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La Voz de Gran Canaria

Un nuevo repique en la Catedral

Un nuevo repique en la Catedral

Las campanas del templo capitalino necesitan un arreglo - Se ha podido recuperar el instrumento de la matraca

Lourdes S. Villacastín 

Las campanas de la Catedral repican sin problemas desde que en 1602 se instalasen en una de las dos torres de la Basílica. El tiempo, sin embargo, no pasa en balde y los grandes cencerros necesitan hoy un pequeño retoque. Eso es lo que ha detectado el maestro matricero Jacobo González Velázquez en la inspección que realizó este año al campanario para ver el estado de conservación de las sonoras piezas. La subida a la torre guardaba una sorpresa más y eran los restos de la matraca, un viejo instrumento musical con más de 300 años que se usaba en Semana Santa para llamar a los fieles y que ha sido restaurado por el experto tras 60 años en el olvido.

González ya ha comunicado al Obispado de Canarias la situación en la que están las campanas, que no corren peligro de desplome. El especialista asegura que convendría cambiar las piezas que las unen al yunque así como el esquilón. Lo que está más deteriorado es el piso del campanario -hoy tapado-, por donde subieron las campanas en su momento.

La instalación de las campanas en la Catedral finalizó en 1602, después de que en 1599 el canónigo Bartolomé Cairasco de Figueroa, el canónigo Zoilo Ramírez y el arcediano de Tenerife encargasen la compra de las mismas tras llevarse el pirata holandés Van der Does las campanas en el saqueo a la ciudad.

Las campanas se encargaron en Flandes y costaron 37.600 reales, que se sufragaron gracias a las deudas de algunos feligreses con la Iglesia. Pero en su periplo hacia la Isla, la campana mayor -conocida como la Virgen de la Antigua y que está situada en el poniente- a punto estuvo de no llegar a su destino. Por el camino hasta Cádiz destruyó la carreta en la que viajaba y en su trayecto marítimo cayó por la borda, de donde fue rescatada. Así lo cuenta Rafael Rodríguez Matos, historiador, tras bucear en los libros de actas y recuerdos del Cabildo catedralicio la historia de estos timbres eclesiales.

Los 114 quintales y 3 arrobas que pesaron los cuatro cencerros, de distintos tamaños, fueron subidos por una polea Wnchert que aún hoy se puede ver en el Museo Diocesano de Arte Sacro de la Catedral. Al naciente se instaló la campana de San Pedro, con la nota mi; al Poniente, la llamada de la Virgen de la Antigua, que da un fa sostenido; al Norte, la de San José o de San Martín, que entona el sí; y al naciente la de San Pedro, con la nota mi. En dos ocasiones más, los timbres sufrieron desperfectos. En 1852 se cayó por el campanario la de San José. Fue enviada a Sevilla para su reparación y volvió con medio tono más bajo que el inicial. Y en 1857 se quebró el esquilón. Hasta Londres llegó el badajo para su reparación, costeado por el conde de la Vega Grande.

La Provincia, 18.10.2013

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