Simples astracanadas
ÁNGEL TRISTÁN PIMIENTA
Las acusaciones de ´dictadura judicial´, ´policial´ o ´estado general de sospecha´ son cortinas de humo, nervios quizás con causas. Dos empresarios han coincidido en señalar, con horas de diferencia, que en Canarias se corre el peligro de instaurar una ´dictadura judicial o policial´. Mario Rodríguez, presidente de la Patronal de Las Palmas, e Ignacio González, hijo del presidente de la Cámara de Santa Cruz de Tenerife -involucrado en el presunto pelotazo de Las Teresitas- no pueden ocultar su enfado por las escuchas policiales y la actividad de jueces y fiscales en relación a escándalos urbanísticos. Además, están amparados doctrinalmente por el presidente regional, Adán Martín, quien afirmó públicamente en la cena ofrecida a la Convención de la Agencia Efe en el Hotel Mencey que "... la presunción de inocencia está siendo rápidamente sustituida por la generalización de la sospecha".
Las opiniones al respecto han cambiado su sustancia desde que la lupa de la Ley dejó de centrarse en exclusiva en sucesos de poca monta que atañían a "pobres desgraciados" , como el ´caso Faycan´, donde como decía un alto cargo del PP "se pasaba el cacharro" o en trapisondas urbanísticas en ayuntamientos periféricos, a afectar a políticos relevantes y financieros de ´alto standing´ con operaciones de cientos de millones de euros.
Frente a estas actitudes desconocedoras de la realidad y tergiversadoras de los hechos, hay que destacar la ecuanimidad de algunos cargos públicos, como la alcaldesa de la capital grancanaria, Pepa Luzardo, que, "con la que está cayendo", reconoce que "el papel de los periodistas es poner las cosas sobre la mesa e, incluso, tensionar la vida política. Nada nos puede desviar de la honesta entrega a los ciudadanos".
No puede decirse que de la noche a la mañana los jueces y fiscales hayan descubierto que hay indicios suficientes para sospechar con cierto fundamento que, parafraseando Macbeth, algo huele a podrido en Canarias. Los periódicos son un fiel reflejo de la actualidad y, por lo tanto un estupendo notario, el mejor ´disco duro´ para la memoria de los pueblos. Pueden consultarse las hemerotecas para comprobar que importantes hombres de negocio han venido denunciando, en los últimos años, cómo se sienten desconcertados porque la interpretación de las leyes suele ser demasiadas veces discrecional y caprichosa; cómo se sienten inseguros, porque no siempre las reglas del juego son las mismas para todos; cómo se sienten agraviados al constatar que con cierta frecuencia las adjudicaciones de obras no reflejan las exigencias del pliego de condiciones; cómo se sienten humillados, al ser coaccionados y, en ocasiones, extorsionados.
Lo que ha cambiado es que muchas de estas declaraciones, que encerraban acusaciones rotundas de comportamientos ilícitos, no llegaban a la Fiscalía, y ahora sí. Tampoco recibían el varapalo de las asociaciones profesionales, centradas en exclusiva en los intereses corporativos del gremio y ´pasotas´ ante unas actitudes cuya proliferación ponía en cuestión la capacidad de la Justicia para hacer respetar el ´imperio´ de la Ley.
Este tipo de airadas reacciones políticas o empresariales, que no se centran en el problema sino en el mensajero y que ponen en cuestión, ´mutatis mutandis´, las libertades fundamentales de información y opinión, no pueden explicarse sin la existencia de un pánico cierto a que se pongan en peligro ´tradiciones´ habituales en las Islas, pero incomprensibles en el entorno europeo e inadmisibles de acuerdo con la propia legislación vigente en España. La práctica del compadreo, el creer que todo es posible, es un endemismo que poliniza estupendamente en el Archipiélago, y que, como los ´rabos de gato´ llegados desde el desiento sahárico, es dificilísimo erradicar.
Lo de la "dictadura policial o judicial" es una astracanada. Lo que ha cambiado es que se ha cumplido el refrán de que tanto va el cántaro a la fuente de que al final se rompe. El ministro de Justicia, López Aguilar, lo que ha hecho es fortalecer, de acuerdo con las directrices de la UE, la lucha contra la corrupción, dotando de más medios a la Fiscalía Especial. A partir de ahí, hay unos profesionales que se han puesto a trabajar en lo suyo, produciéndose un efecto cascada o ´simpatía´ muy saludable: todos los servidores de las leyes han decidido que es hora de mirar frente por frente a la realidad. Y la gente, a la vista de todo esto, ha comprendido que denunciar no cae en saco roto.
¿A qué tienen miedo los que se rasgan las vestiduras? ´Cherchez la femme´, decía Hércules Poirot.
Información de: La Provincia, 16-12-2006
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Daniel Rey -