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La Voz de Gran Canaria

La discreta fiscal anticorrupción de Tenerife

La discreta fiscal anticorrupción de Tenerife

FRANCISCO J. CHAVANEL

El periódico El Día nos ha revelado su nombre este fin de semana. Se llama María Farnés, es la fiscal anticorrupción para la provincia de Santa Cruz de Tenerife, y es tan discreta que ni siquiera quiso hacerse una foto para la entrevista. Asombroso. Es el primer caso de servidor público que conozco que oculta su rostro a la ciudadanía. De la discreción, el disfraz, el placer por lo oculto, construye Farnés un discurso decepcionante que da que pensar.

No es ninguna niña. Lleva veinte años en la profesión y a lo que se ve maneja a la perfección el universo tinerfeño. Uno diría tras oírla en su confesión ante la parroquia de ATI que nada hay que temer, que una cosa son los líos de Gran Canaria y otra muy distinta el estanque manso de Santa Cruz…, que eso que va corriendo de calle en calle, de que pronto estallará un caso de corrupción en el mismo corazón del isloteñismo es un burdo rumor, un miedo congénito y absurdo que carece de rigor. Ella, María Farnés está ahí, en las páginas que representan al lobby para garantizar la paz de los cementerios.

Cualquier ciudadano inquieto, con la liviana esperanza de aclarar algo en la patria del clientelismo, habrá despeñado parte de sus ilusiones. Todo lo que dice Farnés es desmoralizante. “Durante mucho tiempo incluso la gente ha llegado a dudar de que hubiera un fiscal anticorrupción en Tenerife”, comenta, “con lo cual me he librado de mucho loco suelto que ha ido a Las Palmas, porque el que realmente tenía razón venía aquí”. Vaya, Francisco Cabrera y Alberto Santana, los dos denunciantes del caso Eólico son dos locos. Y Francisco Almodóvar, el que grabó a Domingo González Arroyo, también. Y Gonzalo Murillo el impulsor de los desvaríos urbanísticos de María Isabel Déniz en Lanzarote, un orate. Y el bravo empresario teldense que descubrió toda la red de favores, concursos a dedo, adjudicaciones al 20% de Toñi Torres y amigos, está, según Farnés, para el frenopático.

Los asuntos “serios” que investiga Farnés son “dos o tres que pueden estar relacionados con políticos”. Lo esencial para ella es una querella que acaba de promover contra 17 empresas del Sur. “Estas empresas”, relata orgullosa la fiscal, “habían defraudado tres millones de euros. Eso es importantísimo. Son tres millones de euros canarios que ahora mismo están en paraísos fiscales. A mí me parece de igual importancia que estas empresas tengan embargados sus bienes y no puedan seguir actuando, como lo que ha pasado en el concurso eólico”.

Claro, ¿qué es el pelotazo de Las Teresitas, y los cien millones vivos en ganancias, con el clan de la avaricia local repartiendo comisiones a diestro y siniestro para asegurar el silencio de los implicados, al lado de los i-m-p-o-r-t-a-n-t-í-s-i-m-o-s tres millones de euros que supuestamente evadieron unos empresarios de tercera categoría?... ¿Y qué es esa sospechosa manera ática de moverse en Granadilla, firmando manifiestos, intimidando a los críticos, presionando al Gobierno central, a Bruselas, loca toda una clase política por construir como sea un puerto del que se duda de su necesidad, y erigir una planta regasificadora a 600 millones de euros la pieza…, sino el baile nupcial que precede a un matrimonio bien visto por las clases dominantes?

Luego, a la manera de Tenerife, Farnés se desahoga comparando sus actuaciones (nulas) con las de su colega Luis del Río: “Los delegados de la Fiscalía Anticorrupción no fuimos nombrados para ir a la caza de los políticos”, dice en un momento. “A mí me gusta la discreción. Hay dos formas de trabajar, y las dos buenas. Una, la de mi compañero de Las Palmas, que tiene una relación con la prensa desde el principio, y otra es la mía, que cuando salgo de aquí soy María, madre de mi hijo y se acabó”. Pobre Luis del Río, con las críticas que recibió por lo que le costó arrancar. Y sigue: “Para mí se está desprestigiando la figura del fiscal anticorrupción (…). La política canaria es igual a la de otros sitios, y hasta hoy no hay ningún dato que me permita pensar lo contrario”.

Pregunta para el ministro de Justicia, Juan Fernando López Aguilar, y por extensión para el fiscal jefe Cándido Conde-Pumpido. Una de dos: o ustedes sabían que nombraban a una profesional cuya misión es desmovilizar al ciudadano y laminar su fe en la justicia, alguien con la mejor disposición para mirar hacia otro lado, pues eso es lo que le convenía al PSOE por su interés en pos de sostener su pacto nacional con ATI…, o bien Farnés es una extraordinaria fiscal para cualquier otra función que no sea la de perseguir la corrupción, entre otras la madre de todas las demás: la política. Que se aclaren, pues Farnés es su criaturita.


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