Aumenta el desgobierno en la inmigración ilegal: el 80 por ciento de los extranjeros que saltaron la valla de Melilla se quedará en España
Por el "efecto llamada", otros 200 subsaharianos intentaron anoche traspasar la frontera en una nueva avalancha La Guardia Civil, en jaque, ante el temor a más asaltos multitudinarios hasta febrero, cuando culminan las obras de elevación de la alambrada. La Policía y la Guardia Civil, que estaban ayer en jaque, no descartan nuevos y mayores asaltos al menos hasta el próximo febrero en que estará acabada.
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Y lo peor está por llegar. Es el temor que corre de boca en boca entre los guardias civiles que prestan servicio en la frontera que separa Melilla de Marruecos después del «asalto masivo» a la valla que se produjo el martes en menos de 16 horas. «Esto no es más que el principio. La situación se va a recrudecer. Y más desde que el Gobierno anunció el recrecimiento de la valla. Todo el mundo aprovecha ahora a dar el salto, porque no es lo mismo saltar tres metros que seis. Se están montando grupos mucho mayores con el único objetivo de entrar a Melilla, cueste lo que cueste, porque se han dado cuenta de que cuanta más gente participe en la avalancha, un porcentaje más alto puede lograr su objetivo», manifestó un agente.
El delegado del Gobierno en Melilla, José Fernández Chacón, confirmó ayer estas sospechas y afirmó que se esperan nuevas avalanchas, a tenor de los informes de los que disponen los Servicios Secretos españoles. Sus augurios se vieron cumplidos horas después, cuando otros 200 inmigrantes intentaban entrar en una nueva avalancha por la zona de Farhana, donde todavía no se han abordado las obras de recrecimiento de la alambrada. Fuentes policiales manifestaron que en la noche de ayer se esperaba la «visita» de más subsaharianos, por eso ayer hacían turno de noche de doble de la plantilla habitual de efectivos.
A la espera de dar el salto. Al cierre de esta edición aún no se había cuantificado el número de inmigrantes que había logrado conseguir su objetivo. Los agentes aseguraron haber escuchado disparos al aire con fines disuasorios de la Policía marroquí en las faldas del monte Gurugú, donde al menos medio centenar de subsaharianos se concentra a la espera del momento oportuno para saltar la valla, lo que les hizo presumir que podía avecinarse una noche complicada.
La Policía también ha advertido de la apertura en los últimos días de una nueva ruta desde el Aaiún, (en el Sahara occidental) y Melilla de inmigrantes que se encontraban en esta zona con el objetivo de cruzar a la Península en patera, pero ahora cambian su meta y se desplazan a pie, en tren o en autobús a Melilla para pasar a España por una vía que consideran «más fácil», como es el salto de la alambrada.
El portavoz de Inmigración de la Confederación Española de Policía (CEP), Rodrigo Gavilán, manifestó que muchos de los que participaron en las multitudinarias avalanchas del pasado miércoles ya habían estado previamente en el monte Gurugú, pero habían sido trasladados en vehículos de la Policía alauí hasta las proximidades de la frontera con Argelia, cerrada desde el año 1994. «Desde aquí muchos han vuelto a pie de nuevo a Melilla. Cuando la Policía marroquí dice que ha devuelto a un determinado número de subsaharianos, no es cierto, lo que hace es trasladarlos hasta la frontera argelino-marroquí, donde los abandona, y ellos mismos vuelven a Melilla a pie o como pueden». El portavoz de la Confederación Española de Policía aseguró que el 80 por ciento de los inmigrantes que intervinieron en las avalanchas del miércoles se quedará en España.
Del millar de extranjeros que intentaron pisar suelo español, los 300 que lo lograron fueron trasladados al Centro de Estancia Temporal de Inmigrantes (CETI) de la ciudad autónoma. Tuvieron que ser instalados en sus proximidades en tiendas de campaña facilitadas por el Ejército ante el colapso que sufrió el centro, que acoge ahora a 1.150 personas, de las cuales unas 800 se encuentran en el interior. Pese a la precariedad de la situación, muchos de los inmigrantes manifestaron su satisfacción dado que algunos hacía meses que no dormían en una cama.
Difícil identificación
Los inmigrantes fueron identificados en la comisaría de Policía de la ciudad. Una labor difícil, ya que ninguno trae documentación y aportan datos falsos cuando son preguntados por su nacionalidad. Los subsaharianos recién llegados aseguran proceder de Mali, Cabo Verde, Guinea Bissau y Sierra Leona, países con los que España no tiene firmados acuerdos de repatriación que faciliten su expulsión, según ha informado la Policía.
En el CITE, un centro en régimen abierto que proporciona desayuno, comida, cena y un lugar donde dormir a los inmigrantes, muchos esperan a que se resuelva su solicitud de asilo, un trámite al que se acoge un número elevado (suele tardar unos seis meses); otros, una orden judicial que autorice su traslado a la Península; o bien aguardan a que se descongestione algún Centro de Internamiento de Extranjeros (CIE) de los que hay abiertos en España (Algeciras, Barcelona, Murcia y Madrid) para ser trasladados allí.
Una vez que son trasladados a los CIE (o «cárcel» para inmigrantes que están a la espera de repatriación), la Policía tiene un plazo de 40 días para identificarles. Si no lo consigue, como ocurre en la mayoría de los casos, los subsaharianos son puestos en libertad con una orden de expulsión imposible de ejecutar que les deja en un «limbo» administrativo, ya que no pueden ser expulsados, pero tampoco regularizados. Hasta ahora, solamente los inmigrantes que son identificados como nigerianos son devueltos a su país, con el que existe acuerdo de repatriación. El secretario de Estado de Seguridad, Antonio Camacho, anunció ayer la inmediata incorporación de 40 guardias civiles a Melilla.
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Y lo peor está por llegar. Es el temor que corre de boca en boca entre los guardias civiles que prestan servicio en la frontera que separa Melilla de Marruecos después del «asalto masivo» a la valla que se produjo el martes en menos de 16 horas. «Esto no es más que el principio. La situación se va a recrudecer. Y más desde que el Gobierno anunció el recrecimiento de la valla. Todo el mundo aprovecha ahora a dar el salto, porque no es lo mismo saltar tres metros que seis. Se están montando grupos mucho mayores con el único objetivo de entrar a Melilla, cueste lo que cueste, porque se han dado cuenta de que cuanta más gente participe en la avalancha, un porcentaje más alto puede lograr su objetivo», manifestó un agente.
El delegado del Gobierno en Melilla, José Fernández Chacón, confirmó ayer estas sospechas y afirmó que se esperan nuevas avalanchas, a tenor de los informes de los que disponen los Servicios Secretos españoles. Sus augurios se vieron cumplidos horas después, cuando otros 200 inmigrantes intentaban entrar en una nueva avalancha por la zona de Farhana, donde todavía no se han abordado las obras de recrecimiento de la alambrada. Fuentes policiales manifestaron que en la noche de ayer se esperaba la «visita» de más subsaharianos, por eso ayer hacían turno de noche de doble de la plantilla habitual de efectivos.
A la espera de dar el salto. Al cierre de esta edición aún no se había cuantificado el número de inmigrantes que había logrado conseguir su objetivo. Los agentes aseguraron haber escuchado disparos al aire con fines disuasorios de la Policía marroquí en las faldas del monte Gurugú, donde al menos medio centenar de subsaharianos se concentra a la espera del momento oportuno para saltar la valla, lo que les hizo presumir que podía avecinarse una noche complicada.
La Policía también ha advertido de la apertura en los últimos días de una nueva ruta desde el Aaiún, (en el Sahara occidental) y Melilla de inmigrantes que se encontraban en esta zona con el objetivo de cruzar a la Península en patera, pero ahora cambian su meta y se desplazan a pie, en tren o en autobús a Melilla para pasar a España por una vía que consideran «más fácil», como es el salto de la alambrada.
El portavoz de Inmigración de la Confederación Española de Policía (CEP), Rodrigo Gavilán, manifestó que muchos de los que participaron en las multitudinarias avalanchas del pasado miércoles ya habían estado previamente en el monte Gurugú, pero habían sido trasladados en vehículos de la Policía alauí hasta las proximidades de la frontera con Argelia, cerrada desde el año 1994. «Desde aquí muchos han vuelto a pie de nuevo a Melilla. Cuando la Policía marroquí dice que ha devuelto a un determinado número de subsaharianos, no es cierto, lo que hace es trasladarlos hasta la frontera argelino-marroquí, donde los abandona, y ellos mismos vuelven a Melilla a pie o como pueden». El portavoz de la Confederación Española de Policía aseguró que el 80 por ciento de los inmigrantes que intervinieron en las avalanchas del miércoles se quedará en España.
Del millar de extranjeros que intentaron pisar suelo español, los 300 que lo lograron fueron trasladados al Centro de Estancia Temporal de Inmigrantes (CETI) de la ciudad autónoma. Tuvieron que ser instalados en sus proximidades en tiendas de campaña facilitadas por el Ejército ante el colapso que sufrió el centro, que acoge ahora a 1.150 personas, de las cuales unas 800 se encuentran en el interior. Pese a la precariedad de la situación, muchos de los inmigrantes manifestaron su satisfacción dado que algunos hacía meses que no dormían en una cama.
Difícil identificación
Los inmigrantes fueron identificados en la comisaría de Policía de la ciudad. Una labor difícil, ya que ninguno trae documentación y aportan datos falsos cuando son preguntados por su nacionalidad. Los subsaharianos recién llegados aseguran proceder de Mali, Cabo Verde, Guinea Bissau y Sierra Leona, países con los que España no tiene firmados acuerdos de repatriación que faciliten su expulsión, según ha informado la Policía.
En el CITE, un centro en régimen abierto que proporciona desayuno, comida, cena y un lugar donde dormir a los inmigrantes, muchos esperan a que se resuelva su solicitud de asilo, un trámite al que se acoge un número elevado (suele tardar unos seis meses); otros, una orden judicial que autorice su traslado a la Península; o bien aguardan a que se descongestione algún Centro de Internamiento de Extranjeros (CIE) de los que hay abiertos en España (Algeciras, Barcelona, Murcia y Madrid) para ser trasladados allí.
Una vez que son trasladados a los CIE (o «cárcel» para inmigrantes que están a la espera de repatriación), la Policía tiene un plazo de 40 días para identificarles. Si no lo consigue, como ocurre en la mayoría de los casos, los subsaharianos son puestos en libertad con una orden de expulsión imposible de ejecutar que les deja en un «limbo» administrativo, ya que no pueden ser expulsados, pero tampoco regularizados. Hasta ahora, solamente los inmigrantes que son identificados como nigerianos son devueltos a su país, con el que existe acuerdo de repatriación. El secretario de Estado de Seguridad, Antonio Camacho, anunció ayer la inmediata incorporación de 40 guardias civiles a Melilla.
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