Mónica
LUIS LEÓN BARRETO
Mónica Lleó se empeña en hacer teatro libre e independiente en Canarias, sabiendo que ése es un proyecto tan difícil como plantar flores en el Himalaya. Pero Mónica es hija de actriz, ha recibido una buena formación y no tiene inconveniente en manifestarse vital y atrevida, posee la rabia y el talento del Atlántico que golpea una y otra vez en los basaltos de la orilla hasta ir desmoronándolos poco a poco.
No se rinde: incluso pretende vivir en la isla triunfando en su persistencia. En Taliarte, 54, un modesto local de La Isleta, ha establecido su campo de operaciones los fines de semana. Todavía queda espacio para que el boca a boca cunda sobre la apatía y la desmovilización.
"From Canarias con Amor" es un monólogo escrito e interpretado por ella misma, una muestra de que la provocación sigue siendo un arma válida y de que la vida es posible más allá de una política cultural cicatera, de propósito miserable: negar el talento es el objetivo de los burócratas. Desanimar es su lema. Pero ella pone el acento en las contradicciones del desarrollismo insostenible, entrega pinceladas agridulces sobre nuestra realidad, consigue la risa y despierta la emoción. Provoca e incita a la rebelión de las mentes, la única posible contra el adocenamiento y el confort del Primer Mundo. Porque hay que resistir con guiños de ironía y sobre todo con un aluvión de capacidad histriónica, se planta sobre el escenario, pone en pie a su público.
Así que aquel sueño veinteañero de ser actriz se ha ido consolidando entre Barcelona, Buenos Aires y la ciudad de Las Palmas: entra y sale de la isla y aprende a sobrevivir de su independencia. No se ha estado quieta desde que en 1978 hiciera de protagonista en "Antígona"; luego hubo espectáculos de café-concierto, teatro-danza y strip-tease, se ha incorporado a obras de Harold Pinter, Juan Rulfo, Claudio de la Torre, Alonso Quesada y propuestas lúdicas. Canta, baila, impulsa talleres.
La cultura aquí sigue estando hecha por francotiradores aislados, guerrilleros de sí mismos que actúan frente a la indiferencia e incluso la hostilidad. No interesan las mentes libres, pero éstas son capaces de crecer por sí mismas. Tan hermoso ejercicio de honestidad intelectual requiere buenas dosis de talento y, sobre todo, conocimiento de uno mismo. Resistir es triunfar, como dijeron los clásicos. En el solárium de Europa hay que sentirse feliz y honesto, por encima de las miserias cotidianas la belleza y el rigor están ahí. Los cayucos seguirán llegando, desembarcarán las pateras con sus muertos de hambre, se construirán más circunvalaciones hacia ninguna parte, seremos un gigantesco aparcamiento en el Atlántico. Pero también un avispero de ideas incitadoras, y eso es mucho.
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