El mito del odio a Nivaria
JOSÉ A. ALEMÁN
Con la historia del aeropuerto privado hemos ido conociendo algunas de las características de las compañías de bajo coste que, al decir de los empresarios turísticos, se verían irresistiblemente atraídas por la ocurrencia. Pero, por lo visto, entre los parámetros con que operan para ofrecer eso, billetes baratitos, no son determinantes los costes aeroportuarios derivados de las tarifas de AENA y el factor más tenido en cuenta es que los vuelos no duren más de dos horas y media. O sea, Canarias les queda fuera de tiro.
Esto lo dijo ayer, en La Provincia, Álvaro Middelmann, director general en España de Air Berlin. No sé si era una opinión personal suya o si se trata de supuestos contrastados en función de los números y de las características de la clientela a la que se dirigen las compañías. Doctores tiene la Iglesia, por lo que no me meto.
Sin embargo, la opinión de Middelmann constituye un elemento de juicio para valorar la ocurrencia empresarial. Que, por cierto, ha suscitado cierta alarma porque afectaría a las urbanizaciones turísticas la cercanía del hipotético aeropuerto. Tanto el Ayuntamiento de San Bartolomé como el sector de agencias de viajes han expresado sus aprensiones. No lo han hecho, en cambio, los promotores de tantísimos campos de golf que podrían quedarse sin sitio donde colocar los hoyos con semejantes afanes aeronáuticos de ocupar territorio. Salvo que sea un campo de vuelo multiuso, como el antiguo aeropuerto palmero en que los coches tenían que esperar a que aterrizaran los aviones para seguir adelante. O en el primero que tuvo Lanzarote, que se aprovechaba para las carreras de caballos.
No da la impresión de que nadie se haya tomado muy en serio el asunto así que, mientras los empresarios proponentes no se expliquen mejor, habrá de darse por bueno que han querido meter un poco de bulla a ver si AENA afloja un punto. No creo fuera de lugar, con las cabras que guardamos, imaginar el susto que se llevarían si se les aceptara la idea y los llamaran sin más a poner los cuartos sobre la mesa. Se trata de una figuración malévola, por supuesto, pero no negarán que con fundamento.
A cuenta del aeropuerto bis caricaturicé el otro día las prisas de Adán Martín por apoyar la idea dentro de su campaña grancanaria de Adán, el bueno. Por poco se nos estampa el hombre, del mismo apresuramiento, contra el cristal de las puertas automáticas de las futuras instalaciones. La coña no gustó al lector ático habitual que la atribuyó al odio a Nivaria en que fui educado. Debe conocerme de toda la vida para asegurar tal cosa.
Pero no menciono esta nueva majadería del lector ático por lo que me atañe. Por mí puede decir misa. Sólo ocurre que la alusión al supuesto odio a Nivaria casa con el reciente escrito de Miguel Zerolo denunciando la presencia de tres malvados grancanarios en no sé qué acto de protesta tinerfeña contra una de las tantas barbaridades que ATI y sus hombres de negocios planean. Eso permitió a El Día volver con lo del oro amarillo (no por el color, sino debido a su procedencia canariona) que trata de sabotear los proyectos nivarienses. Y ello a pesar de saberse ya que Zerolo mintió o fue engañado (táchese lo que no proceda) y que ninguno de los señalados resultó ser de Gran Canaria. El odio a Nivaria es de los argumentos recurrentes del matutino tinerfeño, lo que le da unidad ideológica al conjunto.
Quiero decir, en definitiva, que los dirigentes políticos y económicos áticos tratan de desprestigiar a los tinerfeños que se oponen a los megaproyectos y negocios anexos haciéndolos pasar por instrumentos del enemigo exterior canarión; para lo que necesitan establecer previamente y difundir el mito del odio a Nivaria supuestamente anidado en esta orilla del Archipiélago. Una patraña del estilo de los burdos Protocolos de los Sabios de Sión que desvelaban la conspiración judía mundial y que tanto juego dieran a los nazis.
Como ven no se paran en barras y así las críticas a la política, a los modos y a los manejos áticos generadas en la propia isla pasan automáticamente a ser ataques a la causa sagrada de Tenerife, que es la de sus carteras, perpetrados por tinerfeños traidores y vendidos. Así es, si asi les parece. Que lo parece.
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Con la historia del aeropuerto privado hemos ido conociendo algunas de las características de las compañías de bajo coste que, al decir de los empresarios turísticos, se verían irresistiblemente atraídas por la ocurrencia. Pero, por lo visto, entre los parámetros con que operan para ofrecer eso, billetes baratitos, no son determinantes los costes aeroportuarios derivados de las tarifas de AENA y el factor más tenido en cuenta es que los vuelos no duren más de dos horas y media. O sea, Canarias les queda fuera de tiro.
Esto lo dijo ayer, en La Provincia, Álvaro Middelmann, director general en España de Air Berlin. No sé si era una opinión personal suya o si se trata de supuestos contrastados en función de los números y de las características de la clientela a la que se dirigen las compañías. Doctores tiene la Iglesia, por lo que no me meto.
Sin embargo, la opinión de Middelmann constituye un elemento de juicio para valorar la ocurrencia empresarial. Que, por cierto, ha suscitado cierta alarma porque afectaría a las urbanizaciones turísticas la cercanía del hipotético aeropuerto. Tanto el Ayuntamiento de San Bartolomé como el sector de agencias de viajes han expresado sus aprensiones. No lo han hecho, en cambio, los promotores de tantísimos campos de golf que podrían quedarse sin sitio donde colocar los hoyos con semejantes afanes aeronáuticos de ocupar territorio. Salvo que sea un campo de vuelo multiuso, como el antiguo aeropuerto palmero en que los coches tenían que esperar a que aterrizaran los aviones para seguir adelante. O en el primero que tuvo Lanzarote, que se aprovechaba para las carreras de caballos.
No da la impresión de que nadie se haya tomado muy en serio el asunto así que, mientras los empresarios proponentes no se expliquen mejor, habrá de darse por bueno que han querido meter un poco de bulla a ver si AENA afloja un punto. No creo fuera de lugar, con las cabras que guardamos, imaginar el susto que se llevarían si se les aceptara la idea y los llamaran sin más a poner los cuartos sobre la mesa. Se trata de una figuración malévola, por supuesto, pero no negarán que con fundamento.
A cuenta del aeropuerto bis caricaturicé el otro día las prisas de Adán Martín por apoyar la idea dentro de su campaña grancanaria de Adán, el bueno. Por poco se nos estampa el hombre, del mismo apresuramiento, contra el cristal de las puertas automáticas de las futuras instalaciones. La coña no gustó al lector ático habitual que la atribuyó al odio a Nivaria en que fui educado. Debe conocerme de toda la vida para asegurar tal cosa.
Pero no menciono esta nueva majadería del lector ático por lo que me atañe. Por mí puede decir misa. Sólo ocurre que la alusión al supuesto odio a Nivaria casa con el reciente escrito de Miguel Zerolo denunciando la presencia de tres malvados grancanarios en no sé qué acto de protesta tinerfeña contra una de las tantas barbaridades que ATI y sus hombres de negocios planean. Eso permitió a El Día volver con lo del oro amarillo (no por el color, sino debido a su procedencia canariona) que trata de sabotear los proyectos nivarienses. Y ello a pesar de saberse ya que Zerolo mintió o fue engañado (táchese lo que no proceda) y que ninguno de los señalados resultó ser de Gran Canaria. El odio a Nivaria es de los argumentos recurrentes del matutino tinerfeño, lo que le da unidad ideológica al conjunto.
Quiero decir, en definitiva, que los dirigentes políticos y económicos áticos tratan de desprestigiar a los tinerfeños que se oponen a los megaproyectos y negocios anexos haciéndolos pasar por instrumentos del enemigo exterior canarión; para lo que necesitan establecer previamente y difundir el mito del odio a Nivaria supuestamente anidado en esta orilla del Archipiélago. Una patraña del estilo de los burdos Protocolos de los Sabios de Sión que desvelaban la conspiración judía mundial y que tanto juego dieran a los nazis.
Como ven no se paran en barras y así las críticas a la política, a los modos y a los manejos áticos generadas en la propia isla pasan automáticamente a ser ataques a la causa sagrada de Tenerife, que es la de sus carteras, perpetrados por tinerfeños traidores y vendidos. Así es, si asi les parece. Que lo parece.
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