Un Instituto Volcanológico para Canarias en Tenerife
JOSÉ VICENTE GONZÁLEZ BETHENCOURT
Senador por Tenerife y consejero del Cabildo por el PSC-PSOE
La necesidad de disponer en Tenerife de un observatorio para la detección y actuación en caso de una erupción volcánica no es nueva. Ya en los años 60 el profesor Telesforo Bravo la planteó e intentó sin éxito porque en aquella época el régimen que gobernaba España estaba más preocupado por otras cuestiones, entre ellas su supervivencia. Pero la llama que encendió don Telesforo no se apagó y otras inquietudes universitarias la mantuvieron encendida. Ya en democracia, el Instituto Tecnológico de Energías Renovables (ITER) se ha interesado por la investigación de nuestros volcanes, y expertos como los señores Vicente Araña y Juan Carlos Carracedo, entre tantos, han reiterado el riesgo volcánico de Canarias.
El 19 de enero de 1996 el Consejo de Ministros aprobó una directriz básica de planificación de Protección Civil en esta materia, que perseguía, por un lado, que el Gobierno de Canarias elaborara un Plan Especial, y de otro que la Administración General del Estado dispusiera de un Plan Estatal. Éste estableció un sistema de seguimiento de información y vigilancia de fenómenos volcánicos y un comité científico con representantes de instituciones científicas, tanto estatales (Consejo Superior de Investigaciones Científicas e Instituto Geológico Nacional), como canarias (ITER), y autoridades de Protección Civil, que ni siquiera ha llegado a reunirse anualmente. Iniciativas que además de otras, lamentablemente, en la práctica no han mejorado la situación. En octubre de 2004 el delegado del Gobierno en Canarias, don José Segura, elabora la propuesta de creación del Observatorio Volcanológico de Canarias.
El pasado miércoles el Senado debatió una moción de CC defendida por don Ricardo Melchior. A las ocho de la mañana nos reuníamos en Madrid los diputados y senadores socialistas canarios para adoptar una decisión al respecto, acordando negociar con los distintos ministerios involucrados el apoyo a la moción, que planteaba en diferentes informes una serie de dificultades, más debidas al vacío de competencias y las dificultades de coordinación y ciertos posicionamientos técnicos. El Grupo me encargó la elaboración de una enmienda y la negociación con todos los grupos parlamentarios. Luego se sucedieron reuniones con los representantes del Gobierno y de los ministerios de Fomento, Interior y Educación, por un lado, y con el senador Ricardo Melchior, que en este caso tengo que reconocer que fue aceptando las propuestas que trasladaba el Gobierno. Finalmente, al llegar la noche, el texto inicial de CC se convirtió en otro apoyado y firmado por todos los grupos del Senado, aprobándose por unanimidad una serie de puntos favorables a que se cree un ente autónomo, con sede en Tenerife, el Instituto Volcanológico de Canarias, en el que participan las diferentes Administraciones con competencia ante riesgo volcánico, incluyendo también a las universidades públicas canarias.
No podemos ignorar que Canarias es la única región de España donde hay volcanismo activo, habiéndose registrado en los últimos 500 años unas 20 erupciones, con una media de duración de 50 días, que si bien puede ser muy corta, como en Lanzarote en 1824, cinco días, también es cierto que la de Timanfaya se mantuvo seis años. Las últimas fueron en La Palma, San Juan en 1949 y Teneguía 1971. El Teide pertenece a uno de los 16 volcanes que están considerados en el mundo de alto riesgo, no sólo por la previsible explosividad, además porque una población numerosa vive cerca de él. Por tanto, es necesario no alarmar pero sí prepararnos ante esta eventualidad, ya que nunca existe una erupción tranquila, y la más sencilla puede convertirse en un desastre si a una gestión deficiente se unen unas condiciones topográficas desfavorables. Por ello nos debemos felicitar todos por la decisión de poner en marcha un Instituto Volcanológico en Canarias con sede en Tenerife y subsedes en las demás islas con riesgo volcánico.
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