El patético Soria
JOSÉ A. ALEMÁN
Soria destina buen dinero de los presupuestos cabildicios a su imagen y a mantener la sopa boba de sus fieles. Mientras, reduce o elimina partidas, con especial saña las de mayor contenido social; precisamente las que afectan a isleños que no están en condiciones culturales de entender el desprecio presupuestario o carecen de influencia social para hacer valer sus derechos, por lo que no existen.
Esa postración sociocultural la aprovecha Soria con el gasto en propaganda que confunde a los más débiles y procura reducir o eliminar las críticas de la minoría conocedora, a la que represalia bajo cuerda si se le resiste. Mucho podríamos contar en lo que nos concierne. Pero así y todo, basta un simple ejercicio de memoria histórica para dejarlo en evidencia: si nos remontamos a los presidentes cabildicios desde 1913 a esta parte, casi todos tienen en su haber realizaciones (aeropuerto, agricultura y ganadería, carreteras, obras hidraúlicas y hospitalarias, establecimientos culturales y científicos, atenciones sociales, etcétera) que en Soria brillan por su ausencia.
Nada ha ofrecido, pues, para ser recordado salvo su temerario afán de destruir lo recibido de las generaciones anteriores mediante la venta del patrimonio insular. Lo suyo no pasa del interés general del Anfi asalmonado y los campos de golf. Y en cuanto a gestión corporativa interna, ni siquiera ha sabido reducir la deuda de la corporación. Lo que debería preocupar, tras conocerse la mala situación en que dejó al Ayuntamiento de Las Palmas.
Cada vez resulta más notoria su impotencia para asumir el liderazgo insular, trazar objetivos y proponer proyectos de futuro. Dios no lo ha llevado por la senda del análisis político que permita identificar expectativas posibles a medio y largo plazo. El análisis lo convierte en descalificaciones sistemáticas, a veces insultantes, de sus rivales. Desde las pérdidas de aceite, las querencias etílicas, las posturas genuflexas, los calzones bajados, la edad como incapacitación y demás hasta comparar al presidente Zapatero con Tejero, hay un largo recorrido que revela una enfermiza obsesión electorera y poca talla política.
A nadie sorprende que el PP retroceda a lo largo y ancho del archipiélago. Pero sí debería preocupar a los grancanarios que haya bloqueado políticamente el Cabildo que preside. Se ha peleado con el Gobierno canario; sus relaciones con el central no son buenas y no las mejora las referencias despectivas a Zapatero para recuperar el favor de Rajoy; tiene enfrente a un buen número de alcaldes; mantiene abiertos conflictos con varios colectivos sociales y laborales y no está en condiciones de defender a Gran Canaria ante los excesos áticos al mantener acuerdos con ellos en Tenerife.
Todo lo dicho se desprende de las informaciones de que se dispone y de las manifestaciones del propio Soria a la Prensa. Estamos ante un hombre no forjado en el trabajo partidista diario sino que entró en política por arriba; lo que le impide detectar y diagnosticar correctamente una situación de bloqueo que induciría a otros, con más conocimiento y sentido de la responsabilidad, a dimitir por el bien de todos. Que no es el caso, claro.
Resulta patético.
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