Vegueta es sólo pura fachada
Un exhaustivo trabajo de campo y posterior inventario realizado en abril de este año por los técnicos de la Viceconsejería de Cultura y Deportes del Gobierno canario ha detectado un total de 65 casas, definidas por su carácter de abandonadas o con un diverso grado de deterioro, en el barrio fundacional de Las Palmas de Gran Canaria, Vegueta, que el Ayuntamiento quiere sea declarado Patrimonio de la Humanidad.
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La Memoria de Análisis del Plan de Revitalización de los Conjuntos Históricos realizada por la Viceconsejería revela que la degradación de fachadas, el deterioro de elementos constructivos originarios, especialmente balcones de madera, la proliferación de elementos constructivos discordantes con el conjunto de interés patrimonial construido, la degradación y, en muchos casos, ruina estructural del interior o el deficiente tratamiento ambiental de las medianeras "son aspectos comunes en la situación de estos [65] inmuebles".
En concreto para estos inmuebles, el Gobierno de Canarias propone que se incluyan en el Catálogo de Inmuebles Protegidos del Ayuntamiento de Las Palmas de Gran Canaria los situados en Audiencia, 9, Audiencia, 10, esquina Montesdeoca, Balcones, 4, Balcones, 6, Bedmar, 4, Colón, 4, Espíritu Santo, 10 esquina Agustín Millares, Espíritu Santo, 39, Mendizábal, 27, Montesdeoca, 9, Pedro de Algaba, 6, Pedro Díaz, 6, Ramón y Cajal, 8, Ramón y Cajal, 25, Reyes Católicos, 12-14-16 y 18, San Antonio Abad, esquina Armas y Sor Brígida, 2, esquina Plaza de Santo Domingo.
Además, se requiere una actuación inmediata en 27 de los 65 inmuebles analizados: Audiencia, 9, Felipe Massieu Falcón, 1, Espíritu Santo, 29 y 37, Doctor Chil, 18, Pelota, 8 y 25, López Botas, 13, Herrería, 9, Los Balcones, 7, Reyes Católicos, 1-12-14-16-18-25-27-29, San Marcos, 24, Santa Ana, 3, Doctor Hernán Pérez de Grado, 18-24-71, Paseo de San José 14, esquina San Vicente Paul, 2, Ramón y Cajal, 30, Castillo, 21 y Mendizábal, 27.
El estudio, en su resumen de problemas y deficiencias de Vegueta, refleja "un conjunto de desequilibrios que consideramos relevantes desde la óptica de definición del mismo como espacio urbano", además de "centro histórico al que se le asocian abundantes y singulares valores asociados al patrimonio histórico, arquitectónico y cultural".
El diagnóstico de los técnicos del departamento que dirige Dulce Xerach Pérez recoge el "deterioro importante del espacio urbano en general en los límites del Conjunto Histórico, coincidentes con la calle de Ramón y Cajal y el Paseo de San José".
Resalta como los principales problemas que afectan al barrio el tráfico, las instalaciones eléctricas y telefónicas (soterramiento de cables, empotrado de cajas de registros...), la armonización del mobiliario urbano con el entorno (contenedores subterráneos, papeleras...).
En cuanto al tráfico, el informe indica que "la alta carga de vehículos en la zona contribuye a un deterioro más rápido de los inmuebles y a una congestión funcional y de tránsito del barrio", con entornos destacados en las calles de Obispo Codina, Reyes Católicos, Espíritu Santo, Reloj, el entorno de la Iglesia de San Agustín y Agustín Millares.
El abandono y/o degradación del conjunto construido, "afectando en muchos casos a inmuebles con evidentes valores patrimoniales, históricos, culturales o arquitectónicos", y la proliferación del fenómeno del "fachadismo", con edificios de "aparente buena conservación de fachadas y abandono estructural en el interior", se considera como el principal desequilibrio en la "potencialidad del conjunto histórico de Vegueta para su revitalización funcional, en el escenario urbanístico y legal que se le supone como Bien de Interés Cultural".
Otro aspecto destacado en el estudio es "la generalizada intencionalidad especulativa en la propiedad inmobiliaria, siendo numerosas las opiniones en favor de la descatalogación de los edificios y el aumento de la edificabilidad como mecanismo rehabilitador de los inmuebles".
Además, se apunta el despoblamiento del sector más antiguo del barrio y de la ciudad, así como un enjevecimiento creciente de la población residente, que dificulta la renovación funcional y el mantenimiento doméstico de los valores patrimoniales del barrio y su pérdida progresiva de la función residencial.
La limitación del uso turístico y cultural como actividades revitalizadoras al entorno de Santa Ana, San Antonio Abad y Santo Domingo de Guzmán diluye también el valor patrimonial del resto del barrio fundacional de Las Palmas de Gran Canaria.
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