La provincia de 1927
MARCIAL FRANCO BUENO
Quizás sólo nos queda la acción. Esta fue la idea que me asaltó tras la noticia de que el propio Gobierno y Parlamento se habían opuesto con descaro a la voluntad del pueblo grancanario. ¡Los pájaros contra la escopeta! -pensé- al conocer que no se tramitaría la iniciativa legislativa popular de la Ley de Capitalidad.
Pocas son las ocasiones en las que el pueblo grancanario expresa alguna idea, bien sea mediante la movilización o la conformidad rubricada. En este sentido, recuerdo con cariño el apoyo popular a la creación de la Universidad de Las Palmas de Gran Canaria, a la continuidad de la Televisión Española en Canarias y a los bomberos en sus reivindicaciones. Fueron momentos en los que me sentí orgulloso de ser grancanario. Nuestra gente luchaba por una causa. Muchos se quedaron en casa bajo la excusa de que el día de la convocatoria les venía mal asistir. Claro, que a éstos, cualquier día que se celebre, siempre les vendrá mal.
De entre los aspectos de la política -si se puede llamar así- que se ha venido desarrollando en Canarias, me ha llamado poderosamente la atención lo siguiente: que ahora se pretenda plantear otra iniciativa legislativa popular para luchar contra las antenas de telefonía móvil, cuando es obvio que los que deciden sobre este asunto no tienen el más mínimo respeto por el criterio del pueblo, salvo en fase electoral. Que el Gobierno de Canarias pretenda tirar ahora 200.000 euros para fomentar precisamente lo opuesto a la política que han venido practicando: la unión de las islas. Lo curioso del tema es que ellos mismos han propiciado el resurgimiento de un sentimiento insularista e independentista en personas que antes no lo teníamos. Quitar cosas de aquí para ponerlas allí, entre ellas, puestos de trabajo, instituciones y organismos ha sido la actividad principal, pues de políticas de reactivación de la economía y cosas así, ni hablamos.
Sin embargo, el contrapunto o atisbo de esperanza lo tenemos en las voces, prensa y televisión libres, no subyugadas o vendidas a los ingresos gubernamentales y a las que, cada día más, acudimos los canarios para informarnos con un mínimo de veracidad y opinar libremente. Gracias a Dios, no todo lo han podido manipular y tergiversar a su favor, para promocionarse a ellos mismos, como se pretende hacer ahora con la televisión digital terrestre. Y aunque ni con la manipulación mediática engañan al pueblo, ¡yo no quiero aguantar más!.
- No quiero aguantar a un Gobierno de Canarias y a un Parlamento que hace oídos sordos a la voluntad popular.
- No quiero aguantar más incompetencia ni ver cómo malgastan nuestros recursos económicos.
- Tampoco quiero ver esas falsas y estudiadas sonrisas adánicas que emplean por muy caótica que sea la situación.
- No quiero soportar los continuos desaciertos de un Ayuntamiento que nos ha vendido por soberbia y rivalidad política.
Ante este panorama, podemos esperar resignadamente -lo cual sabemos hacer muy bien- o expresar nuestro parecer individual o colectivamente. Y en cuanto a la opinión colectiva, me pregunto ¿qué ha sido de los gran canarios que en el año 1927 lucharon por la división de la provincia? Como dice un amigo mío, "debe ser que nos ponen algo que el yogur que nos tiene apapayaos". Si algún grupo político o ciudadano organiza el encuentro, quizás ese día no nos venga mal asistir, y nos reencontremos casi ochenta años después con el sentir grancanario nuevamente en la Plaza de Santa Ana, luchando por lo nuestro.
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