El mito del perverso canarión
JOSÉ A. ALEMÁN
Los estudiosos tienen, en general, un buen concepto de los mitos. Para Schelling, un pueblo existe sólo en la medida en que se ha definido en relación a su mitología. Muchos están de acuerdo con Barth en que el mito elimina el aislamiento [...], implanta la unanimidad hasta convertirse, según M. Sagrera, en la expresión cognoscitiva por excelencia de la unidad social. Comparte esa idea incluso Huxley, que definió cínicamente la nación como una sociedad unida por un error común respecto de sus orígenes y una aversión común respecto de sus vecinos.
Pero los mitos son como el colesterol: los hay buenos y malos. Y entre los segundos figuran los demonológicos, de los que el peor es el de la conspiración mundial de los judíos para hacerse con el planeta.
A escala isleña, se aprecia en el entorno ático, por paralelismo, el culto al mito demonológico del perverso canarión que conspira sin parar contra Tenerife a través de un órgano secretísimo, al que llama Sanedrín por inequívoca traslación antisemítica. Curiosamente, los epítetos dedicados a los judíos (astutos, envidiosos, interesados, etcétera) son los que aplica El Día a los grancanarios demoniacos. Ahí se advierte el error y la aversión común de que hablaba Huxley.
Los mitos demonológicos buscan despertar querencias paranoicas. Justo lo que procura ATI al sostener que los implicados de Las Teresitas no lo son porque la fiscal Farnés detectara determinadas circunstancias sino porque los perversos canariones, con López Aguilar de gran rabino, la han instigado a allanar el camino para que Gran Canaria logre hacerse con la capital única de Canarias. Lo han dicho, lo han escrito, lo estamos leyendo.
El préstamo de la demonología antisemita a la causa ática se aprecia hasta en su literalidad. Los falsos Protocolos de los sabios de Sion se quedan chicos ante los del Sanedrín de Vegueta de fines no por más modestos menos malvados.
Los mitos demonológico prosperan, sabrán, cuando se necesita para explicar cambios y contratiempos o para difuminar los propios errores culpando a otros; al enemigo exterior: el canarión en este caso. La pregunta sería qué inquieta o qué tratan de explicar los áticos con su denuncia de las maquinaciones canarionas.
Me da que son los nervios por la pérdida no tanto de la impunidad, que también, como de la posibilidad de manipular a gusto el contenido de documentos (el escrito de la fiscal Farnés mismanente), desde que Internet permite acceder a ellos directamente, sin intermediarios políticos interesados. La sociedad de la información proporciona mayores posibilidades de desenmascarar mandarines y ahí les duele. Pero no saben cómo explicarlo y recurren el mito del perverso canarión asimilado al del enemigo exterior. Habrá que tener paciencia.
Información de: CanariasAhora.com, 26-12-2006
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