Gran Canaria, envenenada
JOSÉ A. ALEMÁN
Fernando González, presidente de lo que le queda a Mauricio de CC en Gran Canaria, invitó a don Olarte a reincorporarse al, digamos, proyecto. Al día siguiente de la oferta me telefoneó Rafael González Morera, otro periodista con memoria, a ver si había olvidado que fue González, por orden de Mauricio, el factótum de las operaciones para echar de la política al líder centrista.
Me recordó Morera que yo mismo comenté por los días de la defenestración olartiana el disparate de destruir el centro político grancanario. Con el empleo, además, de procedimientos desalmados y crueles que abrieron un periodo político sucio que aún no se ha cerrado y que enconó a extremos insoportables la convivencia isleña, que sigue envenenada.
El malvado Mauricio, muñidor responsable en la mayor medida de aquellas operaciones, era bien consciente de que la destrucción del centro desequilibraría Gran Canaria. Pero había decidido estar a las claras con la derecha económica y necesitaba, como paso previo, quitarse de en medio a don Olarte y hacer de Ican el referente exclusivo de CC en la isla; con él a la cabeza, claro. Mandando en la isla. Poco le importaba provocar abstenciones o que parte de los votos centristas se fueran al PP, para el que tenía sus proyectos.
Mauricio consiguió sus objetivos con la colaboración entusiasta de los entonces icánicos, hoy en Nueva Canarias. Los neocanarios éstos ayudaron a Mauricio a quedarse de solitario gallo del corral y lo autorizaron, en su nombre, a cerrar filas con un grupo de empresarios, de entre los más generosos, y con el PP; hasta conformar lo que Chavanel bautizó con buen tino como clan de la avaricia. Los neocanarios defendieron a Mauricio, incluso con malos modos, frente a los que denunciaban sus manejos y les advertían gratis de que en cuanto montara el tinglado, se desharía de ellos por cuanto desentonaban en el ambiente de hoteles de lujo y viajes en jets privados que tanto le van al consejero que no puede soportar el ansia golosa con que mojan pan en los huevos fritos y que no distingan los cubiertos de carne de los de pescado.
De aquellos polvos vinieron estos lodos. Las operaciones mauricianas destacan en el origen del abatimiento político de Gran Canaria, que no tiene perro que le ladre. Nunca alcanzó la capacidad envenenadora de Mauricio tan alto nivel. Con el resultado a la vista: el centro no existe, de la izquierda ni se sabe y los apuñaladores de don Olarte están en el ostracismo dorado y muchimillonario. Nueva Canarias, aunque se llevara el grueso de la antigua CC, está marcada por el respaldo a Mauricio para que montara el quiosco; más marcada todavía, si cabe, por la ambigüedad de procurar no perderse los dineros y recursos que obtiene del Congreso y del Cabildo grancanario, por ejemplo. En la CC mauriciana, ahora presidida por Fernando González, predominan, en fin, los altos cargos en la esperanza de no tenerlo tan crudo y conseguir prórroga.
En cuanto al PP, no olviden que fue el hundimiento del Ayuntamiento de Las Palmas, otro trabajito de Mauricio, lo que permitió a Soria iniciar una carrera que el inevitable consejero de Hacienda sostuvo hasta que le convino dejarlo caer. La conversión de Soria al insularismo más miserable al día siguiente de que lo echaran del paraíso da idea de su catadura. Por lo que toca al PSOE, lo salva de la quema seguir sin tocar poder. Sin embargo, su pobre oposición en el Ayuntamiento de Las Palmas y en el Cabildo de Gran Canaria no invita a la esperanza. Y si son ciertos los oídos que le prestan ahora a Mauricio no le arriendo la ganancia.
Al hilo de lo anterior, siempre en clave de envenenamiento, Mauricio mantiene su apoyo Arnáiz que llevó al Puerto de La Luz al borde la ruina. O a Suárez Gil, el cameralista camelista, a quien deberían explicarle lo que es la Macaronesia porque el hombre acaba de meter en ella media África y parte del extranjero. Diréles que Macaronesia viene del griego makarion nesoi, que significa islas felices, lo que no es el caso gracias a personajes como él.
Ante este panorama, ¿les extraña que Adán, Paulino, Mauricio, Frutos y la ATI en peso se cisquen en Gran Canaria? El veneno tiene efectos paralizantes. Y no vino de fuera.
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Fernando González, presidente de lo que le queda a Mauricio de CC en Gran Canaria, invitó a don Olarte a reincorporarse al, digamos, proyecto. Al día siguiente de la oferta me telefoneó Rafael González Morera, otro periodista con memoria, a ver si había olvidado que fue González, por orden de Mauricio, el factótum de las operaciones para echar de la política al líder centrista.
Me recordó Morera que yo mismo comenté por los días de la defenestración olartiana el disparate de destruir el centro político grancanario. Con el empleo, además, de procedimientos desalmados y crueles que abrieron un periodo político sucio que aún no se ha cerrado y que enconó a extremos insoportables la convivencia isleña, que sigue envenenada.
El malvado Mauricio, muñidor responsable en la mayor medida de aquellas operaciones, era bien consciente de que la destrucción del centro desequilibraría Gran Canaria. Pero había decidido estar a las claras con la derecha económica y necesitaba, como paso previo, quitarse de en medio a don Olarte y hacer de Ican el referente exclusivo de CC en la isla; con él a la cabeza, claro. Mandando en la isla. Poco le importaba provocar abstenciones o que parte de los votos centristas se fueran al PP, para el que tenía sus proyectos.
Mauricio consiguió sus objetivos con la colaboración entusiasta de los entonces icánicos, hoy en Nueva Canarias. Los neocanarios éstos ayudaron a Mauricio a quedarse de solitario gallo del corral y lo autorizaron, en su nombre, a cerrar filas con un grupo de empresarios, de entre los más generosos, y con el PP; hasta conformar lo que Chavanel bautizó con buen tino como clan de la avaricia. Los neocanarios defendieron a Mauricio, incluso con malos modos, frente a los que denunciaban sus manejos y les advertían gratis de que en cuanto montara el tinglado, se desharía de ellos por cuanto desentonaban en el ambiente de hoteles de lujo y viajes en jets privados que tanto le van al consejero que no puede soportar el ansia golosa con que mojan pan en los huevos fritos y que no distingan los cubiertos de carne de los de pescado.
De aquellos polvos vinieron estos lodos. Las operaciones mauricianas destacan en el origen del abatimiento político de Gran Canaria, que no tiene perro que le ladre. Nunca alcanzó la capacidad envenenadora de Mauricio tan alto nivel. Con el resultado a la vista: el centro no existe, de la izquierda ni se sabe y los apuñaladores de don Olarte están en el ostracismo dorado y muchimillonario. Nueva Canarias, aunque se llevara el grueso de la antigua CC, está marcada por el respaldo a Mauricio para que montara el quiosco; más marcada todavía, si cabe, por la ambigüedad de procurar no perderse los dineros y recursos que obtiene del Congreso y del Cabildo grancanario, por ejemplo. En la CC mauriciana, ahora presidida por Fernando González, predominan, en fin, los altos cargos en la esperanza de no tenerlo tan crudo y conseguir prórroga.
En cuanto al PP, no olviden que fue el hundimiento del Ayuntamiento de Las Palmas, otro trabajito de Mauricio, lo que permitió a Soria iniciar una carrera que el inevitable consejero de Hacienda sostuvo hasta que le convino dejarlo caer. La conversión de Soria al insularismo más miserable al día siguiente de que lo echaran del paraíso da idea de su catadura. Por lo que toca al PSOE, lo salva de la quema seguir sin tocar poder. Sin embargo, su pobre oposición en el Ayuntamiento de Las Palmas y en el Cabildo de Gran Canaria no invita a la esperanza. Y si son ciertos los oídos que le prestan ahora a Mauricio no le arriendo la ganancia.
Al hilo de lo anterior, siempre en clave de envenenamiento, Mauricio mantiene su apoyo Arnáiz que llevó al Puerto de La Luz al borde la ruina. O a Suárez Gil, el cameralista camelista, a quien deberían explicarle lo que es la Macaronesia porque el hombre acaba de meter en ella media África y parte del extranjero. Diréles que Macaronesia viene del griego makarion nesoi, que significa islas felices, lo que no es el caso gracias a personajes como él.
Ante este panorama, ¿les extraña que Adán, Paulino, Mauricio, Frutos y la ATI en peso se cisquen en Gran Canaria? El veneno tiene efectos paralizantes. Y no vino de fuera.
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