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La Voz de Gran Canaria

La memez y la envidia cochina

La memez y la envidia cochina CANDIDO QUINTANA

Elegía por la muerte de Tenerife, éste es el título del extenso escrito con el que Victoriano Izquierdo González tiene la intolerable osadía de descalificar e insultar, a miles y miles de ciudadanos mayores de edad de esta tierra nuestra, y esto lo hace refiriéndose, dice, a “una minoría”. Además se sitúa o pretende situarse a la altura del Todopoderoso que todo lo sabe y sin dejar títere con cabeza, ¡tremenda estupidez! Se cree con profundos conocimientos para hablar de todo, por lo que, seguramente, ni estará por admitir que nadie le rebata sus argumentos, algo que tampoco me apetece hacer a mí, ni su escrito merece.

Sí me apetece pensar que, posiblemente, a partir de esta sarta de insultos interesados, puede que algún determinado partido político trate de incorporarlo a sus filas, seguro que el señor Soria ha tomado debida nota de sus piropos hacia él. Probablemente el sector empresarial o algún periódico concreto, también estén interesados por una joya tan valiosa, informativamente hablando. Creo que ni la “memez”, que emplea con demasiada frecuencia, ni el “morado color de sus ojos”, por tanta envidia cochina de Gran Canaria, serían taras suficientes para complicar su fichaje. Si acaso la “elevada edad” que se le supone, o, mejor dicho, que usted mismo deja entrever, cuando llama “chicos” a esos miles de ciudadanos “malos” que pretenden detener el progreso de Tenerife y acabar con el bienestar de los tinerfeños, regresando a la edad de piedra.

Señor mayor, me atrevo a aconsejarle que relea su propio escrito, difícilmente encontrará otro que contenga tanta memez concentrada. A Tenerife le convienen muchas cosas para sobrevivir y perdurar para las futuras generaciones, una de ellas es que personas como usted, con esa forma de pensar, se callen o estén lo más lejos posible. ¡Ah! y sin que ello suponga querer insultarle, le aconsejo, al hilo de sus ansias de desarrollismo sin límites en una isla limitada, que se mande una papa de nuestra tierra, no deje pasar mucho tiempo, no sea que sus pretensiones se lleven a cabo y el cemento, el hormigón y el asfalto sustituyan a su cultivo tradicional. Y termino dándole las gracias por hacerme joven, chico.

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