'Taxi driver'
CONCEPCION SANTANA HERNANDEZ
En la película Taxi Driver (Martin Scorsese, 1976), el protagonista, Travis Bickle, invita a Betsy, una chica de la que está prendado, a lo que él considera una sofisticada velada nocturna. Pues bien, el bueno de Travis invita a la que espera sea su chica a un cine porno. La pobre chica, claro, no sabe dónde meterse.
Betsy en ese momento se da cuenta de que Travis la ha llevado a ese cine con la mejor de las intenciones, y sin ninguna agenda oculta; para Travis ésa es la idea de una velada sofisticada. Betsy se da cuenta de que Travis no da más de sí.
Saco esta escena a colación del bastante comentado asunto de las pantallas publicitarias en los taxis del aeropuerto de Las Palmas. Últimamente me he visto obligada a tomar esos vehículos, sin tener más opciones para ir a Las Palmas y he acabado pensando como Betsy, que los taxistas responsables del desaguisado es que no dan más de sí.
Imaginen ustedes el escenario: tienes un televisor a un palmo de los ojos, que no se apaga, que no duerme, que no descansa, vomitando imágenes sin parar durante todo tu viaje. A mucha gente eso les marea, les causa cefaleas y malestar. No es mi caso, pero sí lo fue el de una persona mayor que viajaba conmigo. Tuvimos que dejar el vehículo a la entrada de Las Palmas para coger otro taxi menos publicitario.
Y luego están las imágenes que ofrecen pretendido entretenimiento entre anuncio y anuncio; trompadas estúpidas e incívicas realizadas por aficionados, caballitos en moto, etc. En resumen, situaciones vandálicas convertidas en espectáculo. Como le pasaba a Travis Bickle, burradas que alguien considera entretenimiento sofisticado ideal para turistas. Ya se irán imaginando el nivel con el que nos topamos.
Lo mismo que deben opinar del puticlub se llaman así ¿no?- que anuncian en esos mismos vídeos; solaz para turistas con ganas de echar un casquete. Personalmente me sentí ofendida por que en pleno siglo XXI se anuncie con tanta frivolidad un negocio que explota a la mujer sin contemplaciones. Pero, de nuevo, debe ser lo que esos señores consideran un entetenimiento sofisticado ideal para turistas.
En fin, para qué aburrirles. A veces creo que en realidad lo que hacemos es ir para atrás, como los cangrejos. Y no les quiero comentar lo que le pasa al pobre Travis Bickle al final de Taxi Driver. Mejor que vean la película.
A veces se ponen ciertas responsabilidades en manos de las personas menos indicadas. Entonces, salen monstruos. Éste es un ejemplo más, y es que en Canarias, desgraciadamente, tenemos demasiados Travis Bickles tomando decisiones. Y así nos va, claro.
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En la película Taxi Driver (Martin Scorsese, 1976), el protagonista, Travis Bickle, invita a Betsy, una chica de la que está prendado, a lo que él considera una sofisticada velada nocturna. Pues bien, el bueno de Travis invita a la que espera sea su chica a un cine porno. La pobre chica, claro, no sabe dónde meterse.
Betsy en ese momento se da cuenta de que Travis la ha llevado a ese cine con la mejor de las intenciones, y sin ninguna agenda oculta; para Travis ésa es la idea de una velada sofisticada. Betsy se da cuenta de que Travis no da más de sí.
Saco esta escena a colación del bastante comentado asunto de las pantallas publicitarias en los taxis del aeropuerto de Las Palmas. Últimamente me he visto obligada a tomar esos vehículos, sin tener más opciones para ir a Las Palmas y he acabado pensando como Betsy, que los taxistas responsables del desaguisado es que no dan más de sí.
Imaginen ustedes el escenario: tienes un televisor a un palmo de los ojos, que no se apaga, que no duerme, que no descansa, vomitando imágenes sin parar durante todo tu viaje. A mucha gente eso les marea, les causa cefaleas y malestar. No es mi caso, pero sí lo fue el de una persona mayor que viajaba conmigo. Tuvimos que dejar el vehículo a la entrada de Las Palmas para coger otro taxi menos publicitario.
Y luego están las imágenes que ofrecen pretendido entretenimiento entre anuncio y anuncio; trompadas estúpidas e incívicas realizadas por aficionados, caballitos en moto, etc. En resumen, situaciones vandálicas convertidas en espectáculo. Como le pasaba a Travis Bickle, burradas que alguien considera entretenimiento sofisticado ideal para turistas. Ya se irán imaginando el nivel con el que nos topamos.
Lo mismo que deben opinar del puticlub se llaman así ¿no?- que anuncian en esos mismos vídeos; solaz para turistas con ganas de echar un casquete. Personalmente me sentí ofendida por que en pleno siglo XXI se anuncie con tanta frivolidad un negocio que explota a la mujer sin contemplaciones. Pero, de nuevo, debe ser lo que esos señores consideran un entetenimiento sofisticado ideal para turistas.
En fin, para qué aburrirles. A veces creo que en realidad lo que hacemos es ir para atrás, como los cangrejos. Y no les quiero comentar lo que le pasa al pobre Travis Bickle al final de Taxi Driver. Mejor que vean la película.
A veces se ponen ciertas responsabilidades en manos de las personas menos indicadas. Entonces, salen monstruos. Éste es un ejemplo más, y es que en Canarias, desgraciadamente, tenemos demasiados Travis Bickles tomando decisiones. Y así nos va, claro.
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