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La Voz de Gran Canaria

Brillante pero innecesario

Brillante pero innecesario

Francisco J. Chavanel

A juicio de Coalición Canaria -especialmente de ATI- y del PP, el candidato socialista a las próximas elecciones, Juan Fernando López Aguilar, es un tipo del que hay que desconfiar. Aunque su currículo sea el de un hombre de extraordinaria capacidad, uno de los expertos, por ejemplo, más destacados del país en Derecho Constitucional, y recientemente haya iluminado la política nacional con resaltables aciertos al frente de la cartera ministerial de Justicia, López Aguilar causa miedo a la casta dominante canaria, miedo que raya en lo irracional, canguelo para cortarle el cuello y la inteligencia si se pudiera, de modo que el enviado por Zapatero va para experimento jíbaro de la mediocre clase local, la cual ya sueña con el placer que le procurará ver al ex ministro sentado en el banco de la oposición mordiéndose las uñas de la ansiedad.

El inquieto López Aguilar despierta admiración allá por donde va con su verbo fluido y barroco, la velocidad con la que agita sus ideas, ese salto contorsionista que hace entre adolescente del 68 en el siglo XXI y el propio siglo XXI metido en la mochila de la Ilustración francesa. El PP nacional le teme y le respeta. Dice de él que menuda cabeza sería si se arrepintiese de su rojez y se bañara en las aguas del liberalismo. Dice incluso que es de los pocos que merecen ser recordados de este gobierno, con el que se puede tener una magnífica conversación técnica trufada de lugares culturales para exquisitos. Es un Pitagorín con coordenadas éticas; que aunque vaya de triunfador, y la conquista del éxito público le haya sido aparentemente fácil, aceptaría la derrota si la victoria exigiese pasar por el aro de la chapuza.

Sin embargo: ¿está preparado, pues, para una eventual derrota en Canarias? No, con seguridad. Cuando Pepe Blanco logró su propósito de erradicarlo de Madrid lo engañó con una encuesta que afirmaba que sacaría entre 25 y 27 parlamentarios por Canarias. Con esa cifra pensar en una mayoría absoluta con la colaboración de Nueva Canarias, Dimas Martín, y tal vez con alguna escisión de CC no era algo descabellado. Pero ocurre que la realidad es bien distinta. Las encuestas serias –que sólo debemos considerar como elementos que reflejan una tendencia en un momento determinado- le otorgan una victoria por la mínima a los socialistas, casi en empate técnico con CC, moviéndose ambas fuerzas políticas entre 21 y 24 parlamentarios, por lo que la hazaña de los 31 en torno a la figura del ex ministro se hace complicada.

Pero como López Aguilar es inclasificable, la derecha no sabe qué ocurrirá con él en plena campaña electoral, y aunque desechen que se plante con una mayoría suficiente para gobernar, en el caso de ATI/CC le plantea un problema mayor si la fuerza más votada fuese la socialista. Porque a ATI ni se le pasa por la cabeza estructurar un Ejecutivo pasando ellos a ocupar un papel secundario o mucho menos en la oposición. Es decir, que pretenden gobernar aún perdiendo. Y para hacerlo necesitan un compañero de aventuras permeable, filtrable, y alegre para los asuntos corruptos. Que en el ceremonial del intervencionismo y clientelismo mire hacia otro lado, deje hacer, se alimente de él si quiere, a su manera, que no habrá objeciones. Y en ese sentido, dicen, López Aguilar es como un crío, no ha madurado, le falta experiencia para entender lo cruda que es la vida real.

Ya en ATI casi desechan el pacto con el PP. Lo usarán como amenaza pero no les conviene. No les conviene pactar nada con un partido en el monte. Y no les conviene porque el agua y la gasolina de esta legislatura la extrajeron del Partido Socialista, sobre todo desde que expulsaron a Soria del Gobierno, véanse los 250 millones de euros para el anillo insular, el desbloqueamiento de Granadilla, los 100 millones de euros para el tranvía de Melchior, con que agilidad se movieron los socialistas ante las repetidas amenazas de ATI de montar el numerito con la inmigración negra, entre otros asuntos contabilizables.

Sencillamente no les gusta López Aguilar. Es, para entendernos, demasiado socialista, demasiado puro. Le pedirán a Zapatero que lo cambien por otro para que sea ese otro el vicepresidente del nuevo Ejecutivo. O que se lo lleve de nuevo con él a Madrid. O que baje la cabeza y acepte la vicepresidencia para que aprenda en vivo y en directo el noble arte de repartir los presupuestos entre amigos y allegados. Si lo logró el PNV a inicios de los años 80 por mor de una pax vasca, ¿por qué no ATI que se contempla a sí misma como fuerza clave para que los socialistas alcancen la mayoría absoluta en 2008?

Fuente: CanariasAhora.com, 28-10-2006

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