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La Voz de Gran Canaria

Muchas maquetas y poca ciencia

Muchas maquetas y poca ciencia JOSÉ F. FERNÁNDEZ BELDA

El primer teniente de alcalde de Las Palmas de Gran Canaria, Felipe Afonso, da una respuesta contundente a la Fundación Canaria de la Ciencia y la Tecnología sobre el posible uso del edificio Miller para otros fines distintos a los que ellos tenían pensados. Eso suponiendo que realmente tuvieran pensado algún fin, o algún plan, más allá de tener un espacio disponible para enseñar las maquetas de La Gran Marina, o de lo que se les pueda ocurrir antes de las próximas elecciones.

A mi modesto entender una de las funciones básicas de los ediles, aceptando, que tal vez sea mucho aceptar, que representan los intereses generales, es optimizar los recursos públicos. Por eso, cuando se pone una propuesta sobre la mesa, lo más inteligente es estudiarla. Y eso se debe hacer venga de donde venga, haya nacido o no en el seno de la fuerza política propia, de la oposición o de un grupo de ciudadanos independientes, como es el caso que ahora nos ocupa. Gobernar debiera ser elegir entre las mejores posibilidades disponibles. A un argumento se responde con otro argumento, no con vaguedades o prepotencias. Creo que con frecuencia se olvidan los políticos de que su poder emana del pueblo, según reza el artículo 1.2 de la Constitución, y por lo tanto a la mejor interpretación de esa voluntad popular se debieran atener.

“Estamos muy satisfechos con el resultado que está dando el Miller y no estamos dispuestos a cederlo”, son las palabras de Felipe Afonso para rechazar la propuesta de la Fundación, después de decir que para avanzar y soñar deberían de haber contado previamente con ellos, sobre todo sabiendo que la respuesta a cualquier planteamiento “iba a ser siempre negativa”. Convendrá no olvidar este espíritu dialogante cuando pidan la colaboración ciudadana y el voto en las próximas elecciones.

Tal vez esté muy justificada la satisfacción del concejal, pero quizás hubiera sido deseable, y desde luego mucho más elegante y respetuoso, que explicara con cifras y datos los resultados de que habla en el Edificio Miller y que aconsejan rechazar el ofrecimiento de la Fundación. Supongo que será por deformación profesional, pero creo que las cosas se demuestran con análisis cualitativos y cuantitativos, y no con el argumento de autoridad, que puede ser un atajo por la escasez de tiempo y espacio en un periódico o por simple autoritarismo. Y desde el punto de vista del atractivo de las actividades esporádicas que allí se puedan programar, resulta poco edificante creer que es la buena comunicación del recinto, como parece afirmar Afonso, lo que garantiza el éxito de público en lugar del interés social o cultural intrínseco de lo que se pretenda allí mostrar.

Sobre la mejor utilización de un bien público puede haber diversas interpretaciones, según la escala de valores de que se parta y del abanico de posibilidades que se tengan o podamos tener. Por eso no debe desecharse a priori ninguna iniciativa que se pueda aportar. En unos artículos anteriores defendía la idea del uso didáctico, turístico o museístico del edificio Miller, vinculado al mundo de las ciencias. Y lo hacía dado que con anterioridad se había instalado el Museo Elder justo al lado. Parece lógico aprovechar sinergias y ahorrar fondos públicos siempre que se pueda, una vez que parece haberse descartado la idea de trasladar ese museo a otra zona de la ciudad.

Las Palmas de Gran Canaria no está sobrada de atractivos culturales al alcance de todos y por eso es bueno, a mi entender, la potenciación de todo aquello que se ha demostrado que funciona. Y el Museo Elder lo ha hecho, y lo hace cada día, supliendo muchas veces con imaginación y determinación la falta de recursos económicos disponibles. Y eso es un gran activo que conviene potenciar y aprovechar. Hay actividades, como la danza, que requieren unas instalaciones dignas para su desarrollo, pero eso no quiere decir que utilicen espacios a los que la ciudad podría sacar mayores rendimientos. La escuela de danza puede estar en cualquier otro lugar de la ciudad, a ser posible bien comunicado. Pero la ampliación de un Museo de las Ciencias debiera hacerse concibiéndolo dentro de un entorno, aunque sea en edificios separados pero situados en la misma área, de forma que se puedan integrar entre sí, con actividades en recintos cerrados o abiertos. Es el caso, por ejemplo, del prestigioso Museo de las Ciencias de Londres, donde miles de visitantes diarios llenan sus múltiples pabellones.

Al ciudadano normal y corriente poco le importa de quién es la titularidad de un espacio público, sino si puede o no acceder a él. Por eso, para las pocas exposiciones que en el edificio Miller se han realizado bien podrían utilizarse los locales de La Regenta o el CAAM, por sólo mostrar unos ejemplos, mucho mejor equipados para estos fines que un enorme espacio tratado como un gran almacén. O también pueden utilizarse los mercados municipales, capaces de albergar las exposiciones de maquetas. Todo es posible si hay voluntad de hacerlo y, sobre todo, interés de optimizar recursos públicos en bien de la mayoría.
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2 comentarios

esta huebada - cochinada- q no sirve -

Al ciudadano normal y corriente poco le importa de quién es la titularidad de un espacio público, sino si puede o no acceder a él.=esta frase es 1 cochinada