Al equilibrio por el chantaje
FRANCISCO J. CHAVANEL
El equilibrio regional para ATI debe parecerse mucho al chantaje. Uno se equilibra de forma natural cuando calla y asiente. Es como si desapareciera. Como si se lo tragara la tierra o dejara de existir. El equilibrio de este Gobierno se basa en la aniquilación de las minorías o, al menos, en erradicar de ellas cualquier tentación rebelde. Una vez lograda sólo les falta reconocer al padre, al dueño y propietario de la subvención, a quién te ayudó a prosperar, poner la RIC en tu camino a Damasco, aquel que puede seguir amamantándote si ahora cedes y asientes con la cabeza, aunque apenas te queden motivos para fiarte.
Eso es lo que les pasa a los empresarios grancanarios. No se fían de un gobierno que les amputó los interlocutores. Primero les dijeron que eran Soria y Mauricio. Luego, por su waterloo en el istmo, liquidaron a Soria, sin que en el patio de butacas se escuchara un murmullo de reprobación: se lo había merecido. Más tarde, Adán Martín, dueño absoluto del Boletín Oficial de Canarias, en un golpe de mano impulsado por el miedo a perder el control de la manija de los presupuestos en 2007, en un arrebato de narcisismo absolutista, provocador e insólito, confeccionó un Ejecutivo ultrainsularista -amalgama entre el pleistocénico archipielágico y del más puro amiguismo venezolano-, que es el sueño y el orgullo, oh curiosidad, del empresariado tinerfeño.
Por si fuera poco a Mauricio le quitaron el carné de conseguidor, le enviaron penado a la esquina, lo humillaron públicamente despojándole de sus antiguas atribuciones de intermediación. De ahí la resurrección de ese auténtico paleto que es Fernando González en la presidencia de la antigua Ican: Mauricio necesita de algo tangible para negociar. Caer Mauricio y abandonarse la clase empresarial grancanaria a la depresión, fue una sola cosa. De repente un montón de promesas volatilizadas y un millón de preguntas sin contestar. ¿Habría alguna oportunidad para el Istmo? ¿Y para el gas? ¿Qué sucedería con Arinaga? Cuando los inspectores de la metrópoli se pusieran pesados con la RIC, ¿quién sería el interlocutor?... ¿Hay una intención predeterminada desde el gobierno de SuperLibra Martín para empobrecer los sectores productivos de Gran Canaria a favor de Tenerife?
Al respecto, los empresarios de Tenerife lo tienen claro. En un coloquio organizado por el periódico El Día el pasado domingo, patas negras como Víctor Pérez Borrego (vicepresidente del Cabildo de Tenerife), Antonio Plasencia (Construcción), Arturo Escuder Martín (Asinca), Juan Fuentes (Cámara de Comercio), y Pedro Afonso (CEOE), todos ellos con vinculaciones estrechas con ATI, estaban plenamente de acuerdo. Según ellos la economía de Tenerife es la que tira de Canarias, y según ellos quien manda en la región desde hace 15 años es ATI. Es decir, considerando que el motor del mundo es el dinero, y que una cosa es lo que diga SuperLibra y todo su entorno, y otra muy distinta lo que piensa, las fuerzas vivas tinerfeñas asumen, sin rubor y disimulo, que desde aquel día en que Jerónimo Saavedra les permitió entrar en el Gobierno del Archipiélago (1991), la historia de Tenerife cambió. Y, por lo que parece, quieren seguir cambiándola. Y más con un gobierno a su imagen y semejanza. Ahora o nunca.
Y es cierto. La historía de los últimos catorce años retrata el encumbramiento arrollador de una fuerza insolidaria y antiregional, que con una avidez y ansias de revancha incontestables, y una indiscutible inteligencia, no ha parado hasta controlar de forma directa todos los resortes del poder. Mientras en Gran Canaria todos sus líderes han terminado por ser fagocitados por sus propias ambiciones, en Tenerife han sabido utilizar esas ambiciones en su propio provecho sosteniendo la único importante: la marca, ATI. A Saavedra, Olarte, Román, Soria, y Mauricio, los mata lo mismo: el pensar que existe una lealtad regional en ATI.
Por lo tanto, la tristeza y la rabia que apesadumbra a la generalidad de la sociedad grancanaria es explicable. Cuando busca un rostro en quien reflejarse encuentra vendepatrias, incompetentes, o un ejercito de aldeanos insularistas entregados al saqueo.
El que los empresarios, a través del Círculo y la Confederación, no tengan reparos para mostrar su orfandad, su profunda desazón por el futuro más cercano, es normal, pues ya nadie habla con ellos salvo para exigirles que pasen por taquilla. Imputarles que son correa de transmisión de un PP resentido por su desalojo del gobierno es de una simpleza apabullante. Nadie ha estado tan cerca de los empresarios, embadurnándolos de iniciativas, proyectos, negocios de todo tipo, como CC. Soria jamás hubiese llegado ni a la mitad del recorrido si su compañero de viaje e ideólogo no hubiera sido Mauricio.
Por lo demás: ¿Hay algún tonto que pueda creer a Adán Martín, después de que su gobierno se lanzara, en la sombra, con el máximo sigilo, a montar la llamada Autoridad Unica Portuaria?... Sí, ya sé que tal especie se ha desmentido por parte del consejero Antonio Castro, y por el propio Martín. Pero ocurre que existe un decreto, firmado por el citado Martín, de 8 de abril de 2005, mediante el cual se dispone la puesta en marcha de Puertos de Canarias, un sistema que aglutina a los dos principales puertos del Archipiélago en uno solo, bajo una autoridad única, un mismo control, unos presupuestos teledirigidos por este gobierno tan regional. ¿Que se sospecha, pues?: a) que el puerto de Tenerife tiene problemas de desarrollo por sus limitaciones geográficas; b) que para competir es necesario la apertura urgente del de Granadilla; c) que en Granadilla las cosas se complican porque la UE ha detectado en su expediente varios errores, que, como mínimo, lo retrasarán dos o tres años; y d) que con una autoridad única portuaria al mando de Tenerife se corrige el desequilibrio paralizando la evolución del puerto más competitivo (La Luz) a favor del más retrasado.
Existe una segunda parte. En el famoso texto de la comisión de sabios para la Reforma del Estatuto de Autonomía, que presidiera el segundo de Martín, José Miguel Ruano, encontramos en el artículo 35 la asunción, por parte de la Comunidad Autónoma, de las competencias en puertos y aeropuertos de interés general del Estado. Jugada interesante. Primero se aprueba la reforma del Estatuto, se logra del Estado el traspaso de las competencias portuarias, y después se desarrolla el decreto sobre Puertos de Canarias. Como en un sueñito de niños felices, uno despierta un día y se encuentra con los puertos equilibrados.
Pero hay más. La cosa estaba tan avanzada que el Gobierno, desde la Consejería de Transportes, le solicitó a la Cámara de Comercio de Las Palmas, a la Confederación de Empresarios , y al Cabildo que nombrara sus representantes en la nueva institución. Iban como motos... ¿Y saben quién se nombró a sí mismo? ¡José Manuel Soria, el defensor de Gran Canaria, el que se reúne, según Barragán, Mauricio, Rivero y Martín, a conspirar con los empresarios de su isla para alimentar el pleito insular!... Con fecha 9 de junio Soria firmó un documento por el que reconocía el invento de ATI como bueno. Se cargaba así la autonomía del Puerto de la Luz. Menos mal que la carga de profundidad ha sido frenada en Madrid porque alguien avisó a tiempo. Y si ese alguien es un conocido miembro del Círculo o de la Confederación, mayor motivo para que ATI se ponga histérica. Tenían a Soria y a Mauricio de cómplices. Le fallaron los empresarios. Digo yo que habrá que fumigarlos.
Cuéntenle a la clase empresarial grancanaria que el puerto capitalino lo controla a capricho el chicharrerismo de alpendre, cuéntenle que lo que está a la vuelta de la esquina es la ruina, y salen con las bayonetas a la calle, que es lo que ha pasado. Al contrario pasaría exactamente igual.
Posiblemente nos encontremos ante una lucha nada soterrada por el control financiero de la región. Y tal vez estemos presenciando uno de sus capítulos más cruciales. Lo que está dispuesto a hacer ATI en los dos años que le faltan de Gobierno monocolor ni siquiera nos pasa por la imaginación Se enfrentan dos consejos de administración: el de una isla, que no separa política de negocios, y el de otra, ausente de referentes, cuyo cainismo de la última década le puede costar caro.
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El equilibrio regional para ATI debe parecerse mucho al chantaje. Uno se equilibra de forma natural cuando calla y asiente. Es como si desapareciera. Como si se lo tragara la tierra o dejara de existir. El equilibrio de este Gobierno se basa en la aniquilación de las minorías o, al menos, en erradicar de ellas cualquier tentación rebelde. Una vez lograda sólo les falta reconocer al padre, al dueño y propietario de la subvención, a quién te ayudó a prosperar, poner la RIC en tu camino a Damasco, aquel que puede seguir amamantándote si ahora cedes y asientes con la cabeza, aunque apenas te queden motivos para fiarte.
Eso es lo que les pasa a los empresarios grancanarios. No se fían de un gobierno que les amputó los interlocutores. Primero les dijeron que eran Soria y Mauricio. Luego, por su waterloo en el istmo, liquidaron a Soria, sin que en el patio de butacas se escuchara un murmullo de reprobación: se lo había merecido. Más tarde, Adán Martín, dueño absoluto del Boletín Oficial de Canarias, en un golpe de mano impulsado por el miedo a perder el control de la manija de los presupuestos en 2007, en un arrebato de narcisismo absolutista, provocador e insólito, confeccionó un Ejecutivo ultrainsularista -amalgama entre el pleistocénico archipielágico y del más puro amiguismo venezolano-, que es el sueño y el orgullo, oh curiosidad, del empresariado tinerfeño.
Por si fuera poco a Mauricio le quitaron el carné de conseguidor, le enviaron penado a la esquina, lo humillaron públicamente despojándole de sus antiguas atribuciones de intermediación. De ahí la resurrección de ese auténtico paleto que es Fernando González en la presidencia de la antigua Ican: Mauricio necesita de algo tangible para negociar. Caer Mauricio y abandonarse la clase empresarial grancanaria a la depresión, fue una sola cosa. De repente un montón de promesas volatilizadas y un millón de preguntas sin contestar. ¿Habría alguna oportunidad para el Istmo? ¿Y para el gas? ¿Qué sucedería con Arinaga? Cuando los inspectores de la metrópoli se pusieran pesados con la RIC, ¿quién sería el interlocutor?... ¿Hay una intención predeterminada desde el gobierno de SuperLibra Martín para empobrecer los sectores productivos de Gran Canaria a favor de Tenerife?
Al respecto, los empresarios de Tenerife lo tienen claro. En un coloquio organizado por el periódico El Día el pasado domingo, patas negras como Víctor Pérez Borrego (vicepresidente del Cabildo de Tenerife), Antonio Plasencia (Construcción), Arturo Escuder Martín (Asinca), Juan Fuentes (Cámara de Comercio), y Pedro Afonso (CEOE), todos ellos con vinculaciones estrechas con ATI, estaban plenamente de acuerdo. Según ellos la economía de Tenerife es la que tira de Canarias, y según ellos quien manda en la región desde hace 15 años es ATI. Es decir, considerando que el motor del mundo es el dinero, y que una cosa es lo que diga SuperLibra y todo su entorno, y otra muy distinta lo que piensa, las fuerzas vivas tinerfeñas asumen, sin rubor y disimulo, que desde aquel día en que Jerónimo Saavedra les permitió entrar en el Gobierno del Archipiélago (1991), la historia de Tenerife cambió. Y, por lo que parece, quieren seguir cambiándola. Y más con un gobierno a su imagen y semejanza. Ahora o nunca.
Y es cierto. La historía de los últimos catorce años retrata el encumbramiento arrollador de una fuerza insolidaria y antiregional, que con una avidez y ansias de revancha incontestables, y una indiscutible inteligencia, no ha parado hasta controlar de forma directa todos los resortes del poder. Mientras en Gran Canaria todos sus líderes han terminado por ser fagocitados por sus propias ambiciones, en Tenerife han sabido utilizar esas ambiciones en su propio provecho sosteniendo la único importante: la marca, ATI. A Saavedra, Olarte, Román, Soria, y Mauricio, los mata lo mismo: el pensar que existe una lealtad regional en ATI.
Por lo tanto, la tristeza y la rabia que apesadumbra a la generalidad de la sociedad grancanaria es explicable. Cuando busca un rostro en quien reflejarse encuentra vendepatrias, incompetentes, o un ejercito de aldeanos insularistas entregados al saqueo.
El que los empresarios, a través del Círculo y la Confederación, no tengan reparos para mostrar su orfandad, su profunda desazón por el futuro más cercano, es normal, pues ya nadie habla con ellos salvo para exigirles que pasen por taquilla. Imputarles que son correa de transmisión de un PP resentido por su desalojo del gobierno es de una simpleza apabullante. Nadie ha estado tan cerca de los empresarios, embadurnándolos de iniciativas, proyectos, negocios de todo tipo, como CC. Soria jamás hubiese llegado ni a la mitad del recorrido si su compañero de viaje e ideólogo no hubiera sido Mauricio.
Por lo demás: ¿Hay algún tonto que pueda creer a Adán Martín, después de que su gobierno se lanzara, en la sombra, con el máximo sigilo, a montar la llamada Autoridad Unica Portuaria?... Sí, ya sé que tal especie se ha desmentido por parte del consejero Antonio Castro, y por el propio Martín. Pero ocurre que existe un decreto, firmado por el citado Martín, de 8 de abril de 2005, mediante el cual se dispone la puesta en marcha de Puertos de Canarias, un sistema que aglutina a los dos principales puertos del Archipiélago en uno solo, bajo una autoridad única, un mismo control, unos presupuestos teledirigidos por este gobierno tan regional. ¿Que se sospecha, pues?: a) que el puerto de Tenerife tiene problemas de desarrollo por sus limitaciones geográficas; b) que para competir es necesario la apertura urgente del de Granadilla; c) que en Granadilla las cosas se complican porque la UE ha detectado en su expediente varios errores, que, como mínimo, lo retrasarán dos o tres años; y d) que con una autoridad única portuaria al mando de Tenerife se corrige el desequilibrio paralizando la evolución del puerto más competitivo (La Luz) a favor del más retrasado.
Existe una segunda parte. En el famoso texto de la comisión de sabios para la Reforma del Estatuto de Autonomía, que presidiera el segundo de Martín, José Miguel Ruano, encontramos en el artículo 35 la asunción, por parte de la Comunidad Autónoma, de las competencias en puertos y aeropuertos de interés general del Estado. Jugada interesante. Primero se aprueba la reforma del Estatuto, se logra del Estado el traspaso de las competencias portuarias, y después se desarrolla el decreto sobre Puertos de Canarias. Como en un sueñito de niños felices, uno despierta un día y se encuentra con los puertos equilibrados.
Pero hay más. La cosa estaba tan avanzada que el Gobierno, desde la Consejería de Transportes, le solicitó a la Cámara de Comercio de Las Palmas, a la Confederación de Empresarios , y al Cabildo que nombrara sus representantes en la nueva institución. Iban como motos... ¿Y saben quién se nombró a sí mismo? ¡José Manuel Soria, el defensor de Gran Canaria, el que se reúne, según Barragán, Mauricio, Rivero y Martín, a conspirar con los empresarios de su isla para alimentar el pleito insular!... Con fecha 9 de junio Soria firmó un documento por el que reconocía el invento de ATI como bueno. Se cargaba así la autonomía del Puerto de la Luz. Menos mal que la carga de profundidad ha sido frenada en Madrid porque alguien avisó a tiempo. Y si ese alguien es un conocido miembro del Círculo o de la Confederación, mayor motivo para que ATI se ponga histérica. Tenían a Soria y a Mauricio de cómplices. Le fallaron los empresarios. Digo yo que habrá que fumigarlos.
Cuéntenle a la clase empresarial grancanaria que el puerto capitalino lo controla a capricho el chicharrerismo de alpendre, cuéntenle que lo que está a la vuelta de la esquina es la ruina, y salen con las bayonetas a la calle, que es lo que ha pasado. Al contrario pasaría exactamente igual.
Posiblemente nos encontremos ante una lucha nada soterrada por el control financiero de la región. Y tal vez estemos presenciando uno de sus capítulos más cruciales. Lo que está dispuesto a hacer ATI en los dos años que le faltan de Gobierno monocolor ni siquiera nos pasa por la imaginación Se enfrentan dos consejos de administración: el de una isla, que no separa política de negocios, y el de otra, ausente de referentes, cuyo cainismo de la última década le puede costar caro.
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