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La Voz de Gran Canaria

La seguridad europea

La seguridad europea ÁNGEL TRISTÁN PIMIENTA

En el mundo arcangélico en que viven algunas personas, cualquier referencia al tema militar produce sarpullido. La reacción es inmediata: muestras de sorpresa, contenida indignación - en los que de entrada no se echan al monte, que es lo más frecuente - y descalificación general de los que, directa o indirectamente, propugnen una política de defensa a la altura de las circunstancias. Esto, que se repite, y se repite, y que dura, y dura, como el anuncio de unas pilas, se está reflejando también en el debate sobre el Tratado que establece la primera Constitución Europea. Hay opinadores, tertulianos y políticos que se rasgan las vestiduras porque el texto elaborado por la Convención consigne expresamente que se cuidará el lado militar buscando su mayor eficiencia.

Esto, que es de perogrullo, algo elemental que no se discute en las sociedades democráticas, excepto por minorías extravagantes, en España tiene cierta audiencia en los círculos progresistas. Aun hoy se cuestiona y descalifica la pertenencia a la OTAN, como si nada hubiera pasado, como si el ingreso de casi todos los países ex soviéticos sometidos a la tutela de Moscú no fuera suficiente argumento por sí mismo acerca de la valía de la Alianza Atlántica para promover la estabilidad y defender los valores de la civilización occidental, un acervo que ya es patrimonio de la humanidad.

Pues bien, ya hay quienes anuncian su No porque se trata de una Carta Magna militarista a la que se le ven incluso insuperables contradicciones al apostar por un lado por la paz y por el otro por tener unas fuerzas armadas modernas y suficientes, o por propugnar modelos de desarrollo sostenible y ecologistas a la vez que se plantea la competitividad y un mercado dinámico. Pero no hay tales anacronismos ni incompatibilidades. La vida es una sucesión de sumas.

La duradera paz que ha vivido Europa, algo insólito en su historia, ha sido consecuencia de la determinación de Estados Unidos y de los aliados de mantener firmes los cimientos de la contención y de la disuasión. El último paso fue el rearme de los 80 cuando la URSS renovó unilateralmente los SS-19 y la Organización del Tratado del Atlántico Norte respondió sustituyendo a sus obsoletos misiles por los Persing y los Cruising de nueva generación, arrostrando multitudinarias manifestaciones pacifistas de personas bienpensantes que, en buena parte, no se habían enterado de
que los Reyes Magos son los padres.

El conflicto en los Balcanes probó, como se dice en las películas americanas de policías y jueces, "más allá de toda duda razonable", que la UE no estaba preparada para solucionar un conflicto en su área de competencias. Fueron los EEUU y la Alianza los que se encargaron de la dirección de la gestión de la crisis, aunque el español Javier Solana logró acercar posturas y hacer que Europa tuviera inmediatamente un papel central. Problemas posteriores, como el envío de una fuerza expedicionaria a la República Democrática del Congo, o el protagonismo en Afganistán, han marcado el principio
de una nueva etapa en la política exterior común. Como asegura Javier Solana, ´mister Pesc´, en la ´Estrategia Europea de Seguridad´ adoptada por los Jefes de Estado y de Gobierno el 12 de diciembre de 2003 , "agresiones de gran escala contra un Estado miembro resultan hoy improbables. En cambio, Europa tiene que afrontar nuevas amenazas más diversas, menos visibles y menos predecibles". Y estas amenazas están en cualquier parte: el terrorismo internacional, la proliferación de armamento nuclear y biológico, conflictos regionales "que pueden degenerar en extremismo, terrorismo y descomposición del Estado", un aspecto, este último, que puede a su vez dar lugar al tráfico de narcóticos, de armas,
de mujeres... "La unión de estos diferentes elementos- el terrorismo empeñado en ejercer la máxima violencia, la disponibilidad de armas de destrucción masiva, la delincuencia organizada, el debilitamiento del sistema estatal y la privatización de la fuerza - nos colocaría sin duda, frente a una amenaza muy radical". Y dispersa. "(...) La primera línea de defensa a menudo estará en el extranjero", si bien ninguno de estos riesgos es meramente militar. "Cada
uno de ellos requiere una combinación de instrumentos". Los Balcanes son un buen ejemplo: allí gracias a los esfuerzos concertados de la UE, Estados Unidos, Rusia, la OTAN, y otros interlocutores, la estabilidad de la región ha dejado de estar amenazada por un conflicto grave, procediéndose en paralelo a su reconstrucción y a la creación de "buenos gobiernos" que generen progreso y seguridad.

Pero tales objetivos estratégicos y políticos necesitan un cambio militar, tanto desde el punto de vista doctrinal como
del instrumental. "Para que nuestros ejércitos se conviertan en fuerzas móviles más flexibles", capaces de hacer frente a los nuevos desafíos, "serán necesarios mayores recursos para la defensa, y un uso más eficaz de los mismos", sobre todo en la fase post bélica. Es pura sensatez. Hasta los más progresistas y demócratas de Vecindario y Fuerteventura piden más Guardia Civil y mejores patrulleras.
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