ATI y 'El Día'
JOSÉ A. ALEMÁN
La propuesta de El Día de quitarle el Gran a Gran Canaria provocó estupor y risas en la pérfida isla a empequeñecer. El Gobierno salió al paso jurando que ni pasársele por la cabeza tamaña jibarización. No diré lo de excusatio non petita porque creo que es verdad: ni ocurrírsele. Ya es bastante la eliminación de los perros del escudo. Pero llama la atención del desmentido su celeridad, la que no ha tenido en asuntos de enjundia.
Las reacciones en Tenerife han sido similares a las grancanarias. Pero hay algunas que apelan a las llamadas cosas de don Pepito; no tanto para defender la sensatez de esa mayoría de tinerfeños que, en efecto, no tiene que ver con la línea insultante del periódico, como para proclamar la inocencia de ATI en la nueva entrega pepitiana.
Doy por bueno que ATI nada tuvo que ver. Sin embargo, no puede negarse que El Día ha estado siempre a favor de sus intereses insularistas y le ha proporcionado escopeta y munición. Don Pepito es, al fin y al cabo, la persona de los medios de comunicación más condecorada y homenajeada en Tenerife a instancias de ATI, lo que equivale a agradecerle los servicios prestados. Do ut des. Otra cosa es que ahora, con el control político del Archipiélago en sus manos, no convenga a los áticos que el hombre continúe erre que erre y traten de esconder la patita.
Pero con todo, eso es lo de menos. Sería una anécdota más si no fuera El Día el periódico de más venta en Tenerife. Porque, en pura teoría de la comunicación, tal liderazgo revela la existencia de sectores de la población que aceptan o se identifican con sus planteamientos. Lo he dicho en alguna ocasión y los lectores áticos se me tiraron a la yugular por lo que es de manual y consideraron un insulto a Tenerife. Es cierto, insisto, que la mayoría de los tinerfeños no comparte la línea del periódico; pero no lo es menos que cuenta con suficientes adeptos para liderar la oferta periodística en la isla.
La anécdota deja así de serlo. La propuesta de El Día no es producto de una mala noche. No se trata del borrón que hace el mejor escribano. Es coherente con una trayectoria de años y sintoniza, repito que significativamente, con buena parte de sus lectores. Y ése es el problema. Un problema político de Tenerife.
No vale señalar con el dedo a su estrambótico editor-propietario con desprecio intelectual pasivo. Los planteamientos de El Día están presentes y avalados en la sociedad tinerfeña y toca a sus intelectuales y políticos afrontarlos. Hay quienes piden duras medidas atentatorias contra la libertad de expresión; pero ésta ha de salvaguardarse y proclamar el legítimo derecho de El Día a decir lo que le parezca; aunque no guste, disparate o avergüence a quien tenga que avergonzar. El problema es sociológico, no de libertad de expresión que no tiene vela en este entierro.
Sólo queda el camino de la didáctica política. La que corresponde a los partidos, en general, superando el miedo a don Pepito; que lo hay. Pero toca especialmente a los áticos impartir esa didáctica porque se trata de su gente. Pero ocurre que, en el balance final, la incomodidad puntual causada por don Pepito pesa menos que las utilidades que les proporciona. No hay nada que hacer.
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