Clásicos interinsulares
JOSE A. ALEMAN
Todavía hay quienes pierden tiempo replicando a la línea editorial anticanariona del matutino El Día. Réplicas consideradas de inmediato contrarias a la inexistente unidad de los canarios. Atentado que no perpetra, por supuesto, el periódico santacrucero sino quienes reaccionan en Gran Canaria ante sus disparates e insultos constantes. A lo sumo, conceden que el inspirador de esa línea editorial no rige bien; sin reparar, claro, en las condecoraciones que ha recibido de la sociedad tinerfeña; ni advertir que, en buena teoría de la comunicación, es significativo que sea, precisamente El Día, el rotativo de mayor difusión en Tenerife.
La embestida última ha sido contra el G. Tamarán, al que no tengo el gusto, por revolverse en CanariasAhora contra una homilía del diario santacrucero. Llama la atención la falta de cultura general en dos o tres cuestiones de las que me ocuparé mayormente para descansar hoy de tanto istmo.
Dicen los denostadores de Gran Canaria que el nombre de Tamarán es caprichosa invención sin padre ni madre. Ignoran que Tamarán viene de támara=dátil, fruto de la palmera, que es palabro de ascendencia árabe. Aunque los especialistas canarios lo consideren portuguesismo, no hay contradicción, pues, según el Diccionario de Autoridades, en Portugal llaman así a los dátiles por la vecindad y el comercio que tienen con África. Covarrubias también cree árabe el término, pero lo hace derivar del hebreo tamar=palma. El profesor Álvarez Delgado, en fin, abunda en el arabismo de tamara que hace su plural en n (Tamara-n, o sea) por lo que el topónimo Las Palmas es traducción de eso, de Tamaran=palmeras, lugar poblado de palmas. Sin contarles que en mi infancia había unos tremendos galletones de limón marca Tamarán y con los sentimientos no se juega.
La calentura ante la insolencia de G.Tamarán con El Día trajo a colación otro clásico: el paso de Colón por Gran Canaria, negado con tanta rotundidad como desconocimiento del estado de la cuestión. El asunto sería irrelevante si no fuera por las dichas razones de cultura general. Así, recordemos que el Diario de Colón fecha en agosto de 1492 la noticia de que después tornó el Almirante a Canaria y adobaron muy bien La Pinta con mucho trabajo y diligencia del Almirante, de Martín Alonso y de los demás, y al cabo vinieron a La Gomera.
Este episodio histórico dio lugar en 1984 al divertido episodio histérico en que el Ayuntamiento de Santa Cruz estableció democráticamente, mediante votación y todo, que Colón no estuvo ni se le espera en Gran Canaria, por lo que no puso en ella ninguno de sus famosos huevos.
El grotesco posicionamiento institucional indujo a varios historiadores, por mor de la cultura general les dije, a elaborar un escrito afirmando que Colón sí estuvo en Gran Canaria en los viajes de descubrimiento primero y segundo y que hizo escala exclusiva en esta isla en el cuarto. Los historiadores precisaron su estancia grancanaria desde el 25 de agosto hasta el 1 de septiembre de 1492.
Las dos únicas fuentes válidas del hecho, explicaba el escrito, son el Diario del propio Colón y la Historia del Almirante, escrita por su hijo Hernando. Ninguna de las dos especifica el punto exacto de la segura arribada, por lo que no hay declaración textual a favor ni en contra de que éste fuera la ciudad de Las Palmas. Medio siglo después del Descubrimiento, fray Bartolomé de Las Casas señaló a la bahía de Gando, sin que se sepa de donde extrajo el pormenor. Entre los historiadores firmantes del escrito figuraba Antonio Rumeu de Armas. Pero todo fue declarado falso por votación democrática de los munícipes santacruceros de la época.
Otro clásico de esta manifestación de ignorancia es cuestionar el nombre de Gran Canaria. Me parece muy bien, si les place tirar de cinta métrica; pero no que hablen de invención recientísima. Ya en el primer tercio del XVII, Abreu y Galindo señaló que fue cosa de Jean de Bethencourt. Dice Abreu: poniéndole [Bethencourt] nombre bien conveniente a sus hechos, nobleza y ser, de Grande, que ha tenido y tiene y durará; llamándose Grande, no porque sea grande la isla, ni la mayor, ni la mayor en cantidad sino en cualidad, por la grande resistencia y fortaleza que en ella halló de los naturales en defenderse y ofender con destreza de los que mal y daño les querían hacer. Dado que Bethencourt inició su aventura canaria en 1402, calculen la fecha que lleva la carta.
Eso es lo que hay. Salvo votación en contra.
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Todavía hay quienes pierden tiempo replicando a la línea editorial anticanariona del matutino El Día. Réplicas consideradas de inmediato contrarias a la inexistente unidad de los canarios. Atentado que no perpetra, por supuesto, el periódico santacrucero sino quienes reaccionan en Gran Canaria ante sus disparates e insultos constantes. A lo sumo, conceden que el inspirador de esa línea editorial no rige bien; sin reparar, claro, en las condecoraciones que ha recibido de la sociedad tinerfeña; ni advertir que, en buena teoría de la comunicación, es significativo que sea, precisamente El Día, el rotativo de mayor difusión en Tenerife.
La embestida última ha sido contra el G. Tamarán, al que no tengo el gusto, por revolverse en CanariasAhora contra una homilía del diario santacrucero. Llama la atención la falta de cultura general en dos o tres cuestiones de las que me ocuparé mayormente para descansar hoy de tanto istmo.
Dicen los denostadores de Gran Canaria que el nombre de Tamarán es caprichosa invención sin padre ni madre. Ignoran que Tamarán viene de támara=dátil, fruto de la palmera, que es palabro de ascendencia árabe. Aunque los especialistas canarios lo consideren portuguesismo, no hay contradicción, pues, según el Diccionario de Autoridades, en Portugal llaman así a los dátiles por la vecindad y el comercio que tienen con África. Covarrubias también cree árabe el término, pero lo hace derivar del hebreo tamar=palma. El profesor Álvarez Delgado, en fin, abunda en el arabismo de tamara que hace su plural en n (Tamara-n, o sea) por lo que el topónimo Las Palmas es traducción de eso, de Tamaran=palmeras, lugar poblado de palmas. Sin contarles que en mi infancia había unos tremendos galletones de limón marca Tamarán y con los sentimientos no se juega.
La calentura ante la insolencia de G.Tamarán con El Día trajo a colación otro clásico: el paso de Colón por Gran Canaria, negado con tanta rotundidad como desconocimiento del estado de la cuestión. El asunto sería irrelevante si no fuera por las dichas razones de cultura general. Así, recordemos que el Diario de Colón fecha en agosto de 1492 la noticia de que después tornó el Almirante a Canaria y adobaron muy bien La Pinta con mucho trabajo y diligencia del Almirante, de Martín Alonso y de los demás, y al cabo vinieron a La Gomera.
Este episodio histórico dio lugar en 1984 al divertido episodio histérico en que el Ayuntamiento de Santa Cruz estableció democráticamente, mediante votación y todo, que Colón no estuvo ni se le espera en Gran Canaria, por lo que no puso en ella ninguno de sus famosos huevos.
El grotesco posicionamiento institucional indujo a varios historiadores, por mor de la cultura general les dije, a elaborar un escrito afirmando que Colón sí estuvo en Gran Canaria en los viajes de descubrimiento primero y segundo y que hizo escala exclusiva en esta isla en el cuarto. Los historiadores precisaron su estancia grancanaria desde el 25 de agosto hasta el 1 de septiembre de 1492.
Las dos únicas fuentes válidas del hecho, explicaba el escrito, son el Diario del propio Colón y la Historia del Almirante, escrita por su hijo Hernando. Ninguna de las dos especifica el punto exacto de la segura arribada, por lo que no hay declaración textual a favor ni en contra de que éste fuera la ciudad de Las Palmas. Medio siglo después del Descubrimiento, fray Bartolomé de Las Casas señaló a la bahía de Gando, sin que se sepa de donde extrajo el pormenor. Entre los historiadores firmantes del escrito figuraba Antonio Rumeu de Armas. Pero todo fue declarado falso por votación democrática de los munícipes santacruceros de la época.
Otro clásico de esta manifestación de ignorancia es cuestionar el nombre de Gran Canaria. Me parece muy bien, si les place tirar de cinta métrica; pero no que hablen de invención recientísima. Ya en el primer tercio del XVII, Abreu y Galindo señaló que fue cosa de Jean de Bethencourt. Dice Abreu: poniéndole [Bethencourt] nombre bien conveniente a sus hechos, nobleza y ser, de Grande, que ha tenido y tiene y durará; llamándose Grande, no porque sea grande la isla, ni la mayor, ni la mayor en cantidad sino en cualidad, por la grande resistencia y fortaleza que en ella halló de los naturales en defenderse y ofender con destreza de los que mal y daño les querían hacer. Dado que Bethencourt inició su aventura canaria en 1402, calculen la fecha que lleva la carta.
Eso es lo que hay. Salvo votación en contra.
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