La pugna por ser puerto-base : Tenerife y Gran Canaria se preparan para captar mayores cuotas de cruceros
La carrera de Santa Cruz de Tenerife y Las Palmas de Gran Canaria por convertirse en puerto-base del mayor número posible de cruceros tiene su razón de ser en el espectacular incremento de este negocio turístico, que crece a una media anual del 8 % en el mundo. El potencial de esta zona del Atlántico, que todavía está por desarrollar frente a las grandes áreas del Caribe, el Mediterráneo o el Báltico, significa una consolidación para el destino y una fuerte inyección económica para las ciudades a las que arriban los cruceristas. Las capitales canarias se preparan para afrontar ese reto.
Marta Cantero
"El crucero turístico aún no ha llegado a su grado de madurez, y en algunas regiones del mundo apenas se ha introducido. Sus perspectivas de futuro son, por tanto, excelentes", señala el segundo y último estudio monográfico sobre este producto elaborado por la Organización Mundial de Turismo. La OMT recuerda que se trata de "una actividad relativamente moderna", pues surge en Miami en los años 70, y en la que la capacidad de crecimiento de la oferta es inferior a la demanda actual: los clientes aumentan a un ritmo de casi el 30 % anual, mientras la construcción de más buques y la apertura de nuevas rutas crece al 8 %. De ahí que el organismo internacional concluya que "el verdadero despegue del turismo de cruceros está todavía por llegar".
La zona del Atlántico en que se sitúa Canarias es, junto al Pacífico, una de estas áreas con un mayor potencial de crecimiento, frente a otras zonas consolidadas. El Caribe, donde empezaron a operar los primeros cruceros modernos con pasaje norteamericano, copa todavía el 51 % del negocio internacional: 31 millones de pasajeros al año. Su experiencia no se exportó al resto del mundo hasta veinte años después, consolidándose en Europa en la década de los noventa con diversas rutas en el Mediterráneo y el Báltico.
En España, el año 1993 marcó el inicio de una época de continua expansión de este mercado, cuando la naviera italiana Costa Crociere decidió instalarse en nuestro país (concretamente en Barcelona) con el nombre de Costa Cruceros. A partir de este momento, turoperadores que no estaban especializados en cruceros -algunos españoles- se lanzaron al mercado con barcos propios y los introdujeron en sus programaciones de viajes, lo que supuso el paso definitivo para su "popularización".
El crucero dejó así de ser "un lujo" que solo se podían permitir clientes con alto poder adquisitivo y pasó a ser lo que son actualmente: un producto más de consumo de las clases medias, con precios cada vez más asequibles y donde el todo incluido ofrece una posibilidad de control del gasto que le ha permitido mantenerse incluso en este periodo de crisis. El resultado ha sido que el medio millón de cruceristas de los años setenta se ha multiplicado hasta los 60 millones de viajeros actuales, y hoy en día casi se puede encontrar "un crucero a medida de cada viajero", como afirma un eslogan publicitario.
El resort marino
También ha cambiado el propio concepto de crucero, en el que ha ido cediendo su percepción como medio de transporte -que lleva a los pasajeros a visitar distintos núcleos de interés turístico- hacia su concepción como "hotel flotante", donde gana peso el concepto de alojamiento, con mayores comunidades para los viajeros. En la actualidad, el dinamismo y la alta competitividad del negocio los ha terminado por concebir como un "resort marino".
"El crucero moderno es un resort turístico porque incorpora todo tipo de instalaciones propias de un resort, como centros de belleza, videoteca, biblioteca, planetario, tiendas, campo de golf, galería de arte, centro de negocios, cine, casino, spa, etcétera. La principal diferencia, y al mismo tiempo ventaja sobre el resort terrestre convencional, es su movilidad", explican los analistas de la Organización Mundial de Turismo, y puntualizan que, aunque esta es la tendencia general, "sin embargo, no todos los cruceros oceánicos turísticos adoptan la forma de resort marino".
Y la OMT concluye subrayando el impacto de esta actividad sobre las ciudades en las que recalan: "Es como si un gran destino cobrara movilidad y se desplazara de un lugar a otro a lo largo del año, siendo por tanto un negocio deslocalizado y mundial, pero que tiene un enorme impacto en el posicionamiento y la imagen de un país o destino concreto".
El impacto de este negocio sobre las economías locales ha sido, de hecho, objeto de numerosos estudios, entre los que destaca el realizado por European Cruise Council sobre la ciudad condal: "El negocio de cruceros es el responsable de la creación de 14.000 puestos de trabajo, con una remuneración total de 422 millones de euros". Y es que en apenas veinte años, Barcelona se ha situado como líder europeo en cruceros, con un reconocimiento internacional corroborado por la presencia de los grandes turoperadores internacionales y los 2,3 millones de pasajeros al año que recibe, del total de ocho millones que tiene España.
Impacto local
Tras Barcelona y Palma de Mallorca, que además ocupan los puestos quinto y sexto en el ranking mundial de tráfico de cruceros, los puertos canarios se sitúan en el conjunto del territorio entre los primeros destinos de España. Aún así, la suma de los siete puertos canarios ofrece la misma cantidad de pasajeros que el puerto mallorquín solo: 1,6 millones, una cifra significativa para cada puerto pero aún menor en el total del negocio mundial de cruceros -hasta el punto que el exhaustivo informe de 284 páginas de la OMT tan solo los menciona como parte de la oferta del Atlántico sur, mientras sí entra a analizar otros cinco puertos españoles y dedicada un apartado especial al caso de Barcelona-.
Por islas, el mayor número de cruceristas llega a Santa Cruz de Tenerife (607.000 en 2012), seguida de Gran Canaria (426.000) y Lanzarote (327.000). Pasar de ser una escala más de un circuito a ser puerto-base -donde se efectúa el embarque al comienzo del crucero y el desembarque del pasaje al final del mismo- ha supuesto un salto cualitativo para los puertos canarios. Comenzó a usarlo a finales de la pasada década Thomson Celebration en Santa Cruz de Tenerife y el Aida Bella en Las Palmas de Gran Canaria, iniciando una carrera de ambos puertos por captar mayor número de navieras. Ante la importancia del negocio, las autoridades portuarias de ambas provincias y los ayuntamientos de ambas capitales trabajan codo con codo por ampliar y mejorar sus terminales, así como la oferta comercial, cultural y de ocio que atrae a los cruceristas.
Así, la Autoridad Portuaria de Santa Cruz de Tenerife presentó la pasada semana el proyecto de una nueva terminal de más de ocho mil metros cuadrados, que ampliará la capacidad actual de tres a cinco cruceros y ofrecerá un nuevo espacio portuario para atender a 4.000 pasajeros. Será, según su presidente Pedro Rodríguez Zaragoza, "la terminal de cruceros más importante de toda la Macaronesia" y previsiblemente estará lista para la temporada 2015-2016", explica Rodríguez Zaragoza.
El alcalde de Santa Cruz, por su parte, valoró la importancia de esta infraestructura: "Su ubicación es ideal porque está justo al lado de la ciudad, y los visitantes y vecinos no sabrán discernir qué es puerto y qué es ciudad", señaló José Manuel Bermúdez.
Luis Ibarra y Juan José Cardona también vienen, por su parte, colaborando estrechamente. El presidente de la Autoridad Portuaria de Las Palmas y el alcalde de la capital grancanaria han puesto en marcha iniciativas encaminadas a consolidar el tráfico de cruceros en el Puerto de la Luz y a conectar la zona portuaria a la ciudad, mejorando su oferta cultural y de ocio.
Por lo que respecta a la terminal de cruceros, la ampliación del muelle Santa Catalina trata de adaptar el Puerto de la Luz a las necesidades crecientes de una terminal de pasajeros acorde a los nuevos tiempos, mientras el archianunciado Acuario Poema del Mar, del empresario alemán Wolfgang Kiessling, ofrece la oportunidad de que la ciudad de Las Palmas de Gran Canaria se dote de un espacio que puede resultar muy atractivo para los cruceristas, como complemento de la oferta actual: Museo de la Ciencia, Vegueta o Las Canteras.
Ciudades poco preparadas
Son todas iniciativas encaminadas a lo que la OMT denomina "la necesaria implicación entre el destino y el buque", al entender que "cuando se habla de un crucero, lo que compra el cliente es algo más complejo que la experiencia en un buque: el itinerario juega un papel esencial, esto es la suma de destinos visitados a lo largo de la travesía. Y es aquí donde aparece como necesaria la imbricación entre destinos y buques".
También Arrecife y Santa Cruz de La Palma (que registró 182.800 cruceristas el pasado año) tienen tan claro lo que puede significar el negocio de los cruceros para sus respectivas ciudades, que se preparan igualmente a conciencia para no perder este tren (en este caso y para ser más precisos: este barco). Los comerciantes palmeros, por ejemplo, han decidido motu proprio abrir los domingos y festivos para atender a los turistas, ante "la pasividad de las instituciones públicas". También en la capital grancanaria se dilata desde hace años el debate sobre la apertura dominical o no de las grandes superficies, mientras los cruceristas perciben, según los operadores, "que las ciudades canarias no ponen en valor sus recursos para los turistas que bajan del barco". Así lo recoge un informe elaborado por Edei Consultores en 2001 para el Gobierno de Canarias, con más de 2.000 encuestas realizadas a pie de barco y entrevistas a 60 operadores. Entre otras cuestiones, el informe advierte que "aunque ha mejorado la orientación comercial de cara al crucerista, todavía se producen situaciones insatisfactorias por incompatibilidad de horarios".
Asimismo, consideran que "la información disponible consiste principalmente en información sobre las excursiones y apenas sobre el destino" o se quejan de "la distancia de la línea de atraque a la ciudad". Concluye el informe, en definitiva, que "en la mayoría de las ciudades canarias, se considera deficiente la señalización de los lugares de interés turístico, de tal forma que los turistas se encuentran desorientados".
La Provincia, 24-11-2013
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