Pésimo estado del equipamiento de neonatos en el Hospital Materno Infantil
Tan pronto como llegó a la presidencia del Gobierno de Canarias, el tinerfeño Adán Martín hizo incapié en que había que ralentizar y disminuir las inversiones regionales en los hospitales de Gran Canaria por "estar en situación de ventaja" respecto a Tenerife. Hoy, los grancanarios estamos indefensos ante el mal estado de los equipamientos de los hospitales de nuestra Isla.
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Cunas desvencijadas y de metal, sillas de tijera de madera y mesas sobre las que se sientan mujeres para amamantar a sus criaturas. Es una estampa diaria en la Unidad de Lactantes del Materno. La situación que se repite día tras día en el Materno Infantil ha provocado que algunos padres hayan decido denunciarlo, sin resultado, a la propia dirección del centro. Los padres se quejan no tanto del trato que se les dispensa por parte del personal del hospital, que en la mayoría de los casos es el adecuado, como de los problemas de infraestructura de la unidad.
Sin embargo, la dirección médica del centro, en una nota remitida a este periódico, dice que las instalaciones, a pesar de las obras que se están acometiendo en el Materno, observan "el cumplimiento y la estricta garantía de todos los controles de bioseguridad e infraestructuras en todo el centro hospitalario", y justifica las quejas de los padres en que "la logística de una obra de este tipo, en la que se mantiene el servicio al paciente, no se puede realizar sin que existan ciertas incomodidades". "El hacinamiento es evidente, tanto para que trabajen médicos y personal de enfermería, como para los que tenemos que pasarnos aquí prácticamente todo el día, a la expectativa de la evolución de nuestros bebés", comenta a este periódico uno de los afectados. La unidad aparece en medio de la planta cuarta del centro, como un área restringida a la que se accede, sin embargo, sin mayores controles, según critican algunos de los progenitores. "Tememos porque, en un momento dado, alguien ajeno pueda introducirse y perturbe a nuestros hijos. O, incluso, pueda sacarlos de la unidad". Los cuatro boxes son escasos para los niños ingresados que permanecen en sus cunas metálicas "y de nula seguridad. Tenemos que estar vigilándolos para que no se golpeen con los barrotes. Los muebles, o son muy antiguos, o no existen". Y la lista de demandas empieza, precisamente, por el mobiliario.
"¿Qué menos que sillones para tener un lugar más cómodo desde el que permanecer junto a nuestros hijos?". Sobre las sillas de tijeras agotan su vigilia durante el día; por la noche, se comparten los espacios externos a la unidad. "Las mujeres se quedan ahí fuera por las noches, porque los asientos, sin ser nada del otro mundo, al menos son más confortables que las sillas plegables". Las peticiones se completan con una sala de juegos para los pequeños ("hay momentos, dependiendo de su evolución, que necesitan ese espacio. Ahora están condenados a permanecer todo el tiempo en sus cunas") y una sala de estar, "un área de descanso en la que las mujeres, por ejemplo, puedan dar de mamar a los niños".
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Cunas desvencijadas y de metal, sillas de tijera de madera y mesas sobre las que se sientan mujeres para amamantar a sus criaturas. Es una estampa diaria en la Unidad de Lactantes del Materno. La situación que se repite día tras día en el Materno Infantil ha provocado que algunos padres hayan decido denunciarlo, sin resultado, a la propia dirección del centro. Los padres se quejan no tanto del trato que se les dispensa por parte del personal del hospital, que en la mayoría de los casos es el adecuado, como de los problemas de infraestructura de la unidad.
Sin embargo, la dirección médica del centro, en una nota remitida a este periódico, dice que las instalaciones, a pesar de las obras que se están acometiendo en el Materno, observan "el cumplimiento y la estricta garantía de todos los controles de bioseguridad e infraestructuras en todo el centro hospitalario", y justifica las quejas de los padres en que "la logística de una obra de este tipo, en la que se mantiene el servicio al paciente, no se puede realizar sin que existan ciertas incomodidades". "El hacinamiento es evidente, tanto para que trabajen médicos y personal de enfermería, como para los que tenemos que pasarnos aquí prácticamente todo el día, a la expectativa de la evolución de nuestros bebés", comenta a este periódico uno de los afectados. La unidad aparece en medio de la planta cuarta del centro, como un área restringida a la que se accede, sin embargo, sin mayores controles, según critican algunos de los progenitores. "Tememos porque, en un momento dado, alguien ajeno pueda introducirse y perturbe a nuestros hijos. O, incluso, pueda sacarlos de la unidad". Los cuatro boxes son escasos para los niños ingresados que permanecen en sus cunas metálicas "y de nula seguridad. Tenemos que estar vigilándolos para que no se golpeen con los barrotes. Los muebles, o son muy antiguos, o no existen". Y la lista de demandas empieza, precisamente, por el mobiliario.
"¿Qué menos que sillones para tener un lugar más cómodo desde el que permanecer junto a nuestros hijos?". Sobre las sillas de tijeras agotan su vigilia durante el día; por la noche, se comparten los espacios externos a la unidad. "Las mujeres se quedan ahí fuera por las noches, porque los asientos, sin ser nada del otro mundo, al menos son más confortables que las sillas plegables". Las peticiones se completan con una sala de juegos para los pequeños ("hay momentos, dependiendo de su evolución, que necesitan ese espacio. Ahora están condenados a permanecer todo el tiempo en sus cunas") y una sala de estar, "un área de descanso en la que las mujeres, por ejemplo, puedan dar de mamar a los niños".
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Anónimo -
Perico -
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