La celda del Fraile
Publicado en: La Opinión de Tenerife (Santa Cruz de Tenerife), 7-9-2004
ALFONSO GONZÁLEZ JEREZ
El estólido y vacuo rebumbio montado la pasada semana por los presidentes de la Confederación Canaria de Empresarios y la Federación de Empresarios Turísticos de Las Palmas desprende un doble tufo curioso: uno es la pestilencia que emite la tontería deliberada. Como ni Mario Rodríguez ni Fernando Fraile son tontos, la zarrapastrosa indigencia argumental que usan para denunciar el secuestro por ATI de la Consejería de Turismo para violarla día sí y día no en la sañuda Tenerife, es simple maquillaje para un rostro que nada tiene que ver con el isloteñismo vindicativo. Uno ya soporta casi todo, pero no puede tragar con la mierda del insularismo, sea en el caso de la red transfusional, un intento de vampirización de nuestro sagrado plasma por los dráculas canariones, sea en el caso de Saturno, putrefacto vertedero de irregularidades, cochambeos y enchufismo desde hace más de una década, un modelo de gestión promocional del que todos los grupos empresariales canarios maldecían, pero que ahora es el sacrosanto núcleo de la Consejería de Turismo del Gobierno autónomo. Hablo del insularismo no como una superstición aldeana, sino como una simple estratagema propagandística que oculta intereses propios.
En el jardín de este insularismo falaz puede plantarse cualquier cosa, que enseguida florece, madura, se pudre y aumenta la feracidad de las mentiras y dislates. Como afirmar con indignación que Tenerife recibe un millón de turistas más que Gran Canaria. Rodríguez y Fraile no desconocen que el diferencial de visitantes entre las islas se mantiene y acrecienta desde hace lustros, incluidos los de Olarte y Becerra al frente del departamento, y ese dato estrambóticamente interpretado, en todo caso, habla a favor de Parejo como consejera de Turismo del Cabildo y no en su contra como viceconsejera de Turismo del Gobierno. Chiquitos empresarios los que aúllan quejumbrosamente porque no saben competir en el mercado y culpan a cualquier Gobierno de su negligencia.
"Esto es un claro despojo de competencias", dice Rodríguez; debe referirse a la incompetencia de Fraile y sus representados, porque la Consejería de Turismo no ha traspasado a la Dirección General de Productos Hortofrutícolas su ámbito competencial. La central de reservas no funcionaba, en particular desde que se intensificó el uso de internet, y una vez diagnosticado el estado inoperante e ineficaz de Saturno, Herrera y Parejo han propuesto otro: un conjunto de sociedades de promoción insulares con participación pública y privada, institucional y empresarial, que se coordinarían en un organismo de carácter regional. Obviamente ni Rodríguez ni Fraile quieren hablar de cosas tan complejas y enojosas como transformar el modelo de gestión promocional y formativa del turismo en Canarias.
Un teólogo medieval español decía que la santidad de un fraile dependía de su voluntad y de todas las cosas de Dios, incluida la celda donde oraba y dormía, una demasiado luminosa y suntuosa no era conveniente. Lo que le pasa a este Fraile es que ora y duerme en un celda que es un palacio de congresos, cerca del mar y de las dunas de Maspalomas, y que un dios al que llaman Eustasio vigila con celo paternal sus sueños y sus plegarias.
ALFONSO GONZÁLEZ JEREZ
El estólido y vacuo rebumbio montado la pasada semana por los presidentes de la Confederación Canaria de Empresarios y la Federación de Empresarios Turísticos de Las Palmas desprende un doble tufo curioso: uno es la pestilencia que emite la tontería deliberada. Como ni Mario Rodríguez ni Fernando Fraile son tontos, la zarrapastrosa indigencia argumental que usan para denunciar el secuestro por ATI de la Consejería de Turismo para violarla día sí y día no en la sañuda Tenerife, es simple maquillaje para un rostro que nada tiene que ver con el isloteñismo vindicativo. Uno ya soporta casi todo, pero no puede tragar con la mierda del insularismo, sea en el caso de la red transfusional, un intento de vampirización de nuestro sagrado plasma por los dráculas canariones, sea en el caso de Saturno, putrefacto vertedero de irregularidades, cochambeos y enchufismo desde hace más de una década, un modelo de gestión promocional del que todos los grupos empresariales canarios maldecían, pero que ahora es el sacrosanto núcleo de la Consejería de Turismo del Gobierno autónomo. Hablo del insularismo no como una superstición aldeana, sino como una simple estratagema propagandística que oculta intereses propios.
En el jardín de este insularismo falaz puede plantarse cualquier cosa, que enseguida florece, madura, se pudre y aumenta la feracidad de las mentiras y dislates. Como afirmar con indignación que Tenerife recibe un millón de turistas más que Gran Canaria. Rodríguez y Fraile no desconocen que el diferencial de visitantes entre las islas se mantiene y acrecienta desde hace lustros, incluidos los de Olarte y Becerra al frente del departamento, y ese dato estrambóticamente interpretado, en todo caso, habla a favor de Parejo como consejera de Turismo del Cabildo y no en su contra como viceconsejera de Turismo del Gobierno. Chiquitos empresarios los que aúllan quejumbrosamente porque no saben competir en el mercado y culpan a cualquier Gobierno de su negligencia.
"Esto es un claro despojo de competencias", dice Rodríguez; debe referirse a la incompetencia de Fraile y sus representados, porque la Consejería de Turismo no ha traspasado a la Dirección General de Productos Hortofrutícolas su ámbito competencial. La central de reservas no funcionaba, en particular desde que se intensificó el uso de internet, y una vez diagnosticado el estado inoperante e ineficaz de Saturno, Herrera y Parejo han propuesto otro: un conjunto de sociedades de promoción insulares con participación pública y privada, institucional y empresarial, que se coordinarían en un organismo de carácter regional. Obviamente ni Rodríguez ni Fraile quieren hablar de cosas tan complejas y enojosas como transformar el modelo de gestión promocional y formativa del turismo en Canarias.
Un teólogo medieval español decía que la santidad de un fraile dependía de su voluntad y de todas las cosas de Dios, incluida la celda donde oraba y dormía, una demasiado luminosa y suntuosa no era conveniente. Lo que le pasa a este Fraile es que ora y duerme en un celda que es un palacio de congresos, cerca del mar y de las dunas de Maspalomas, y que un dios al que llaman Eustasio vigila con celo paternal sus sueños y sus plegarias.
0 comentarios