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La Voz de Gran Canaria

Valleseco : el pueblo protegido

Valleseco : el pueblo protegido

JUAN JOSÉ JIMÉNEZ

Nos, el Dr. Fray Albino González Menéndez-Reigada, del Orden de Predicadores, porla gracia de Dios y de la Santa Sede Apostólica, Obispo de Tenerife, por las presentes letras atestamos y certificamos: que poseyendo un hueso del glorioso San Vicente Ferrer O.P., cuya autenticidad nos consta plenamente y que nos fue regalado por el convento P.P. Dominicos de Palencia, cortamos de un trozo de unos ocho centímetros de largo, con su diámetro natural como de dos centímetros y lo colocamos en un artístico relicario de plata sobredorada construido a este en Madrid por D. Félix Granda; y después lacrarlo y sellarlo con nuestro sello, lo entregamos al M.I.S.D. Deogracias Rodríguez Pérez, Canónigo de Las Palmas, que nos había pedido tal reliquia para la Parroquia Valleseco en la Isla de Gran Canaria...

Valleseco, conocida en su momento como la Galicia de Canarias de tanto su verde y su agua entra con este truculento hecho de lo que queda de un dedo de San Vicente, y que no tiene desperdicio, en el mundo de los requilarios, y lo hace casi un siglo después de haberse creado como municipio por derecho propio, tras su escisión de Teror en 1842, por culpa de una orografía que hacía muy fatigoso el paso entre un lugar y otro, a pesar de la cercanía.

Y es que Valleseco no es un lugar cualquiera, ni antes ni ahora. Embutido entre dos espectaculares barrancos, el de Madrelagua y el de la Virgen, fue desde ´chiquitito´ la mina de agua de la costa. Y, también, el campo del que salían los principales productos de huerta gracias a un volcán, el de La Calderilla, que vomitó el suficiente mineral desde el fondo del planeta para fertilizar las laderas sobre las que hoy se aposenta tan pancho el pueblo, desde el barrio de Lanzarote, arriba, hasta su núcleo urbano principal.

Este mixturado de agua fresca y tierra arcillosa le provocó desde el principio de la Conquista una gula de territorio a los repartidores, jaleándose lo cachos al menos desde el siglo XVI, que es cuando se tiene noticia escriturada de las primeras asignaciones, distribuidas en mayorazgos y cortijos. Una de las más madrugadoras fueron otorgadas durante el reinado de Carlos III, en 1767.

Valleseco, en los siglos anteriores a la tala, era un lugar boscoso, del que hoy quedan reliquias como el barranco Oscuro, una perla negra de laurisilva prácticamente desconocida hoy en día para los propios isleños, de muy difícil trasiego y que obligaba a los propietarios de tierra -incluida la iglesia de Teror-, a tirar del medianero, una figura tan recurrente como sufrida que en el siglo XIX pasa sus penurias arriba a cambio de dar la mitad de la producción, o más, a sus dueños. Dicen las crónicas que ellos fueron los primeros habitantes de la localidad.

Esos mismos reportes han dejado por escrito que la supervivencia, allí, "requería una gran dosis de esfuerzo e ingenio y que obligó a muchos a irse de su tierra en busca de mejores horizontes, sobre todo, en Cuba y posteriormente en Venezuela".

Presidente venezolano

En esa tesitura, el hombre de Valleseco ´en exportación´ llega a dejar su impronta en el continente americano, donde escalan a puestos de evidente enjundia, como la familia Monagas, uno de cuyos descendientes, José Tadeo Monagas, fue presidente de la República de Venezuela en dos periodos, entre 1847-1851 y 1855-1858, lo que valió además para prestarle el apellido isleño a un Estado venezolano: Monagas.

Sólo un poco antes, en el año 1839, comienzan los intentos para segregarse de Teror como municipio independiente, lo que lo convierte hoy en día en el más joven de la Isla, todo ello en un proceso que tuvo sus más y sus menos a cuenta de un ´conflicto fronterizo´ en las lindes del barranco de Madrelagua y La Culata, que se resolvió dejando al primer punto en Valleseco y al segundo a la villa mariana en 1842. En aquel mundo de riscos de vértigo, en el que las terrazas se sucedían en escalones a veces imposibles, surge una arquitectura y una infraestructura de agua que es casi única en Gran Canaria, en la que predomina el techo a dos aguas, las plantas de viviendas en ´l´ o en ´u´, y con muy poca azotea abierta, lo que combinada por una kilométrica red de acequias, albercas, molinos de agua -de los que quedan cinco-, y cantoneras hace del lugar una maqueta gigante que muestra esa misteriosa ingeniería sin cátedra que la sustenta y que sólo surge cuando aprieta la extrema necesidad.

Con este bagaje de lugar preferentemente agrícola y ganadero, al que dan fama ´mundial´, entre otros productos, sus manzanas en sus variedades canadienses y reinetas -que de buenas que salen hasta tienen su fiesta consagrada-, Valleseco ha vivido el último siglo apegado a la idea de no perder población y, sobre todo, no arruinar la idiosincracia de un pueblo apegado a su tierra que, según su alcalde, Juan Salvador León Ojeda, tiene hasta un 86 por ciento de su suelo dentro de espacios protegidos, afectados en su parte baja por el parque rural de Doramas, y en su parte alta por el paisaje protegido de Las Cumbres, lo que lo convierte, dice, "en el municipio más verde de la isla de Gran Canaria y en una de sus localidades menos castigadas urbanísticamente hablando de todo el Archipiélago".

Esto supone jugar con un difícil equilibrio entre territorio y demografía, de ahí que "lo ideal", según explica la misma fuente, "sería disponer de las suficientes viviendas para impedir la emigración". En este sentido, León subraya que "ya hay concedidas en torno a 90 licencias de obra a empresas privadas, a lo que se suma la adquisición por parte del Ayuntamiento de una bolsa de terrenos que serán ofertados a la Consejería de Vivienda del Gobierno autónomo para construir casas sociales".

Juan Salvador León, en este aspecto, cruza los dedos porque si bien su censo, de unos 4.250 habitantes, es eminentemente mayor, en los últimos años está experimentando un aumento de nacimientos después de permanecer durante mucho tiempo estancados, un dato que paulatinamente está invirtiendo la pirámide poblacional". Y es que en Valleseco, hasta hace muy poco, hasta mitad de los años 90, las expectativas de generar riqueza entre sus lindes municipales eran escasas.

El envejecimiento de sus habitantes, la dificultad de sus comunicaciones, con unas carreteras que no han sufrido mejora desde el mismo día de su construcción, el declive del sector primario, a partir sobre todo de los años 60, provocaron una pequeña estampida entre el vecindario, unos vecinos que, por este mismo motivo, disfrutan hoy en día de dos viviendas, la que dejaron en su momento en Valleseco y la que adquirieron en otros puntos de la isla, fundamentalmente en la capital grancanaria. De esa forma llegan los años 90 y paradójicamente no existe en Valleseco ni un metro lineal de infraestructuras como saneamiento o puntos de luz, o lugares comunes como una casa de la cultura.

Afianzar la población

Así es como el actual grupo de gobierno, que llega a la presidencia del pueblo en el año 95 inicia un proceso de búsquedas de recursos, asociándose primero a la Mancomunidad del Norte y luego a la de Municipios de Montaña que facilitan unas inversiones que hoy se traducen en una extensa red de saneamiento que abarca el 70 por ciento del municipio, una casa de la cultura, una residencia de la tercera edad en funcionamiento con 13 plazas para residentes y 20 para centro de día, además de un club, un tanatorio, un pabellón cubierto, gimnasio, piscina, campo de fútbol y canchas en muchos de sus barrios, ya que la filosofía recurrente, y el principal objetivo fijado, es que "su juventud, por nada del mundo, tenga por qué marcharse de su propio pueblo."

Información de: La Provincia, 10-12-2006

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