La tierra de los Guanartemes (1)
Extractado del libro:
La Tierra de los Guanartemes (Canarias Orientales) de Luis Morote Greus. París, 1910.
Las Palmas á vista de pájaro
Estábamos en lo alto. Bajamos del coche dejando á nuestra espalda el castillo del Rey ó de San Francisco y a los pocos pasos entramos en la casa de señales, en la Atalaya. Es un puro deslumbramiento de la vista, mirar la ciudad y mirar el vasto Océano desde aquella altura. Yo me rindo ante una naturaleza como esta, próvida y magnífica, suntuosa en sus panoramas, plagada de bellezas, porque lo limitado de la palabra humana no acierta á reflejar las sensaciones del alma.
Sí, limitación y pobreza del lenguaje hablado o escrito, al menos en mi caso, porque después de haber vertido sobre el papel adjetivos y ditirambos, todavía quedara algo intraducible, que se expresa mejor recogiéndose en el silencio. Eso quise hacer durante un rato, no se cuanto rato, en que me puse a mirar callando, pero luego pudo más la curiosidad y me desate en preguntas.
No dejé en paz al amigo Hurtado hasta que me nombró por sus nombres todo lo que se veía. ¡Encantador horizonte! No hay ciudad que no sea bella contemplada desde una altura; pero el espectáculo resulta más hermoso si esa ciudad se asienta sobre el mar, como que se inclina y descansa sobre el mar.
Lombroso, que además de ser un sabio antropólogo fué un poeta, escribió hace tiempo un opúsculo titulado Perché fu grande Venezia?, y a la pregunta contestaba con un himno sublime cantado al mar, con sus azotes, con sus furores, posee el don de despertar las energías humanas, aun las mas dormidas. Tierra, ciudad ó nación que lucha con el mar y logra vencerlo es tierra preparada para toda clase de divinas empresas. Y lo es porque con esa lucha el hombre aprende a amar la libertad sobre todas las cosas. Por el mar el conocimiento y trato de pueblos y razas distintos; por el mar se aprende la noción de que la humanidad es grande é inmensa y además hermana; por el se establece el comercio entre las gentes, pues todos los dioses de la Mitología fué el bello Hermes con sus pies alados, el más liberal y tolerante y civilizado de los Dioses. Desde que el mundo es mundo, el habitante de isla es un ser despreocupado de supersticiones, amores insensatos y tenaces á unos mismos ídolos, llámense como se llamen. El isleño, por naturaleza, temperamento y hasta por necesidad, es tolerante, aficionado al progreso. Dijérase que el mar con beso de sus olas y el viento con el beso de sus ráfagas, le traen la fecunda semilla de nuevas ideas, de descubrimientos nuevos. Perchè fu grande Venezia?.
II
En lo antiguo se llamaba á la isla de Gran Canaria, Tamarán, lo que, según los historiadores - y lo tomo de la historia de D. Agustin Millares, - significaba en la lengua de los primitivos habitantes, "país de valientes"-. País de valientes tuvo que ser, en efecto, un pueblo que se aposentaba sobre volcanes, y lavas, sobre riscos y precipicios, sobre un suelo surgido del mar.
País de valientes para que se dedicasen á labrar y sembrar teniendo que inventar, que crear la misma tierra. País de valientes en una costa la más inabordable que cabeimaginar. País de valientes, porque tenían como única riqueza la inestimable riqueza del clima. Estamos en lo más fuerte de la tarde, en día en que el sol, libre del providente toldo de las nubes, luce todos sus esplendores; en una terraza sin techumbre y expuestos a todas las caricias de los rayos de Febo. Pues bien, el calor no se siente y el teniente Bonet, del castillo del Rey, asegura que por la noche hace frío. La claridad esplendorosa limpia el horizonte de sombras y celajes. A la derecha de la Atalaya y en la parte más alta de Vegueta, descubro el antiguo convento de Santo Domingo, donde está hoy el Hospital de San Lázaro para leprosos. Mas acá, el que fué en tiempos convento de San Agustfn y luego fué y aun es, Audiencia. En esta parte de la ciudad está el Seminario Conciliar, la Catedral, el Palacio Episcopal. La Catedral, que se descubre a lo lejos al llegar á Las Palmas
desde el mar, por sus torres negras, por su masa negra de piedra. Ya en 1485, dos años después de la rendición de Gran Canaria á las armas españolas, se trasladó desde Rubicón a Las Palmas, la primitiva Catedral, ocupando el pobre y estrecho recinto de la ermita llamada de San Antón, que estaba èntonces, según cuentan, dentro de los tapiales del campamento.
Y mass tarde, en 1496, acordó el Cabildo construir un templo en el solar que se habia repartido á Juan de Siberio Mujica. Y después pasó por las manos de una porción de arquitectos, desde el sevillano Motaude a los planos del canonigo Diego Nicolás Eduardo. Así hecha á retazos no tiene ni puede tener un estilo definido, la magnificencia de las famosas catedrales de la Península, y sólo se puede considerar con aprecio el frontis principal, frontis greco-romano, la torre de la derecha con sus campanas y su reloj. Pero aun así es una mole respetable de cerca de seis mil metros cuadrados. Da la impresión frente al mar, que es una fortaleza mas que un templo. También en Vegueta, y además de la Audiencia, están la casa Regencia, el Ayuntamiento, el Hospital general con su Hospicio y Casa-Cuna y la destartalada Delegación del Gobierno de la Provincia. Junto al mar, el Mercado y la Pescadería.
Bien se ve que el Regente de la Audiencia era en tiempos no muy pretéritos, hasta los comienzos del siglo XIX, la persona m6s considerable de la ciudad y del Archipiélago. Fué el Capitán General á la vez Regente, y de ahí la suntuosidad de su morada. La casa Regencia es uno de los edificios que honran á esta urbe.
(Continuará...)
La Tierra de los Guanartemes (Canarias Orientales) de Luis Morote Greus. París, 1910.
Las Palmas á vista de pájaro
Estábamos en lo alto. Bajamos del coche dejando á nuestra espalda el castillo del Rey ó de San Francisco y a los pocos pasos entramos en la casa de señales, en la Atalaya. Es un puro deslumbramiento de la vista, mirar la ciudad y mirar el vasto Océano desde aquella altura. Yo me rindo ante una naturaleza como esta, próvida y magnífica, suntuosa en sus panoramas, plagada de bellezas, porque lo limitado de la palabra humana no acierta á reflejar las sensaciones del alma.
Sí, limitación y pobreza del lenguaje hablado o escrito, al menos en mi caso, porque después de haber vertido sobre el papel adjetivos y ditirambos, todavía quedara algo intraducible, que se expresa mejor recogiéndose en el silencio. Eso quise hacer durante un rato, no se cuanto rato, en que me puse a mirar callando, pero luego pudo más la curiosidad y me desate en preguntas.
No dejé en paz al amigo Hurtado hasta que me nombró por sus nombres todo lo que se veía. ¡Encantador horizonte! No hay ciudad que no sea bella contemplada desde una altura; pero el espectáculo resulta más hermoso si esa ciudad se asienta sobre el mar, como que se inclina y descansa sobre el mar.
Lombroso, que además de ser un sabio antropólogo fué un poeta, escribió hace tiempo un opúsculo titulado Perché fu grande Venezia?, y a la pregunta contestaba con un himno sublime cantado al mar, con sus azotes, con sus furores, posee el don de despertar las energías humanas, aun las mas dormidas. Tierra, ciudad ó nación que lucha con el mar y logra vencerlo es tierra preparada para toda clase de divinas empresas. Y lo es porque con esa lucha el hombre aprende a amar la libertad sobre todas las cosas. Por el mar el conocimiento y trato de pueblos y razas distintos; por el mar se aprende la noción de que la humanidad es grande é inmensa y además hermana; por el se establece el comercio entre las gentes, pues todos los dioses de la Mitología fué el bello Hermes con sus pies alados, el más liberal y tolerante y civilizado de los Dioses. Desde que el mundo es mundo, el habitante de isla es un ser despreocupado de supersticiones, amores insensatos y tenaces á unos mismos ídolos, llámense como se llamen. El isleño, por naturaleza, temperamento y hasta por necesidad, es tolerante, aficionado al progreso. Dijérase que el mar con beso de sus olas y el viento con el beso de sus ráfagas, le traen la fecunda semilla de nuevas ideas, de descubrimientos nuevos. Perchè fu grande Venezia?.
II
En lo antiguo se llamaba á la isla de Gran Canaria, Tamarán, lo que, según los historiadores - y lo tomo de la historia de D. Agustin Millares, - significaba en la lengua de los primitivos habitantes, "país de valientes"-. País de valientes tuvo que ser, en efecto, un pueblo que se aposentaba sobre volcanes, y lavas, sobre riscos y precipicios, sobre un suelo surgido del mar.
País de valientes para que se dedicasen á labrar y sembrar teniendo que inventar, que crear la misma tierra. País de valientes en una costa la más inabordable que cabeimaginar. País de valientes, porque tenían como única riqueza la inestimable riqueza del clima. Estamos en lo más fuerte de la tarde, en día en que el sol, libre del providente toldo de las nubes, luce todos sus esplendores; en una terraza sin techumbre y expuestos a todas las caricias de los rayos de Febo. Pues bien, el calor no se siente y el teniente Bonet, del castillo del Rey, asegura que por la noche hace frío. La claridad esplendorosa limpia el horizonte de sombras y celajes. A la derecha de la Atalaya y en la parte más alta de Vegueta, descubro el antiguo convento de Santo Domingo, donde está hoy el Hospital de San Lázaro para leprosos. Mas acá, el que fué en tiempos convento de San Agustfn y luego fué y aun es, Audiencia. En esta parte de la ciudad está el Seminario Conciliar, la Catedral, el Palacio Episcopal. La Catedral, que se descubre a lo lejos al llegar á Las Palmas
desde el mar, por sus torres negras, por su masa negra de piedra. Ya en 1485, dos años después de la rendición de Gran Canaria á las armas españolas, se trasladó desde Rubicón a Las Palmas, la primitiva Catedral, ocupando el pobre y estrecho recinto de la ermita llamada de San Antón, que estaba èntonces, según cuentan, dentro de los tapiales del campamento.
Y mass tarde, en 1496, acordó el Cabildo construir un templo en el solar que se habia repartido á Juan de Siberio Mujica. Y después pasó por las manos de una porción de arquitectos, desde el sevillano Motaude a los planos del canonigo Diego Nicolás Eduardo. Así hecha á retazos no tiene ni puede tener un estilo definido, la magnificencia de las famosas catedrales de la Península, y sólo se puede considerar con aprecio el frontis principal, frontis greco-romano, la torre de la derecha con sus campanas y su reloj. Pero aun así es una mole respetable de cerca de seis mil metros cuadrados. Da la impresión frente al mar, que es una fortaleza mas que un templo. También en Vegueta, y además de la Audiencia, están la casa Regencia, el Ayuntamiento, el Hospital general con su Hospicio y Casa-Cuna y la destartalada Delegación del Gobierno de la Provincia. Junto al mar, el Mercado y la Pescadería.
Bien se ve que el Regente de la Audiencia era en tiempos no muy pretéritos, hasta los comienzos del siglo XIX, la persona m6s considerable de la ciudad y del Archipiélago. Fué el Capitán General á la vez Regente, y de ahí la suntuosidad de su morada. La casa Regencia es uno de los edificios que honran á esta urbe.
(Continuará...)
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