Matías Vega Guerra: el gran olvido de un grancanario
MANUEL HERRERA HERNANDEZ
Doctor en Medicina
En la transición española se logró pasar sin traumas graves de una dictadura a un Estado social, democrático y de derecho. En la historia de esta transición a la democracia en España hay que subrayar dos instrumentos fundamentales : la reconciliación entre los españoles después de una cruenta guerra civil y la democratización de unas estructuras políticas y socio-económicas que se consagran en la Constitución de 1978.
Las fórmulas de convivencia son variables y seguramente, como dice Fernando Alvarez de Miranda, ninguna es perfecta ; pero se equivoca quien no sepa o no quiera vivir con las ideas de otros. Nuestra transición democrática representa la abdicación pacífica y tolerante de la clase política de un régimen autocrático y la apertura del sistema a quienes hasta entonces estaban fuera de él o estaban perseguidos. Fue necesario cambiarlo casi todo pero buscando recetas de diálogo y consenso. Así se alcanzó, entre otras cosas, una amplia amnistía política que realmente beneficiaba no sólo a los presos políticos sino que, en sentido lato, significaba algo tan lógico como que nadie mirase como enemigo a otro por sus convicciones. Siguiendo a Linz y Stepan fue necesario alcanzar el punto en el que, para considerar alcanzada una democracia, se cambió, o debió cambiarse, los comportamientos y actitudes. Hubo también que romper el esquema del juego de buenos y malos desterrando el mal trato moral y político, la venganza y el odio. En síntesis, que todos aprendieran a respetar las ideas de cada uno.
Por otro lado, si partimos de la idea de Jean-Paul Sartre de que los individuos tienen la responsabilidad ética de comprometerse en las actividades sociales y políticas de su tiempo, no se justifica el olvido sociocultural e institucional de Matias Vega Guerra. Creo que todo grancanario, independientemente de su ideología, está en deuda con su memoria histórica local. Es posible que algunos políticos estén reprimidos, por un temor vergonzante a no ser incluidos dentro de una clasificación democrática, si reparan la imagen pública de un grancanario que se dedicó con pasión a su isla. Sin embargo, quiero hacer abstracción política, que no es mi terreno, y como grancanario recordar el papel que desempeñó Matías Vega Guerra en el auge de Gran Canaria desde 1945 a 1960.
Matías Vega Guerra (Las Palmas, 25 julio 1905 -10 julio 1989), después de terminar Derecho, regresó a Las Palmas en 1928 y se afilió al Partido Liberal de José Mesa y López, cuyo lider había sido Fernando León y Castillo. Pero antes sus inquietudes políticas se acercaron a las ideas de Manuel Azaña y a la Izquierda Republicana. En 1933 se hizo cargo de la Secretaría de la Editorial Canaria que editaba el periódico Hoy. Al producirse en 1936 la sublevación de Franco pertenecía al Cuerpo Jurídico Militar, a pesar de lo cual la derecha local le postergó a un ostracismo político que le decidió afiliarse a Falange. En 1945 fue nombrado, a propuesta del palmero Blas Pérez González, presidente del Cabildo Insular de Gran Canaria. Realmente, aunque su figura política es controvertida, no fue un franquista convencido, sino que se adaptó y aprovechó de la amistad de Blas Pérez González para hacer su política en Gran Canaria y solucionar sus guerras provinciales a su favor.
Pero ahora sólo citaremos sus logros para Gran Canaria. Así en Obras Públicas recordamos el mejoramiento de las instalaciones del aeropuerto de Gando y la construcción de la pista de Las Palmas a Gando; la mejora de la red de carreteras y construcción de la circunvalación por carretera de Gran Canaria, que terminó con el enlace entre Mogan y la Aldea de San Nicolás, y el Plan de Obras Hidráulicas con la construcción de presas como la de Ayagaures o la de Chira.
En el plano cultural y social apoyó la enseñanza, creó la escuela de hostelería, construyó el estadio insular, el campo de golf Bandama, y colaboró activamente en la construcción de viviendas sociales denominadas casas baratas . Consolidó el Museo de Néstor en Las Palmas con la adquisición de una importante parte de los fondos del artista. Asimismo creó el Archivo Histórico Provincial (1950) que se instaló en Vegueta en un edificio compartido con el Museo de Colón. Esta Casa de Colón se creó con la dirección artística de Néstor Alamo, secretario cultural del presidente, y con los trabajos de remodelación de Santiago Santana.
No podemos olvidar que, con motivo del Congreso Nacional de Alergia celebrado en Canarias (1950), recogió la sugerencia del profesor Carlos Jiménez Díaz creando el Instituto de Medicina Regional ,en el que se estudió el uso terapéutico de la flora canaria y la patotogía alérgica en Canarias, y a cuyo frente puso al Dr. Camilo Rodriguez Gavilanes con el que investigaron Gonzalo Pérez Melián, Carlos Bosch Millares, Manuel García González y Cristobal Garcia Blairsy entre otros. Importante fue también la creación a mediados de 1950 de la Editorial Prensa Canaria en la que fue socio mayoritario de los dos únicos periódicos no oficiales de Las Palmas: La Provincia y Diario de Las Palmas.
Asimismo desarrolló un plan general de montes protectores con repoblación y protección forestal, y estableció la Granja Agrícola Experimental (1948). La política agraria de protección del sur de Gran Canaria, a través de lo que llamó extensión de la isla, favoreció el cultivo del tomate y el turismo. Junto a esto encontramos su discutible papel a favor de la protección del cultivo del plátano. No obstante, fue trascendente el impulso que dio a la actividad económica de Gran Canaria, como fue la Ley de Aguas de 1956.
Matias Vega tenía, junto con el lema todo por Gran Canaria, una personalidad política fria y distante, paternalista y autoritaria. Para algunos poseía un poder caciquil con el que intentaba controlar la vida económica, política y profesional (fue Decano del Colegio de Abogados de Las Palmas de 1952 a 1960 ) no sólo de la provincia de Las Palmas sino del archipiélago. Su praxis política llevó a que el Cabildo Insular fuera para algunos historiadores como un gigante de barro cuyas consecuencias se convirtieron más tarde en la llamada crisis económica y social de Gran Canaria pasando la hegemonía política y económica a Tenerife, en la que también contribuyó la actuación desacertada de algunos posteriores presidentes.
Matias Vega fue gobernador civil de Barcelona (1960 1962) con un talante más liberal apoyando los contactos de conocidos políticos con los exiliados catalanes. Posteriormente fue nombrado Embajador de Venezuela donde se recuerda su papel en la solución de los problemas de la colonia canaria. Ya aceptado su apartamiento político fue Presidente de la Junta de Obras del Puerto hasta 1976.
Tenemos aquí, por tanto, a un personaje con luces y sombras para algunos. Pero yo, que observo a los políticos con precaución, pregunto por qué Matias Vega Guerra no tiene aún una avenida o calle acorde con su relevante personalidad como Presidente del Cabildo. El Ayuntamiento de Las Palmas de Gran Canaria debe elegir una calle o avenida adecuada, como en su dia se eligió acertadamente para Juan Rodríguez Doreste o para José Ramirez Bethencourt o para tantos otros canarios de la política, la cultura o la ciencia que engradecieron Gran Canaria. ¿Por qué a la Avenida de Canarias, en Las Palmas de Gran Canaria, no se le puso el nombre de Avenida Matías Vega Guerra?.
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