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La Voz de Gran Canaria

La vaina de los salmones

La vaina de los salmones JOSÉ H. CHELA

Bueno. Pues, hala, para jeringar; y no sólo para jeringar, sino por puro convencimiento, me parece que el lío de la pesca salmonífera del señor Soria por aguas noruegas en tanto ZP visitaba Gran Canaria, se ha desmadrado un punto o, por decirlo de otra manera, se ha tomado, en general, el rábano por unas hojas que pudieran pertenecer a otra hortaliza. Y es que, además, les juro, me encanta discrepar.

Veamos: el hecho de que don José Manuel Soria, presidente cabildicio que lo es, acepte la invitación de un empresario noruego para solazarse y tal y, de paso, qué se yo, o sea, que pueda haber, en ello, indicios de corrupción y de mamandurrias y de asuntos similares, es una cosa. Que puede indignar al personal y hacer que ponga el grito en el cielo, en la fiscalía y allá donde le alcance la voz de la calentura. Hasta ahí, de acuerdo.

Pero, la otra cosa es que la circunstancia de que este hecho se haya producido durante la visita del señor Zapatero –jefe del Gobierno y no del Estado, como aquí se decía muy incorrectamente, que también hay que ver las vigas en el ojo propio-, carece de la menor importancia. Entre otras razones, porque la visita del presidente del Ejecutivo de la nación no era oficial. Don José Luis también estuvo en La Laguna, en una cita igualmente de carácter no gubernamental, sino partidista y mitinera. Y nadie se ha preguntado dónde estaba en esos momentos, o sea en los momentos del mitin, don Ricardo Melchior (quizás inspeccionando, por sorpresa las obras del tranvía) o qué hacía la anfitriona municipal, Anita Oramas, que, seguramente, participaba en alguna de las muchas romerías que se celebran en los barrios del término por estas fechas.

Lo único que ocurre es que, con este suceso, Soria ha vuelto a demostrar su aguda inteligencia y, de paso, la brillante perspicacia de sus asesores. Si su periplo noruego, deportivo y quién sabe qué más de esas jornadas veraniegas, no hubiese coincidido con la presencia de ZP en la isla, acaso nadie se habría interrogado acerca de dónde estaba el líder de los populares archipielágicos y titular del Cabildo grancanario en esos instantes.

En resumidas cuentas, lo que quiero decir es que Soria no tenía ninguna obligación social, oficial o política de permanecer en su puesto y en el machito de su cargo insular por el simple hecho de que a Zapatero se le ocurriese recalar por Gran Canaria. Otra cosa es lo de la pesca, lo de la invitación empresarial y sus repercusiones, que eso sí puede tener miga. Pero, debe, objetivamente, desligarse lo uno de lo otro, No guarda relación. A la derecha siempre le ha tirado mucho la pesca del salmón, y hay que disculparle esa querencia, que viene de los tiempos de Franco y de sus gloriosas hazañas en las aguas del Sella y del Nalón, cuando al caudillo, los hombres rana del Régimen, sabiamente camuflados –porque la profundidad de esos ríos no da para mucho- le enganchaban las mejores piezas de la temporada en el anzuelo. Me gustaría saber cuántos peces, de verdad, pescó don Zoria en sus inoportunas vacaciones. Aunque lo verdaderamente interesante sería averiguar a qué otro tipo de capturas se dedicó en los entretantos.
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