Locomotora en depresión
FRANCISCO J. CHAVANEL
No han pasado ni dos meses desde que el periódico más influyente de Tenerife (El Día) convocara en sus instalaciones al lobby empresarial de la isla para preguntarle por el pulso de sus negocios. Estuvieron presentes José Fernando Rodríguez de Azero (presidente de la CCE), Pedro Luis Cobiella (presidente de Ashotel, máximo capo de la sanidad privada), Antonio Plasencia (construcción), y Pedro Afonso (uno de los enlaces de ATI con las cúpulas influyentes, experto en asuntos relacionados con la UE). Todos, en un tono de euforia inolvidable, convinieron que en aquel momento, en aquella hora, el conjunto de índices económicos pregonaba que Tenerife, sin discusión alguna, era la locomotora del Archipiélago.
Hubo sus matices. Hubo quien significó que la balanza empezó a desequilibrarse a favor a partir del 96, coincidiendo con el segundo mandato de Hermoso, y que si bien aún quedaba mucho por avanzar en asuntos portuarios, y ponía como ejemplo esa piedrita en el zapato que es Granadilla, hoy, de manera certera, Tenerife crecía un punto por encima de Gran Canaria, y así iba a ser, ponderaban los invitados, al menos una década más. Luego llegó Ricardo Melchior, exultante con su Nap bajo el brazo, y las marcas de la mano de Bill Clinton en su derecha, con el que acababa de hacerse unas fotos en el campo de golf. Dijo el presidente del Cabildo: Tenerife es hoy la locomotora del Archipiélago; somos nosotros quienes tiramos de Canarias. Y tan contundente fue la cosa, y más contundentes incluso resultaron los datos, que no quedó otro remedio que callarse, aplaudir, resignarse, darle las gracias por su claridad.
Pero la vida es la puta paradoja que es. Estaba Aznar celebrando en Moncloa la victoria segura de Rajoy cuando los ciudadanos lo echaron del Gobierno por mentiroso, y ahí sigue el ex presidente, emponzoñado de veneno y de rencor, removiendo el fango. Y estuvo Soria, aquel sábado de muerte y sarcasmo, proclamando a los cuatro vientos que el PP se quedaba en el Ejecutivo y una hora después era desalojado con cajas destempladas por el entonces apático Adán Martín. De modo que la vida no entiende de triunfalismos, ni de éxitos absolutos, ni de líderes proverbiales, ni de seguridades eternas. La vida es relativa, como nuestra propia existencia, como nuestra suerte, como el azar de haber nacido aquí o allá; como el acto de descansar sobre una mullida cama de la civilización blanca y europea, o sobre la dura madera de una patera que cruza el Atlántico con treinta negros desesperados como tú a bordo.
En ese instante ATI se sintió omnipresente. Dueña del Ejecutivo, con las dos marisas integradas en él, con Soria y Mauricio desplazados, con los empresarios grancanarios solicitando a la desesperada una interlocución, marcando el paso de la oca de una Canarias bajo su égida durante veinticinco años. Y, qué curioso, ha bastado una pequeña tempestad, la cola de un huracán para que la población le reclame responsabilidades por su actuación incompetente y cómplice con Unelco/Endesa, para que Martín y Melchior se enzarcen en una pelea personal que dejará víctimas en el camino, para que se regrese a un gallinero donde nadie escucha a nadie, y para que un desaparecido en combate, Miguel Zerolo, vuelva a resucitar como candidato en 2007.
No, no hay nada milagroso en lo ocurrido. No creo en un ser superior ni en el pecado ni en sus penitencias; no vayan a equivocarse conmigo. Pero si una característica indiscutible tiene la vida es que nada de lo que haces es inocente. Todo tiene un precio. Tus excesos y tus déficits. Y si los pies son de barro, antes o después llegará la lluvia que te ponga con las rodillas en tierra. No es ni siquiera el destino; es, simplemente, respirar bajo condiciones que uno no ha tenido la posibilidad de elegir.
..................................................................................................
0 comentarios