El agujero eterno
ÁNGEL TRISTÁN PIMIENTA
Una vez más, la Universidad de La Laguna huye hacia adelante. "La Universidad de La Laguna, en lucha", es el santo y seña de las actuales movilizaciones impulsadas desde sus órganos de gobierno. Los lemas son variaciones sobre el mismo eterno tema: "Tenerife, en apoyo de su universidad", "Contra el bloqueo y acoso por parte de la Consejería de Educación".
El paro efectuado el pasado martes fue masivo en el noventa por ciento de las facultades, aunque a la concentración organizada frente a la sede de Educación sólo asistió una ingente multitud de menos de 500 personas, entre profesores, PAS y alumnos... de un total superior a los veinte mil. Gonzalo Marrero, director general de Universidades, psicólogo, lo tiene claro: "esta huelga responde a motivaciones políticas y no a argumentos técnicos que tengan que ver con la negociación que se está llevando a cabo con quien tiene que hacerse, es decir, con el rector".
Un rector, Ángel Gutiérrez, que rechaza las acusaciones de politización y destaca el elevado seguimiento de la protesta. La historia se repite. No es nada nuevo. Desde hace años, cada cierto tiempo la Universidad de La Laguna le echa un pulso al Ejecutivo. Y cada vez, a cada día que pasa, el caos es peor, como una bola de nieve que se viene precipitando por la pendiente desde mucho antes de la división universitaria, aunque puede situarse en este momento la línea que marca un antes y un después.
La decisión de los profesores de los centros grancanarios de la ULL de sumarse a la reivindicación de una universidad ´plena´ para Las Palmas de Gran Canaria fue consecuencia de los manejos financieros que convertían a los docentes de la ´periferia´ en trabajadores de segunda clase. Al crearse la ULPGC, La Laguna no aprovechó la oportunidad para ajustar su plantilla y ponerse en condiciones de competencia sino que procedió a contrataciones irregulares masivas, con la disculpa de la necesidad de cubrir el más amplio abanico de nuevas titulaciones.
Ese procedimiento, ciego, populista, irresponsable, ha lastrado su economía; así como la falta de sensatez de todos sus colectivos que nunca han querido perder sus privilegios, por llamarlos de alguna forma. Si la Universidad de Las Palmas de Gran Canaria inició su andadura poniendo el énfasis en el aumento de la financiación propia, multiplicándose ´n´ veces los ingresos por las máquinas de vending o los convenios con las empresas, La Laguna seguía mirándose el ombligo. Si en la ULPGC se buscaron procedimientos de gestión indirecta para el cuidado de los jardines, el funcionamiento de bares y restaurantes, o las nuevas residencias, en La Laguna crecía sin parar la nómina de jardineros, mecánicos, cocineros, pinches, camareros...
Los ´contratos programa´ fueron una apuesta de la Universidad de Las Palmas de Gran Canaria. Un buen ejercicio sería comparar cuanto le cuesta a cada una de las dos universidades el metro cuadrado de jardín o una ´unidad´ de servicio de cafetería. Las dos universidades canarias son de una entidad similar; con la diferencia que la de Las Palmas nació con muchísimas más necesidades, porque ese fue, precisamente, el motivo de su creación.
Y sin embargo, presupuesto tras presupuesto hubo que ´compensar´ a La Laguna por la parte destinada a la construcción de edificios en Las Palmas. Este mecanismo, absolutamente injusto, promovió la cultura del despilfarro y permitió aplazar los imprescindibles reajustes. Asombra en todo el proceso una especie de esquizofrenia: si de cara al exterior los profesores de La Laguna son capaces de dar adecuadas recetas para la optimización de recursos y la excelencia empresarial, de puertas adentro se mantienen actitudes radicalmente opuestas, incompatibles, irracionales.
El mundo de la empresa, de la privada pero también de los negocios públicos, está lleno de ejemplos sobre la conveniencia de periódicos reajustes y adaptaciones a la realidad. Pero la realidad se desvirtúa, se difumina, si con carácter crónico se emplea el discurso del victimismo, de la persecución, de la agresión exterior, la vieja canción folk.
Y en cuanto a la Universidad de La Laguna, la única e incontrovertible verdad verdadera es que vive la vida que voluntariamente ha buscado, que es lo que ha querido ser, aunque haya pretendido lo contrario, y que los problemas económicos que padece son el resultado de una administración acumulada nefasta y fuera de órbita.
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