El tren (chicha) pasa por el Parlamento
TERESA CARDENES
Una situación realmente pintoresca podría desencadenarse a partir de mañana en el pleno presupuestario del Parlamento de Canarias alrededor del tranvía de Tenerife y los diez millones de euros adicionales que el Estado incluyó en sus cuentas para 2006 con destino al transporte terrestre en las Islas.
Hasta última hora de ayer, el Grupo Parlamentario Socialista mantenía intacta la tesis que proclamó en una enmienda a los Presupuestos canarios y que exige repartir entre todas las Islas los disputados 10 millones, a mayor berrinche del presidente del Cabildo de Tenerife, Ricardo Melchior, y del jefe de filas de Coalición Canaria, Paulino Rivero.
En medio de la polémica desatada por esta partida presupuestaria, cuya explosiva mecha encendió sin rodeos el propio Partido Socialista Canario, Rivero no ha cesado de repetir que la pretensión de destinar los diez millones al tren ligero no obedecía a un invento de CC-Tenerife, sino a un pacto alcanzado en su día con la propia dirección federal del PSOE en el marco de la negociación sobre los Presupuestos del Estado.
Los socialistas canarios, sin embargo, se han atrincherado en torno a la tesis de que, salvo que reciban una indicación expresa de Madrid que avale la tesis de Rivero y recomiende el cumplimiento de compromisos previos, su grupo votará a favor de su propia enmienda, que previsiblemente contaría también con el apoyo, ya adelantado en ponencia, de los diputados populares. PSC y PP protagonizarían, en ese caso, un bofetón político a las pretensiones de Melchior y de Rivero, pero también al propio Gobierno canario, al que sólo le quedaría la opción de enviar a los raíles del tren ligero tinerfeño sus propios recursos autonómicos.
La situación sería desde luego más rocambolesca todavía si, en efecto, una instrucción de Rubalcaba obligara al PSC a desandar lo andado y a retirar su enmienda. Pues entonces serían los propios socialistas canarios los condenados a una situación muy próxima al ridículo. De momento, Rubalcaba calla y sus acólitos asienten ante la tesis de Rivero, pero acto seguido se quitan de en medio para sugerir al Gobierno de Adán Martín que sea él quien resuelva el entuerto y el reparto. Una forma muy fina de repartir veneno.
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