Manifiesto por Occidente
El Catedrático de Filosofía de la Universidad de Pisa y Presidente del Senado de Italia, Marcello Pera, ha liderado, a título personal, la publicación de un manifiesto titulado LAppello per lOccidente (Manifiesto por Occidente). Pera ve la Unión Europea en crisis y decide lanzar un Manifiesto, adoptando una postura valiente y comprometida en defensa de lo que él considera la verdadera razón de Europa.
Hace un par de décadas se empezó a poner de moda en los medios educativos la autoestima: a todos nos viene bien saber que tenemos «cosas buenas», lo que nos ayuda a luchar y mejorar. En algunos libros de autoayuda se decía: ¡quiérete!: aumenta la confianza en ti mismo. Pera, apoyándose en la frase de Benedicto XVI: «Occidente ya no se quiere a sí mismo» pretende Que Occidente aumente su autoestima y encauce su resurgir.
Europa ha de caminar entre dos enemigos: el peligro externo del fundamentalismo y el terrorismo islámico; y el peligro interno del declive moral que se manifiesta en el progresivo auge del «laicismo». Para el Presidente del Senado italiano, que proviene del campo liberal y laicista, el problema estriba en que «se reniega de las costumbres milenarias de nuestra Historia». Frente a la sana postura de defender la laicidad del Estado, está la no tan sana del laicismo que pretende apartar a Dios de toda consideración en el pensamiento o en la vida pública. No se quiere aceptar la mejor fórmula para las buenas relaciones Estado-Iglesia, que ya sintetizó Jesús, cuando contestó a los doctores de la Ley y a los fariseos: «Dad al César (el Estado) lo que es del César y a Dios lo que es de Dios».
Los aspectos negativos detectados por Marcello Pera, en esta situación crítica de Europa, son: que Europa está paralizada; que sigue perdiendo: natalidad; competitividad; unidad de acción en la escena internacional. Y que en el fondo se avergüenza de su propia identidad, y así fracasa al intentar darse una Constitución legitimada por sus ciudadanos. Pero toda crisis tiene su remedio, y ahí es donde Pera centra los once puntos de su manifiesto, que no es más que un proyecto de defensa de las libertades ciudadanas y de la tradición cultural de Occidente.
Un manifiesto que han firmado, sólo en un día, más de un millar de personas entre las que se encuentran destacados políticos e intelectuales. En el Manifiesto se reafirma el valor de la civilización occidental como raíz de principios universales e irrenunciables y el reencuentro con el europeísmo que querían sus fundadores; considera el terrorismo como un crimen contra la humanidad; y apoya que se promueva la integración de los emigrantes en nombre de la participación en los valores y principios de nuestras constituciones. Se defiende el derecho a la vida y se considera al concebido como un «alguien», que ya es titular de derechos, y no como una mera «cosa».
El texto traducido del Manifiesto es el siguiente:
Las razones de nuestro compromiso
Occidente está en crisis. Atacado desde el exterior por el fundamentalismo y el terrorismo islámico, es incapaz de responder al desafío. Minado en el interior por una crisis moral y espiritual, no encuentra el coraje para responder. Nos sentimos culpables por nuestro bienestar, mostramos vergüenza de nuestras tradiciones, consideramos el terrorismo como una reacción a nuestros errores. El terrorismo, sin embargo, es una agresión directa contra la Civilización y contra toda la Humanidad.
Europa está inmóvil. Sigue perdiendo natalidad, competitividad y unidad de acción en la escena internacional. Esconde y niega su propia identidad y por eso fracasó en el intento de dotarse de una Constitución legitimada por los ciudadanos. Determina una ruptura con los Estados Unidos y hace bandera del antiamericanismo.
Nuestras tradiciones son objeto de discusión. El laicismo y el progresismo reniegan de costumbres milenarias en nuestra historia. Se desprecian los valores de la vida, de la persona, del matrimonio, de la familia. Se predica la igualdad de los valores de todas las culturas. Se permite sin guías ni reglas la integración de los inmigrantes.
Como ha dicho Benedicto XVI, hoy Occidente ya no se quiere a sí mismo. Para superar esta crisis, necesitamos más compromiso y más coraje por nuestra civilización.
Occidente
Nos comprometemos con la reafirmación de los valores de la Civilización Occidental como fuente de principios universales e irrenunciables, oponiéndonos, en nombre de una tradición cultural e histórica común, a cualquier intento de construir una Europa alternativa y contrapuesta a los Estados Unidos.
Europa
Nos comprometemos con la refundación de un nuevo europeísmo que reencuentre en la inspiración de los padres fundadores de la Unidad Europea su verdadera identidad y la fuerza para hablar al corazón de los ciudadanos.
La seguridad
Nos comprometemos a hacer siempre frente al terrorismo, considerándolo como un crimen contra la Humanidad, a privarle de justificación o apoyo, a aislar a todas las organizaciones que atentan contra la vida de los civiles, a enfrentarnos a los predicadores del odio. Nos comprometemos a dar nuestro pleno apoyo a los soldados y a las fuerzas del orden que tutelan nuestra seguridad, tanto en el interior como en el exterior.
La vida
Nos comprometemos a apoyar el derecho a la vida, de la concepción a la muerte natural, y a considerar al no nacido como alguien, titular de derechos que deben ser objeto de equilibrio con otros, nunca como algo fácilmente sacrificable con fines diversos.
La subsidiariedad
Nos comprometemos a apoyar el principio de tanta libertad como sea posible, tanto Estado como sea necesario, resaltando así la primacía cristiana y liberal de la persona y los cuerpos intermedios de la sociedad civil y la concepción del poder político como una ayuda y un instrumento de la libre iniciativa de los individuos, familias, asociaciones, compañías y voluntariado.
La familia
Nos comprometemos a reafirmar los valores de la familia como sociedad natural fundada en el matrimonio, digna de protección y diferente de cualquier otra forma de unión o vínculo.
La libertad
Nos comprometemos a difundir la libertad y la democracia como valores universales válidos en todas partes, tanto en Occidente como en Oriente, en el Norte como en el Sur. No pueden existir los privilegios de pocos al precio de la esclavitud de muchos.
La religión
Nos comprometemos a reafirmar la separación entre Estado e Iglesia, sin caer en la tentación laicista de relegar la dimensión religiosa únicamente a la esfera de lo privado.
La educación
Nos comprometemos a defender y promover la libertad de educación sin negar la función de la enseñanza pública. Entendemos por ello la plena equiparación de la escuela no estatal con la estatal, aplicando también en este terreno el principio general de subsidiariedad.
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