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La Voz de Gran Canaria

Ausencias inexplicables

Ausencias inexplicables

TERESA CÁRDENES

Se trata de una ecuación realmente sencilla: si centenares de los inmigrantes que llegan en cayuco a Tenerife acaban por lógica en Gran Canaria, que da alojamiento a los subsaharianos para descomprimir la saturación de los centros de la otra isla, ¿cómo es que la agenda oficial del presidente Zapatero para conocer de cerca el impacto del fenómeno migratorio deja fuera a Gran Canaria?.

Alguien acaba de meter estrepitosamente la pata al organizar un viaje del presidente, reclamado por el Gobierno regional desde hace meses, y limitar una visita a las carreras donde Zapatero sólo pisará dos islas. El Gobierno de Adán Martín se apresuró ayer a desmarcarse de este inadecuado gesto político al reclamar que también Gran Canaria entre en la agenda de Zapatero, lo que parece de un aplastante sentido común.

No deja de ser una estupidez pretender que la presencia o la ausencia de un presidente en esta o aquella otra isla constituya una razón para el agravio y el aspaviento pleitista. Pero, por la misma regla de tres, hay gestos que, por incongruentes e incompatibles con la sensibilidad, son perfectamente impresentables.

Como quien dice, Tenerife y sus autoridades acaban de descubrir el fenómeno de la inmigración... años después de que la provincia oriental viviera conmocionada no sólo la llegada de miles de personas en pateras, sino la mezquina resistencia de unos cuantos virreyes tinerfeños a que la lógica de la redistribución trasladara a aquella isla a los inmigrantes, y particularmente a los menores, que ya no cabían en Fuerteventura, Lanzarote o Gran Canaria.

La única finalidad de un viaje de esta naturaleza es transmitir serenidad a la población, permitir que se visualice el apoyo del Gobierno de España ante un fenómeno abrumador que algunos manipulan interesadamente para alentar con estrategias políticas repugnantes el fantasma de la xenofobia. Baste recordar aquel surrealista peregrinaje de menores inmigrantes por gimnasios capitalinos o el centro de Tunte en el que acabó por prender la llama del racismo.

En tal contexto, la ausencia de Zapatero en Gran Canaria no hace sino demostrar que hasta la política de Estado sucumbe a la miopía o las torpes trapisondas de partido, o a ambas cosas a la vez.

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