"Papá Nöel"
LUIS LEÓN BARRETO
Las Navidades van perdiendo su antiguo carácter y se están convirtiendo en una fiesta a medio camino entre la noche de Halloween y los carnavales. Eso al menos es lo que está sucediendo en las grandes ciudades. En Madrid, por ejemplo, la gente va disfrazada por la calle con máscaras y pelucas grotescas y se lanza con el habitual frenesí a consumir.
Entonces, para vivir la Navidad en su sentido más auténtico, hay que irse a los pueblos del interior y a las llamadas islas menores. En La Palma los grupos de tocadores siguen recorriendo las calles de madrugada para recibir alguna botellita de licor o algún dulce del vecindario. En estos tiempos de tanto centro comercial y de tanta oferta publicitaria, la Navidad se está convirtiendo en la gran fiesta pagana del despilfarro. Por cierto: todavía no ha nacido el Niño Dios y ya en el parque Santa Catalina de Las Palmas están montando el escenario carnavalero.
¿Alguien entiende esto? Las Navidades canarias tampoco son ya lo que eran antes. Para vivir la verdadera Navidad hay que irse a los pueblos del interior, o visitar las llamadas "islas menores". En Santa Brígida, por ejemplo, hay un cura polaco que se pone a cantar con su guitarra y mueve multitudes en su hermosa Misa del Gallo.
En la isla de La Palma todavía continúan saliendo a tocar y cantar por las calles las agrupaciones de Lo Divino, que reciben botellitas de licor y dulces del vecindario. En estos tiempos de prisa y consumo, las Navidades se están configurando como unas fiestas del visiteo a los centros comerciales y el castigo a las tarjetas de crédito. Compre ahora y pague el 31 de marzo, incitan unos grandes almacenes. Tal vez la estrella de estas Navidades va a ser la pantalla ultraplana de TV, de 42 y 50 pulgadas, que lleve incorporado el nuevo cacharrito para ver los programas de la naciente Televisión Digital Terrestre. ¿Pero quedará en nuestros corazoncitos un poco de aquel viejo espíritu navideño llamado a la confraternidad y la paz?.
La invasión de Papá Noel trepando las paredes puede ser de un mal gusto que apesta, la primera vez que lo vimos nos pareció original pero ahora llega a ser cargante sobre todo cuando en una misma calle ves treinta juntos. Se ve que la cosa está en oferta en los grandes almacenes. En realidad nos empeñamos en copiar lo peorcito de EE UU, lo más hortera; si al menos imitáramos su capacidad creativa y su vivencia cultural, otro gallo nos cantaría. En fin: dejémoslo para el año que viene, pero entretanto ¡feliz Navidad a quienes nos siguen! Que los deseos de los lectores para el 2006 lleguen a hacerse realidad, que a todos se nos contagie un poquito de ese espíritu de hermandad de estos días, y sobre todo que dure más allá del 6 de enero.
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