Dos errores
JUAN I. JIMÉNEZ MESA
Últimamente los habitantes de Gran Canaria tienen la suerte de ver con mucha más frecuencia al Presidente del Gobierno de Canarias. Durante la última semana, un día si y otro no, hemos podido leer entrevistas a toda plana con Adán Martín en los periódicos, hemos oído el timbre de su voz en las ondas de radio, y le hemos visto sonriente en las pantallas de televisión. Según los profesionales, ni a lo largo de este mandato, que ya va por mitad de legislatura, ni en los muchos años en los que este ilustre tinerfeño se ha dedicado a la política, ha estado tan solícito con los Medios de Comunicación de Las Palmas. Quizás lo que ocurre es que tampoco han buscado tanto su presencia como ahora, pero algo hay de cierto en que los políticos canarios, todos, están siempre mucho más atentos a lo que se dice de ellos en la isla propia y le prestan poca atención a las críticas y comentarios que se publican o se difunden enfrente. Tal vez, el problema sociológico de Canarias es que no existen medios de comunicación auténticamente regionales y cuando se intentan crear, como la Televisión Autonómica, la disputa se entabla para ver quién y desde qué isla se controla.
Supongo que "la fontanería informática" de Presidencia no negará que esta inusitada presencia del presidente Martín en los medios de Las Palmas se debe a la necesidad de contrarrestar la declaración de los empresarios de Gran Canaria, que se quejaban de haber sido preteridos en las inversiones, queja que venía acompañada de algunas cifras de apoyo. Ello intenta ser replicado con declaraciones de propósito y buena intención por parte de un Gobierno que Martín considera en estos momentos, igual que el editorialista de "El Día", "exquisitamente equilibrado". Mientras la identidad de criterio entre el presidente y el periódico tinerfeño solo se limite a eso, al calificativo del equilibrio, habrá que tomar nota de las buenas intenciones de don Adán y seguir contabilizando datos sobre las acciones del Gobierno autónomo. Veremos en qué queda el saldo, tanto de inversiones como de reparto de sedes y cargos, al final de este complicado resto de legislatura que tenemos por delante, porque, la verdad, poco convincente está el que manda cuando se limita a decir de donde proceden los consejeros y consejeras de su gobierno. La realidad, quizás no deseada por Martín, es que ni los ciudadanos grancanarios, ni sus representantes legítimamente elegidos, le apoyan. Lógico es que se alimenten las sospechas.
Pero en su natural reacción contra la queja, el Presidente, o sus asesores, cometen dos errores de bulto. Con el primero intentan hacer de la alcaldesa de Las Palmas una especie de muñeco budú en el que clavar alfileres para provocar daño a los ciudadanos de esta ciudad y de esta isla cuando reivindican más atención del Gobierno regional. Sigue Adán la táctica de Mauricio, que insultó a Pepa Luzardo porque se atrevió a decirle que se abstuviera de meter su mano, su larga y retorcida mano, en el asunto del istmo. Y con el segundo error, que a lo peor tiene algo que ver con el primero, el presidente cree ver en la declaración de los empresarios de Las Palmas una especie de correa de transmisión del PP, que enojado por haber sido expulsado del gobierno utiliza
a la patronal para resucitar el pleito regional. Se ve que en Presidencia no se han leído bien los comunicados. Al fin y al cabo, dirán, es cosa de la prensa de Las Palmas. Pues que repasen bien entre líneas. Allí hay algunas claves que apuntan en otra dirección. A veces, lo que importa no es la ausencia sino el peso de la presencia. "La gallina", suele responder el gracioso ante esta clase de adivinanzas, pero aquí está muy claro: todavía no hemos visto a Mauricio corregir o criticar la declaración de los empresarios.
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Últimamente los habitantes de Gran Canaria tienen la suerte de ver con mucha más frecuencia al Presidente del Gobierno de Canarias. Durante la última semana, un día si y otro no, hemos podido leer entrevistas a toda plana con Adán Martín en los periódicos, hemos oído el timbre de su voz en las ondas de radio, y le hemos visto sonriente en las pantallas de televisión. Según los profesionales, ni a lo largo de este mandato, que ya va por mitad de legislatura, ni en los muchos años en los que este ilustre tinerfeño se ha dedicado a la política, ha estado tan solícito con los Medios de Comunicación de Las Palmas. Quizás lo que ocurre es que tampoco han buscado tanto su presencia como ahora, pero algo hay de cierto en que los políticos canarios, todos, están siempre mucho más atentos a lo que se dice de ellos en la isla propia y le prestan poca atención a las críticas y comentarios que se publican o se difunden enfrente. Tal vez, el problema sociológico de Canarias es que no existen medios de comunicación auténticamente regionales y cuando se intentan crear, como la Televisión Autonómica, la disputa se entabla para ver quién y desde qué isla se controla.
Supongo que "la fontanería informática" de Presidencia no negará que esta inusitada presencia del presidente Martín en los medios de Las Palmas se debe a la necesidad de contrarrestar la declaración de los empresarios de Gran Canaria, que se quejaban de haber sido preteridos en las inversiones, queja que venía acompañada de algunas cifras de apoyo. Ello intenta ser replicado con declaraciones de propósito y buena intención por parte de un Gobierno que Martín considera en estos momentos, igual que el editorialista de "El Día", "exquisitamente equilibrado". Mientras la identidad de criterio entre el presidente y el periódico tinerfeño solo se limite a eso, al calificativo del equilibrio, habrá que tomar nota de las buenas intenciones de don Adán y seguir contabilizando datos sobre las acciones del Gobierno autónomo. Veremos en qué queda el saldo, tanto de inversiones como de reparto de sedes y cargos, al final de este complicado resto de legislatura que tenemos por delante, porque, la verdad, poco convincente está el que manda cuando se limita a decir de donde proceden los consejeros y consejeras de su gobierno. La realidad, quizás no deseada por Martín, es que ni los ciudadanos grancanarios, ni sus representantes legítimamente elegidos, le apoyan. Lógico es que se alimenten las sospechas.
Pero en su natural reacción contra la queja, el Presidente, o sus asesores, cometen dos errores de bulto. Con el primero intentan hacer de la alcaldesa de Las Palmas una especie de muñeco budú en el que clavar alfileres para provocar daño a los ciudadanos de esta ciudad y de esta isla cuando reivindican más atención del Gobierno regional. Sigue Adán la táctica de Mauricio, que insultó a Pepa Luzardo porque se atrevió a decirle que se abstuviera de meter su mano, su larga y retorcida mano, en el asunto del istmo. Y con el segundo error, que a lo peor tiene algo que ver con el primero, el presidente cree ver en la declaración de los empresarios de Las Palmas una especie de correa de transmisión del PP, que enojado por haber sido expulsado del gobierno utiliza
a la patronal para resucitar el pleito regional. Se ve que en Presidencia no se han leído bien los comunicados. Al fin y al cabo, dirán, es cosa de la prensa de Las Palmas. Pues que repasen bien entre líneas. Allí hay algunas claves que apuntan en otra dirección. A veces, lo que importa no es la ausencia sino el peso de la presencia. "La gallina", suele responder el gracioso ante esta clase de adivinanzas, pero aquí está muy claro: todavía no hemos visto a Mauricio corregir o criticar la declaración de los empresarios.
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