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La Voz de Gran Canaria

El presupuesto del Cabildo

El presupuesto del Cabildo

JOSE MIGUEL PEREZ GARCIA
Secretario General del PSC-PSOE de Gran Canaria

Hace un año, comentamos el proyecto de presupuesto que para el Cabildo de Gran Canaria aprobaba el grupo de gobierno del Partido Popular. La nota más destacada era que no iba a servir para dar un empuje sólido a nuestra isla. No sólo era deficiente y anticuado en su concepción; tenía mucho de ficticio y sus objetivos estaban lejos de las prioridades que demandan nuestra sociedad y nuestra economía. Era un ejercicio baldío. Transcurrido ese año, no parece fácil rebatir aquella valoración: La isla sigue en la pendiente por la que cae en los últimos años y el Cabildo, más que evitarlo, contribuye hoy a esa negativa tendencia.

Comprendo que estas afirmaciones no las comparta el grupo de gobierno del PP. Seguirá muy feliz ante el espejismo que se ha empeñado en levantar. Y, desde luego, se encargará de refutarlas a base de propaganda; no en vano vuelve a dedicar para ello una buena suma del dinero de todos: Nada menos que 1.738.701,03 euros (más de 330 millones de las antiguas pesetas).

Cuánto y cómo sube el presupuesto

El grupo de gobierno del PP afirma que para el 2006 el presupuesto se incrementa un 5,7%. Sin embargo, cuando contabilizamos todo el dinero del Cabildo para ese año (consejerías y organismos autónomos) la subida se nos queda en un escaso 2,6%. ¿Por qué se esconde ese dato? El primer porcentaje no incluye las cifras de los organismos autónomos, Consejo de Aguas, Institutos de Deportes y Sociosanitario (IASS), etc., pero tales organismos gestionan áreas públicas importantes en la isla y dependen del Cabildo; por lo tanto, deben ser contabilizadas en el total.

Este más modesto porcentaje del 2,6% (cifra real del incremento) tiene mayor significación por dos circunstancias que ponen en evidencia la gestión del grupo que gobierna el Cabildo. La primera es que el crecimiento final lo hacen posible las aportaciones que llegan procedentes de otras administraciones. La segunda es que esas aportaciones se incrementan porcentualmente mucho más que el ralo 2,6% que al final logra el Cabildo. Así ocurre con las de la Comunidad Autónoma (entre un 16% de más en transferencias corrientes y un 5,8% en las provenientes de los impuestos indirectos) y las del Estado (6,3% más en transferencias). Por lo tanto, el esfuerzo del propio Cabildo es bastante ramplón, como se evidencia hasta en las partidas sociales del IASS cuya subida global es del 10%, pero el aumento lo hacen posible las aportaciones del Estado y de la Comunidad Autónoma con subidas del 33 y el 11% respectivamente. Sin embargo, la aportación del Cabildo al IASS baja un 11%.

Ante todo esto podría pensarse que los regidores insulares son unos linces a la hora de capturar fondos externos y ahorrárselos a la isla. Ridículo consuelo que nos despejan enseguida otros datos. Así, la captación de fondos de la Unión Europea se reduce en un 50% (edificante ejemplo ante el panorama que nos aguarda en la UE); la búsqueda de proyectos a comprometer con las diversas áreas ministeriales se ha congelado en este nuevo mandato del PP; la deuda pública no disminuye pese a atravesar una fase de bajos tipos de interés - momento oportuno para hacerlo como indican los manuales de la gestión presupuestaria - y, lo que no es menos grave, en áreas como las políticas sociales para mayores que se vienen perdiendo cantidades millonarias año tras año por no tener los centros para este colectivo terminados, a pesar de que la mayoría de ellos deberían estar abiertos desde hace dos años.

Un gasto nada ejemplar para la Isla

Un somero análisis del destino que pretende dar al dinero del Cabildo el grupo de gobierno del PP nos sitúa ante una visión nada esperanzadora. En primer lugar, por la enorme ineficacia que pueden generar para la dinámica de nuestra isla unos presupuestos que fijan sus principales incrementos en la amortización de pasivos financieros y en el gasto corriente (crecen ambos capítulos en un 14% y 7% respectivamente). Si la deuda no disminuye y los gastos corrientes suben muy por encima del crecimiento total (2,6%), nos volvemos a encontrar con una herramienta presupuestaria poco ejemplar. Por el contrario, las inversiones reales caen un 4%. No deja de ser curioso que la partida inversora más importante (9 millones de euros) se destine a la construcción de una nueva sede para la Corporación. ¿Es esta la máxima necesidad que se concibe para las inversiones públicas en la isla? Así se explica que su Presidente ande buscando desesperadamente una muestra de alguna gran iniciativa que llevarse a la próxima campaña electoral.

Con este presupuesto no se logrará dar confianza y alternativa a la urgente y necesaria reconversión turística. Tampoco se frenará el pésimo estado del empleo y las negativas cifras del paro en Gran Canaria; los fondos del presente año para este cometido se han dilapidado en burocracia para ´enchufes´, dedicando la mayor parte del dinero a la contratación de supuestos dinamizadores y locales para promover formación y empleo. Todo ello a costa de dejar una mínima cantidad para los auténticos sujetos de los programas: los desempleados. Tampoco este año habrá dinero para la cooperación exterior y la solidaridad con los más necesitados. Es una vergüenza y una falta de conciencia sin justificación de ninguna clase que no se haya dedicado ni un céntimo para este fin en todos estos años. Disminuyen también los fondos para becas y pensiones de estudios, así como los destinados a la agricultura y la ganadería.

A estas alturas del mandato, un buen gobierno debería reflejar en el presupuesto el destino preciso de la mayoría de sus partidas. Tendría que haberse entendido con los ayuntamientos para conocer al milímetro las prioridades en cada caso y las del conjunto del territorio. Sin embargo, las partidas sin destino final preciso vuelven a dominar la escena. ¿Es sólo por falta de aplicación en el trabajo? Seguro que no. Hay un interés clientelar que se ha evidenciado a lo largo de los años anteriores y que, para quien está obsesionado por la imagen y la propaganda más que por el buen gobierno, constituye marca de la casa. Una forma de hacer política cuyos resultados para la isla no pueden ser nada positivos.

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