Impulso negativo
ÁNGEL TRISTÁN PIMIENTA
Está claro que Juan José Cardona, Consejero de Turismo del Cabildo, y todavía presidente insular del PP, tuvo razón cuando acusó a Carmelo Ramírez que querer "recolocarse" políticamente con sus mociones a favor de desdoblar la sede del Parlamento y de instar al Ejecutivo a frenar el desmantelamiento de Hecansa.
Es una obviedad, sobre todo en lo que toca a la Cámara regional (lo otro es una situación ´ex novo´) porque mientras el proponente estuvo en activo y no se había planteado el cisma nacionalista hizo mutis por el foro en esta concreta cuestión. Si se saca ahora puede obedecer a dos causas: a un espontáneo arrepentimiento similar al de Saulo de Tarso, que cuando se dirigía a perseguir cristianos se cayó del caballo y se levantó convertido en San
Pablo el apóstol; o a un imperativo táctico. Todo indica que se trata de lo segundo y no de lo primero.
Pero lo que menos importa, en el plano de la correcta gestión, son las razones que pueda tener ICAN para plantear esta proposición; da lo mismo que la intención sea fastidiar a Binter o a Fred. Olsen, porque los diputados viajarían menos, que intentar ganar unos votos en Gran Canaria, especialmente en unos momentos en que el PGC cabalga de nuevo intentando ocupar su espacio natural. Lo sustantivo es que el gobernante tiene que discernir lo que es conve niente para los intereses generales de lo que no lo es. Solamente debe de estar influido por estos motivos: hacer el bien, y si esto parece cursi, que las cosas salgan lo mejor posible para los más posibles. Es así de sencillo. Por lo tanto, para llegar a una conclusión, hay que saber si a Gran Canaria, que es el área de competencias del Cabildo de Gran Canaria -como el mismo nombre indica- le conviene que el Parlamento autonómico o bien tenga dos sedes, o al menos cuente con una delegación permanente en la primera ciudad del Archipiélago y cocapital estatutaria.
Confesaba recientemente el ex presidente popular José Miguel Bravo de Laguna que es responsabilidad del PP que esta iniciativa no se haya llevado a cabo desde hace años; pero como la memoria de los electores es floja, y los temas que deciden su voto dependen más de la retórica que de los hechos y las responsabilidades, pues es c ierto que los líderes se han acostumbrado a la impunidad. En condiciones ´normales´ nada tiene importancia, al menos en lo que de verdad cuenta para un partido político: el número de papeletas recibidas en cada elección. Con una adecuada dosis de populismo, mezclada con unas gotas de seguridad en sí mismos, un aliño de mentiras, y buenos dineros para una campaña de marketing, las cosas serias quedan en un segundo plano y el debate se lleva a la confrontación metafísica sobre elementos virtuales. Pero ni hay mal que cien años dure ni cuerpo que lo aguante. El 14-M
debe ser un recordatorio de que a veces ocurre lo imprevisto.
Cuando se intentó negar la evidencia del ´Prestige´ y se actuó con altanería y prepotencia al principio pareció que todo se había superado; lo mismo sucedió con los repetidos escándalos económicos, ninguneados y despejados a córner con la ayuda de una fiscalía dócil; y finalmente llegó la guerra de Irak y el gran desastre, consecuencia de que los objetivos reales eran falsos señuelos y de una sucesión de engaños. El 11 M precipitó la reacción, y ocurrió lo que ocurrió.
Nunca se sabe lo que puede suceder a pesar de que la tradición parezca indicar un cierto pasotismo. Pero no debería ignorar José Manuel Soria (que en última instancia es el que manda en la derecha sin que nadie le rechiste) que en los últimos tiempos se van amontonando los problemas. En el campo del Pleito, con el que hay que convivir y sacar el mejor partido, la presión de ATI es claramente detectada por los sismógrafos grancanarios. El conflicto de Hecansa existe; lo mismo que el de Socaem y el de algunas empresas públicas... Y si a eso se le suma la falta de sensibilidad con respecto a la descentralización del Parlamento, y se le anexan el pleito del Istmo, el feo asunto de los aerogeneradores eólicos, que ha hecho levantar la ceja a más de un experto en el campo de la Justicia, y algún ´caso´ más que irá aflorando en las próximas semanas y meses... pues parece que la estrategia más adecuada no es responder a las mociones de la oposición simplemente que no, porque no, y punto. Que no se crea nadie que la gente ha olvidado que el propio Cardona exigió al Gobierno canario
una compensación por los millones de euros dados ´gratia et amore´ al tranvía de Tenerife y que luego no sólo se le impidió hablar en el pleno sino que se ha intentado silenciar esta
asignatura pendiente.
Hasta ahora a los ´populares´ isleños les ha funcionado el talante a lo Bush, si bien de vez en cuando ensayan una sonrisa beatífica que dura lo justo porque el impulso genético es muy fuerte. Pregunta: ¿debe condicionar una alianza de gobernación todo lo demás?, ¿vale la pena, material y éticamente, que todo se subordine a seguir ocupando tres consejerías? En el fondo, al PP y al PSC les pasa lo mismo: que una sola cosa grande les puede hacer olvidar
y menospreciar a muchísimas pequeñas, que sumadas son más.
Está claro que Juan José Cardona, Consejero de Turismo del Cabildo, y todavía presidente insular del PP, tuvo razón cuando acusó a Carmelo Ramírez que querer "recolocarse" políticamente con sus mociones a favor de desdoblar la sede del Parlamento y de instar al Ejecutivo a frenar el desmantelamiento de Hecansa.
Es una obviedad, sobre todo en lo que toca a la Cámara regional (lo otro es una situación ´ex novo´) porque mientras el proponente estuvo en activo y no se había planteado el cisma nacionalista hizo mutis por el foro en esta concreta cuestión. Si se saca ahora puede obedecer a dos causas: a un espontáneo arrepentimiento similar al de Saulo de Tarso, que cuando se dirigía a perseguir cristianos se cayó del caballo y se levantó convertido en San
Pablo el apóstol; o a un imperativo táctico. Todo indica que se trata de lo segundo y no de lo primero.
Pero lo que menos importa, en el plano de la correcta gestión, son las razones que pueda tener ICAN para plantear esta proposición; da lo mismo que la intención sea fastidiar a Binter o a Fred. Olsen, porque los diputados viajarían menos, que intentar ganar unos votos en Gran Canaria, especialmente en unos momentos en que el PGC cabalga de nuevo intentando ocupar su espacio natural. Lo sustantivo es que el gobernante tiene que discernir lo que es conve niente para los intereses generales de lo que no lo es. Solamente debe de estar influido por estos motivos: hacer el bien, y si esto parece cursi, que las cosas salgan lo mejor posible para los más posibles. Es así de sencillo. Por lo tanto, para llegar a una conclusión, hay que saber si a Gran Canaria, que es el área de competencias del Cabildo de Gran Canaria -como el mismo nombre indica- le conviene que el Parlamento autonómico o bien tenga dos sedes, o al menos cuente con una delegación permanente en la primera ciudad del Archipiélago y cocapital estatutaria.
Confesaba recientemente el ex presidente popular José Miguel Bravo de Laguna que es responsabilidad del PP que esta iniciativa no se haya llevado a cabo desde hace años; pero como la memoria de los electores es floja, y los temas que deciden su voto dependen más de la retórica que de los hechos y las responsabilidades, pues es c ierto que los líderes se han acostumbrado a la impunidad. En condiciones ´normales´ nada tiene importancia, al menos en lo que de verdad cuenta para un partido político: el número de papeletas recibidas en cada elección. Con una adecuada dosis de populismo, mezclada con unas gotas de seguridad en sí mismos, un aliño de mentiras, y buenos dineros para una campaña de marketing, las cosas serias quedan en un segundo plano y el debate se lleva a la confrontación metafísica sobre elementos virtuales. Pero ni hay mal que cien años dure ni cuerpo que lo aguante. El 14-M
debe ser un recordatorio de que a veces ocurre lo imprevisto.
Cuando se intentó negar la evidencia del ´Prestige´ y se actuó con altanería y prepotencia al principio pareció que todo se había superado; lo mismo sucedió con los repetidos escándalos económicos, ninguneados y despejados a córner con la ayuda de una fiscalía dócil; y finalmente llegó la guerra de Irak y el gran desastre, consecuencia de que los objetivos reales eran falsos señuelos y de una sucesión de engaños. El 11 M precipitó la reacción, y ocurrió lo que ocurrió.
Nunca se sabe lo que puede suceder a pesar de que la tradición parezca indicar un cierto pasotismo. Pero no debería ignorar José Manuel Soria (que en última instancia es el que manda en la derecha sin que nadie le rechiste) que en los últimos tiempos se van amontonando los problemas. En el campo del Pleito, con el que hay que convivir y sacar el mejor partido, la presión de ATI es claramente detectada por los sismógrafos grancanarios. El conflicto de Hecansa existe; lo mismo que el de Socaem y el de algunas empresas públicas... Y si a eso se le suma la falta de sensibilidad con respecto a la descentralización del Parlamento, y se le anexan el pleito del Istmo, el feo asunto de los aerogeneradores eólicos, que ha hecho levantar la ceja a más de un experto en el campo de la Justicia, y algún ´caso´ más que irá aflorando en las próximas semanas y meses... pues parece que la estrategia más adecuada no es responder a las mociones de la oposición simplemente que no, porque no, y punto. Que no se crea nadie que la gente ha olvidado que el propio Cardona exigió al Gobierno canario
una compensación por los millones de euros dados ´gratia et amore´ al tranvía de Tenerife y que luego no sólo se le impidió hablar en el pleno sino que se ha intentado silenciar esta
asignatura pendiente.
Hasta ahora a los ´populares´ isleños les ha funcionado el talante a lo Bush, si bien de vez en cuando ensayan una sonrisa beatífica que dura lo justo porque el impulso genético es muy fuerte. Pregunta: ¿debe condicionar una alianza de gobernación todo lo demás?, ¿vale la pena, material y éticamente, que todo se subordine a seguir ocupando tres consejerías? En el fondo, al PP y al PSC les pasa lo mismo: que una sola cosa grande les puede hacer olvidar
y menospreciar a muchísimas pequeñas, que sumadas son más.
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