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La Voz de Gran Canaria

Un Risco de basura y ruinas

Un Risco de basura y ruinas

Los niños del Risco de San Nicolás juegan en callejones repletos de basura y sus padres no los pierden de vista porque en cualquier momento pueden precipitarse ladera abajo -no hay muros de protección- en los múltiples vertederos de escombros que pueblan el barrio.
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Hace años fueron viviendas, pero hoy han perdido los techos y se han convertido en basureros improvisados, donde muchos vecinos tiran sus desechos para ahorrarse la trabajosa subida hasta el contenedor de la basura. Las chabolas han desaparecido, pero quedan todavía multitud de infraviviendas, alguna de las cuales no tienen ni baño y están en peores condiciones que los chamizos derribados.

"Esto es lo único que tenemos para que jueguen los niños. No hay ni un triste parque, sólo uno pequeñito que han hecho arriba", dice Ignacio Sosa, un vecino que vive en la zona de San Lázaro y que advierte del peligro que entrañan los muros y restos de casas, que amenazan con venirse abajo. "Como eso se caiga un día y coja a alguien debajo, lo mata", avisa. "Cuando llueve, aquí hay que bajar al tiento, porque esto se convierte en una barranquera".

Hace unos seis meses, un vecino tropezó en uno de lo callejones y fue a dar con sus huesos tres metros más abajo, justo en un solar al que da el callejón. A consecuencia de la caída, el señor falleció y su accidente ha causado gran conmoción entre los residentes, que no paran de repetir que raro es el día en el que no se cae alguien por estas estrechas y empinadas veredas, plagadas de piedras y de basura. Callejones intransitables para cualquier persona con problemas de movilidad. La basura inunda todas y cada una de las esquinas de la parte alta del Risco. Cada solar o casa abandonada se convierte en un vertedero improvisado.

Hay zonas donde la acumulación de la basura es tal que se ha transformado en una especie de ladera compacta que amenaza con venirse abajo a poco que llueva con fundamento. "Basura sin tino", como dice un vecino, que achaca la situación al incivismo de algunos vecinos, que no dudan en tirar las bolsas en el primer sitio que les cuadra, y también al abandono que sufre el barrio por parte del Ayuntamiento. "De vez en cuando le pegamos fuego a la basura, para que esto no se llene de ratas y cucas", dice Ignacio. Dolores comenta que los barrenderos pasan cada dos días por la zona. "Hacen lo que pueden, pero no dan abasto. La zona está fatal", cuenta, aunque está contenta porque han hecho la carretera por la parte superior del barrio. Ésta es la única inversión de importancia que se ha hecho en el barrio en muchos años, según señala Agustín Suárez Ruano, miembro de la asociación de vecinos Unión del Risco. La obra, sin embargo, está inacabada. "La han inaugurado ya dos veces", cada vez que se ha concluido uno de los tramos de los extremos y ahora queda terminar la zona central, para lo que habrá que expropiar un buen número de infraviviendas. "Qué lástima, un barrio tan bonito como éste y lo están dejando pudrir. Éste es el barrio más abandonado, la inversión de millones que prometieron para los riscos nunca llegó. Llevo 42 años y he visto cómo se ha ido deteriorando este barrio. A San Juan lo han puesto como un belén, pero San Nicolás sigue marginado", se queja Juan Luis Quintana.

Los vecinos sospechan que la especulación está detrás del abandono que sufre el barrio. "Están dejando que todo esto se venga abajo para luego comprar las casas y hacer chalés. El hueso nos lo comemos nosotros y ellos se llevarán el solomillo", dicen. Los vecinos se quejan también del trapicheo de droga. "El barrio", dice Suárez, "parece un gran supermercado de la droga. Los vecinos están hartos de soportar el trasiego continuo de compradores. Hay un montón de puntos de venta. Cientos de personas vienen comprar".

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