Una joya abandonada
El olvido, abandono y suciedad se han apoderado del espacio natural más importante del Sur. La obra del escultor Tony Gallardo se ha deteriorado por falta de preocupación de los gestores públicos.
Con una superficie superior a los 100.000 metros cuadrados y poblado de numerosas especies de la flora autóctona, con algunas palmeras más que centenarias, la imagen del parque Tony Gallardo está muy lejos del idílico paisaje de charcas, tarahales y aves con el que siempre había soñado su creador.
Este enclave, privilegiado por su situación y naturaleza, es junto al Palmeral del Oasis, la Charca y la Reserva Natural Especial de las Maspalomas uno de los pocos espacios que quedan y en donde todavía se puede apreciar algo de la riqueza medioambiental que ofrecían estos parajes sureños antes de la implantación del actual modelo de desarrollo turístico. Hace algo más de una década el Cabildo de Gran Canaria le encargó al escultor Tony Gallardo (1929-1996) un proyecto destinado a recrear parte del paisaje original que ofrecía este espacio, con el objeto de convertirlo en un enorme parque válido para el recreo pero también para la contemplación y el estudio de la naturaleza. Se trataba de los proyectos para la recuperación del Palmeral de Maspalomas y Recuperación Ecológica del Barranco de Maspalomas, con la creación de un espacio de 120.000 metros cuadrados, atravesado por un sistema de canales y lagunas de agua corriente, con reintroducción de flora y fauna.
De estos dos proyectos sólo se concretó la creación de las lagunas y canales. Las actuaciones restantes quedaron en el olvido más por falta de preocupación que de presupuesto. Resulta paradójico que el parque se haya inaugurado a finales de los noventa con políticos, prensa y fotos, pero jamás se haya abierto al público.El que sin duda es el mayor parque urbano del Sur, por el desinterés de los organismos públicos encargados de conservarlo se ha convertido en un espacio sucio y abandonado. Las labores de poda que se realizan últimamente y el hilo de agua que se deja correr por los canales sólo sirven para evidenciar su deterioro.
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Con una superficie superior a los 100.000 metros cuadrados y poblado de numerosas especies de la flora autóctona, con algunas palmeras más que centenarias, la imagen del parque Tony Gallardo está muy lejos del idílico paisaje de charcas, tarahales y aves con el que siempre había soñado su creador.
Este enclave, privilegiado por su situación y naturaleza, es junto al Palmeral del Oasis, la Charca y la Reserva Natural Especial de las Maspalomas uno de los pocos espacios que quedan y en donde todavía se puede apreciar algo de la riqueza medioambiental que ofrecían estos parajes sureños antes de la implantación del actual modelo de desarrollo turístico. Hace algo más de una década el Cabildo de Gran Canaria le encargó al escultor Tony Gallardo (1929-1996) un proyecto destinado a recrear parte del paisaje original que ofrecía este espacio, con el objeto de convertirlo en un enorme parque válido para el recreo pero también para la contemplación y el estudio de la naturaleza. Se trataba de los proyectos para la recuperación del Palmeral de Maspalomas y Recuperación Ecológica del Barranco de Maspalomas, con la creación de un espacio de 120.000 metros cuadrados, atravesado por un sistema de canales y lagunas de agua corriente, con reintroducción de flora y fauna.
De estos dos proyectos sólo se concretó la creación de las lagunas y canales. Las actuaciones restantes quedaron en el olvido más por falta de preocupación que de presupuesto. Resulta paradójico que el parque se haya inaugurado a finales de los noventa con políticos, prensa y fotos, pero jamás se haya abierto al público.El que sin duda es el mayor parque urbano del Sur, por el desinterés de los organismos públicos encargados de conservarlo se ha convertido en un espacio sucio y abandonado. Las labores de poda que se realizan últimamente y el hilo de agua que se deja correr por los canales sólo sirven para evidenciar su deterioro.
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