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La Voz de Gran Canaria

Peligro de muerte en el carnaval de Santa Cruz de Tenerife

Peligro de muerte en el carnaval de Santa Cruz de Tenerife

JUAN CABRERA CABRERA

El primer sábado de carnaval mi hijo, un joven de 18 años, fue agredido brutalmente por una pandilla de energúmenos en pleno carnaval santacrucero, en la zona de los quioscos. Sin mediar palabra, roce o gesto provocador se vio rodeado por un grupo de entre ocho y diez individuos que le golpearon con puños de hierro y patadas hasta dejarlo inconsciente y malherido en el suelo. Sólo un amigo, que se percató de lo que estaba ocurriendo, trató de socorrerle y para su desgracia sufrió igualmente todo tipo de puñetazos y patadas. Cuando logró recuperar el conocimiento se vio rodeado de sus compañeros, que pudieron ser alertados a duras penas por su amigo y solicitaron los servicios del 112.

Trasladado en ambulancia al Hospital de Campaña situado en la calle Bravo Murillo fue atendido en un primer momento de sus lesiones. Posteriormente fue atendido en un ambulatorio y remitido al Hospital General.

Lo que debió ser una noche de fiesta y diversión se convirtió en una pesadilla para él y sus amigos. Una forma dura de estrenar su recién alcanzada mayoría de edad. Me pregunto, como lo harán ustedes, cómo es posible que puedan campar a sus anchas por la calle grupos de salvajes perfectamente organizados, cuya diversión sea causar daños a las personas tan impunemente. La contestación me la dio un agente de la policía municipal de Santa Cruz cuando, ingenuo de mí, fui al día siguiente a solicitar una copia del atestado y presentar una denuncia sobre lo ocurrido: “Nosotros no levantamos ningún atestado...”, “presentar una denuncia si no conoce a los que le agredieron, no sirve para nada...”, “desengáñese señor, así es el carnaval, yo a mis hijos les tengo totalmente prohibido bajar a la zona de los quioscos, que yo ya llevo aquí muchos años y sé de lo que va esto”. Pero el resto de los ciudadanos, le digo yo, podríamos saber algo más si ustedes nos lo cuentan. “Esas cosas en los periódicos no salen porque desprestigian al carnaval”, respondió. Otro agente que estaba escuchando la conversación añade de forma un tanto reivindicativa: “Tenga en cuenta que no hay suficientes policías para poder controlar todo esto”.

Después de lo sucedido, muy reconfortado e ilustrado por la Policía Municipal de Santa Cruz, me voy para mi casa donde termino de completar mis conocimientos sobre lo que está ocurriendo en las noches del Carnaval de Santa Cruz. El desfile de amigos y familiares que nos visitan para interesarse por el estado de salud de mi hijo nos narran multitud de casos similares.

En los periódicos locales leí días atrás que el Gobierno de Canarias, por medio del Servicio Canario de Salud, iba a distribuir 150.000 cascos durante estos carnavales como medida profiláctica. Dado como están las cosas, ¿no sería mejor que distribuyeran 150.000 armaduras completas?

Señores políticos, el ocultar los problemas no contribuye a solucionarlos sino más bien a todo lo contrario. La sociedad Canaria necesita más atención a la educación y un mejor funcionamiento de los servicios públicos. Eso sí, sobran demagogos, populistas y cascos.

Escribo estos párrafos, que espero que algún periódico publique, por si a alguien le ayuda a salir de la inopia a la que nos quieren someter.

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