Más de una década de inmigración
NATALIA VAQUERO
La inmigración irregular parece que ha comenzado en el momento en el que los cayucos pisaron Tenerife. El malestar político ante este fenómeno, que afecta a Gran Canaria desde hace más de una década, no era tan patente como ahora, cuando las mafias han puesto sus ojos en las costas de las Islas occidentales. La estrategia de las organizaciones que trafican con estas personas es la más lógica porque los mafiosos no suelen ser tontos.
Una de las razones de estas avalanchas de pateras y cayucos a las costas tinerfeñas
tiene mucho que ver con las rutas de navegación. Cuando más al sur se sale, más hacia el oeste se navega. Por lo tanto, al partir de Mauritania, el punto en línea recta más cercano a Canarias se encuentra en la isla de La Gomera. Pero los periplos de estas embarcaciones no suelen ser nunca en línea recta, sino que aprovechan para hacer alguna que otra parada en la costa africana antes de enfilar hacia el litoral canario. De paso, si pueden, cargan un poco más el cayuco para rentabilizar el viaje. Sin embargo, la razón principal que ha hecho que las mafias se olviden de Gran Canaria está en la eficacia de los efectivos de Extranjería de esta provincia a la que han llegado más de 30.000 inmigrantes irregulares desde aquel 1994 cuando arribó la primera patera de esta historia.
Tenerife tiene mucho que aprender de Gran Canaria en este tema, entre otras cosas, por una razón de experiencia. Más de 80 patrones de pateras y cayucos se fueron de patitas a la cárcel tras llegar a una de las tres islas orientales. Unos fueron condenados y otros no. Eso es cierto, pero las mafias empezaron entonces a ver lo arriesgado de llegar a estas islas. Además, más de un millar de subsaharianos fueron devueltos a África en numerosos vuelos que programan estos agentes desde Gran Canaria. Por el contrario, aún no ha salido hacia el viejo continente ningún vuelo organizado desde Tenerife para repatriar a estas personas que llegan a las Islas de forma ilegal.
Por estas razones, parece poco probable que las organizaciones que trafican con inmigrantes subsaharianos quieran volver a las viejas rutas que los dejaban en Fuerteventura, Lanzarote o Gran Canaria. Han visto que es mucho menos arriesgado navegar más hacia el oeste para eludir la cárcel de los patrones o la repatriación inmediata de los inmigrantes.
Información de: La Provincia, 4-8-2006
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