en dicho lugar sería muy costoso y mermaría las arcas municipales.

Ahora me pregunto yo por qué la riqueza se mide sólo en lo que tengas metido en la cuenta corriente y no en los conocimientos, la cultura y el afán educativo que puedan poseer los vecinos. Quizás, y digo quizás, porque ello produciría una pérdida doble a ojos de los que gestionan en estos momentos los destinos de la población capitalina. Por un lado merman la cuenta corriente para seguir creando una ciudad para ricos como hasta la fecha se está haciendo, y por otro, porque la cultura, la sabiduría y el conocimiento de lo que ocurre en otras ciudades más avanzadas socialmente, pueda ser la peor traba que se les pondría en el camino de la transformación urbana sólo para pudientes de nuestra ciudad.

Y eso sin contar que una biblioteca en la zona del característico edificio provocaría masificación de estudiantes en una zona para gente tan selecta.
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